Cómo Filipinas consiguió el lugar de Chile en la Feria del Libro de Frankfurt (y cómo es su literatura)
El archipiélago asiático será el invitado de honor de la versión 2025 del mayor evento mundial consagrado a las letras, sitial del que Chile desistió argumentando razones financieras, lo que detonó una fuerte crisis que terminó con la salida de Jaime de Aguirre del Ministerio de las Culturas. Aunque desconocida para parte del mundo occidental, la escena filipina es rica en voces e historia, y aprovechará la vitrina de Frankfurt para amplificar su huella.
Filipinas hoy está en boca de parte importante de la escena literaria global. Y en el mismo sitial y protagonismo que podría haber ocupado Chile.
El pasado viernes 18, la nación asiática fue anunciada como la invitada de honor a la edición 2025 de la Feria del Libro de Frankfurt, la misma instancia que Chile declinó en asistir, argumentando motivos financieros y lo que detonó una profunda crisis al interior del Ministerio de las Culturas. De hecho, en junio, tras darse a conocer públicamente el hecho, el propio Presidente Gabriel Boric salió a decir que no había sido comunicado oportunamente de la determinación de restarse del evento alemán, generando una dura discrepancia con el ministro de ese entonces en la cartera, Jaime de Aguirre.
Este entuerto habría sido uno de los motivos claves que explican la salida de De Aguirre del gabinete la semana pasada.
Justo por esos días, Filipinas celebraba haber conseguido el espacio antes asignado a Chile. En variados portales dedicados a la industria del libro, funcionarios de su gobierno centrados en el área cultural han aparecido celebrando el hecho, destacando que fue un proyecto de Estado de años llegar hasta la feria germana y subrayando cómo la invitación fortalece una literatura que a ojos del resto del mundo parece menos conocida y popular.
Un centro de atención
Juergen Boos, director del certamen, comentó en declaraciones recogidas por distintos medios alemanes: “Tengo muchas ganas de recibir la presentación del invitado de honor, Filipinas. Nuestro programa de invitado de honor no sólo pone de relieve la literatura y la cultura de una región específica, sino que también pretende mejorar el diálogo y la red del país invitado dentro del mundo editorial internacional”.
“Aunque Filipinas es la decimotercera nación más grande del mundo, con más de 110 millones de ciudadanos, creo que para muchos de nosotros en Europa su literatura es actualmente un territorio bastante desconocido”, siguió el ejecutivo.
Después remató: “A medida que el país asuma su papel de invitado de honor, aprenderemos mucho sobre la importancia de la narración y el panorama cultural actual para la sociedad civil filipina. Con la increíble cantidad de 183 idiomas diferentes que se hablan en sus 7.641 islas, las diversas influencias del país son uno de los aspectos que espero ver en Frankfurt en 2025″.
Boos apunta a algo específico: efectivamente, participar en Frankfurt amplifica el radar de llegada de una expresión literaria, con sus cerca de 7.200 expositores y más de 270.000 visitantes (aunque sólo está habilitada para todo público en un lapso puntual, no durante todo su desarrollo). Además, involucra al país invitado en actividades, exposiciones y un amplio programa de eventos. También permite negociar derechos de publicación y aumentar el número de traducciones a distintas lenguas, sobre todo al alemán.
Por eso, para los involucrados por parte de Filipinas la noticia era motivo de ovación. Según publica el medio Publishers Weekly, la senadora filipina Loren Legarda declaró: “El camino para ser invitados de honor se ha ido construyendo a lo largo de los años. Indonesia lo fue en 2015. Diez años después, ya era hora de que otro país fuera el centro de atención. Ya era hora de que la comunidad internacional pudiera leer y apreciar nuestras historias, contadas con nuestras propias voces, reconocer que las historias filipinas merecen ser leídas y que son complejas y están influidas por el imaginario colonial y poscolonial”.
Dante Francis Ang II, quien preside la Junta Nacional de Desarrollo del Libro en Filipinas, clave para el logro, comentó en dichos recogidos por Publishing Perspectives: “He visto cómo mi equipo se ha preparado lo suficiente y está listo para montar un evento tan histórico. Si la trayectoria de la presencia de Filipinas en la feria sirve de indicación, es hora de que las historias de nuestro archipiélago de más de 7.000 islas pasen a ser el centro de atención en el ámbito internacional”.
