En estos días, el músico chileno Álex Anwandter suele mantener sus rutinas de ejercicios. No solo por cultivar el estado físico; es un paso necesario para sostener el paso de sus próximos shows en vivo, cargados a la pista de baile. Un paso que decidió a partir del material de El diablo en el cuerpo, su celebrado nuevo álbum lanzado esta temporada, que mostrará en vivo con una gira por Chile y presentaciones en México y Argentina.
Según Álex, el show -que se mostrará por primera vez este 1 y 2 de septiembre en el Teatro Caupolicán- está pensado casi como una fiesta. “Estamos básicamente haciendo un show casi como de discoteca, sin pausa entre las canciones, está como mezclado casi como un DJ set, pero todos tocando como media hora sin parar. Así que súper entretenido, vamos a ver qué tanto me canso, pero han estado ejercitando para evitarlo”.
Por cierto, habrá espacio para revisar algunos temas que han marcado su trayectoria en solitario. “Van a tener su propio espacio, aparte que no sé si puedo bailar dos horas, ya no estoy para eso. Y obvio que la gente la gente también quiere escuchar esas canciones. Para mí se me hace importante respetar mi propio trabajo. Lo que sí puedo decir es que esa otra parte no tan bailable va a tener un rol menor en estos conciertos. Va a ser más tirado para el lado bailable y una cosita distinta entre medio”.
¿Cómo se ve el escenario ya con los años de carrera? ¿Qué tan distinto es cantar en vivo ahora que cuando empezaste como solista?
Sí, es distinto. No es tanto un aprendizaje emocional o sicológico como un aprendizaje corporal. Es como cuando aprendiste algún deporte cuando eras chico, juegas como 20 años después y esa memoria está en los músculos. Lo del escenario funciona así también, es como una memoria media muscular, corporal que se activa y ya la tengo, porque lo he estado haciendo hace bastante. Quizá el primer show voy a estar un poquitito más tieso, pero al rato ya me acuerdo, o sea, pasan 15 minutos y ya estoy.
¿Qué tan complejo es diseñar música bailable?
La música bailable es algo complejo de hacer porque requiere más ingeniería que cualquier otro tipo de música. Tiene que funcionar en un nivel super corporal también. Yo creo que eso es lo difícil, pero igual yo tengo cierta práctica también en este punto. Y siempre pruebo toda la música conmigo mismo. O sea, literal hay que ponerse a bailar para verificar si se puede bailar ¿no? Así que no queda otra.
El diablo en el cuerpo ha tenido en general muy buenas críticas; al igual que Culto, Billboard lo destacó entre los 50 discos que necesitas conocer de los que va de 2023, Rolling Stone también ha destacado algunos de los singles, como Maricoteca. ¿Cómo se toma esas críticas? ¿Le importan? ¿Está atento a lo que se dice de tu trabajo?
O sea, estoy al tanto, porque tengo internet, o sea, no es como que no es como que estoy en una cabaña haciendo bombas, aislado del mundo. Lo que sí encuentro que es importante es como mantener todas esas cosas en su debido lugar y separar mi trabajo de mi sentido como persona. Si a alguien no le gusta el disco, no me puede arruinar el día o el año, porque no lo quiero pasar mal. Entonces, creo que es importante hacer esa separación, solo por salud mental. Pero sí, obvio que al mismo tiempo, si a alguien le gusta, me re alegra.
Sigue tomando la dirección de los videoclips de sus singles, tal como lo ha venido haciendo desde hace años ¿cómo se plasma esa experiencia acumulada de años?¿qué tan diferente es dirigir ahora que en los primeros que dirigiste?
Cuando empecé no sabía nada. A mí me gusta aprender cosas nuevas y no hay mejor manera de aprender qué haciendo. Pero no puedo ver esos video porque encuentro que son demasiado mal hechos, pero son gracioso. Creo que soy un poquito más profesional ahora. Yo creo que la principal diferencia entre antes y ahora, es que ya no me estreso. Y eso no es tan fácil, porque un rodaje es harta plata, juntas en un día, no sé, 100 personas trabajando y estar relajado y pasarlo bien, no es algo menor. Uno busca una cierta tranquilidad, seguridad que te salga bien y encima pasarlo bien, es algo de lo que me siento orgulloso.
¿Y en la parte musical también se estresa menos?
No, ahí me sigo estresando ajajaja (ríe). Es que como yo me produzco a mí mismo, no hay un punto donde alguien me dice oye, tranquilo, está bien. Yo estoy siempre entre dudando de mí mismo y abandonando esas dudas. Después me despierto en la mañana y pienso ‘no, no está bien y después digo, ah no, en realidad está bien’. Es una cosa medio taxativa.
¿Y cómo sabe cuando una canción ya está completamente lista y cerrada?
No, nunca. Mis amigos y la gente cercana se ríe de mí porque porque me conocen mis ciclos de apreciación de mi propio disco, porque estoy trabajando, y digo ‘esto está increíble’ y al día siguiente puedo pensar que esta pésima y que me voy a retirar de la música. Entonces no me toman muy en serio y paso por eso. Después como me termino amigando y digo, ‘ya, bueno tengo que publicarlo’. Con los años escucho alguna canción más antigua y digo, ‘ah, estaba buenísima’ o hay otras que digo ’qué vergüenza esta’. Es muy como tempestuoso.
¿Y qué canciones de las antiguas piensa que pudo hacer mejor?
O sea, hay canciones horribles y hay canciones buenísimas, pero es como medio arbitrario. Hay una canción que le encanta a todo el mundo del segundo disco de Teleradio Donoso (Bailar y llorar, 2008), que se llama Cama de clavos, que yo la encuentro pero horriblemente mala. Y hay otra canción de ese mismo disco, que se llama Granada, que la encuentro buenísima. Todavía de vez en cuando la escucho.
El álbum solo tiene una canción en clave evidentemente política, Balada de la impunidad. Durante el proceso de estallido había publicado Paco Vampiro. ¿Por qué esta decisión?
Me dije ‘ya no voy a hacer ninguna canción política esta vez’. Era medio como ‘bueno, para qué me invitan si saben como me pongo’, Y no lo pude evitar ajaja (ríe). Están tangencialmente tocadas por el momento político de Chile del 2019, en esa época. Hay una que me gusta harto que se llama Vamos de nuevo, que tiene una frase sobre balas que pasan por encima, y es una canción de amor que la escribí en esa época. La frase se usa como contexto, más que decir ‘señores carabineros, por favor no le disparen al pueblo de Chile’, sino que como el contexto de una canción. Entonces tampoco