Charisse Aquino-Tugade, directora ejecutiva de la Junta Nacional de Desarrollo del Libro, agregó, por su parte: “La industria editorial de libros de Filipinas registró un crecimiento constante en los ingresos en los últimos cinco años. En 2025, cuando subamos al escenario como invitados de honor, contaremos la historia de los filipinos: desde nuestra rica historia mitológica; las novelas nacionalistas de José Rizal; las historias empáticas del clima posecológico de nuestra ficción contemporánea; hasta los orígenes coloniales del capitalismo y la humanidad de nuestras crecientes poblaciones diaspóricas. Estamos entusiasmados con este nuevo capítulo de la literatura y la cultura filipinas”.
Décadas y rescate
En efecto, la literatura filipina ha acumulado décadas intentando ganarse un espacio en el circuito internacional. Aunque puede que no esté considerada dentro de las grandes escenas de Asia ni tenga la influencia cultural mayúscula de Japón o China, su impacto en el sudeste de la región, para los entendidos, es indudable. A diferencia de Chile, tampoco cuenta con premios Nobel del área.
Sin embargo, ha estampado un sello distintivo, persistente y con voz propia. Sus tópicos van desde los relatos sociopolíticos, las narraciones acerca de sus tradiciones más arraigadas y la vida poscolonial, luego de haber estado bajo el dominio español durante 333 años, período que terminó en 1898.
Mucha de su literatura, de hecho, está escrita en español, rescatada hoy en algunos centros de estudio y sitios académicos del país europeo. Además, era el idioma considerado culto, educado y parte de la aristocracia en esos días, pese a que después su influjo se evaporó de manera progresiva.
Quizás por lo mismo, tal herencia hispanofilipina es considerada una rara avis de las letras en español, recuperada a duras penas en el curso de los años, estropeada por las mismas condiciones climáticas adversas que han forjado el archipiélago.
Su propio contenido también es considerado una mezcolanza de expresiones a momentos insondable. “Paradójica, salpicada de autores de perfiles quijotescos, cogida a contrapié por la historia, entre sus líneas aparecen rastros de un mundo desaparecido o a un tris de hacerlo y que, sin embargo, todavía mantiene, apenas inaudibles, sus constantes vitales”, reseñó El País en 2015 para describir la literatura filipina difundida en el idioma de Cervantes.
Quizás el ejemplo más cabal de esos mundos sea precisamente el mayor referente de la literatura del país, José Rizal (1861-1896), escritor, pintor cirujano oftalmólogo y padre literario del nacionalismo que inspiró a esta joven nación asiática.
Su novela por antonomasia es Noli me tangere (No me toques), escrita en Alemania en 1887 y prohibida durante décadas en Filipinas, aunque hoy es parte de algunos programas educativos.
Es un texto costumbrista sobre la Filipinas de la época anterior a su independencia de España, una novela romántica y sentimental acerca de amores contrariados o imposibles y un alegato contra la degradación moral de la sociedad por la imposición de una religiosidad, según se decía, en los límites de la superstición. A todo ello se añade una reflexión política sobre las difíciles relaciones de la colonia con su metrópoli.
Rizal fundó junto a profesores, periodistas, políticos y estadistas el periódico Solidaridad, editado en Madrid y Barcelona, dando cuerpo al nacionalismo filipino y sirviendo de caja de resonancia para las inquietudes intelectuales de la época. Fue también la vitrina que tuvieron otros héroes nacionales para expresar sus ideas.
“Las novelas trataron de amores exaltados, injusticias, de amor a la metrópolis y también a una nueva identidad. Fueron tiempos que desde la distancia histórica resultan un tanto confusos por contradictorios, especialmente al observar figuras como la del propio Paterno, personaje estrafalario, siempre entre los españoles y los filipinos rebeldes, estando a favor de todos y de ninguno; José Rizal, leal a España pero ejecutado por ella; o la de Isabelo de los Reyes, padre del obrerismo filipino y al mismo tiempo ideólogo de la Iglesia Filipina Independiente”, reseña El País.
La literatura poscolonial abarcó un período caracterizado por la experimentación con un nuevo idioma, en particular las formas y las imágenes renovadas que ofrecía la literatura inglesa y estadounidense. Así lo demuestra, por ejemplo, The Child of Sorrow (1921), escrita por Zoilo Galang, la primera novela filipina en inglés, vinculada al melodrama y al lenguaje irreal.
Otros nombres relevantes del país son Nicanor Abelardo, Estrella Alfonso, Lualhati Bautista, Carlos Bulosán y los más recientes John Iremil Teodoro –considerado una luminaria en su país por la obra Pagngaran sa Elepante (Nombrando al elefante)-; Christina Pantoja-Hidalgo –lo mismo por Pagan: Ciudad de cuatro millones de pagodas-, y Nicholas B. Pichay.
Todos nombres que, es muy probable, resonarán fuerte en Frankfurt 2025.
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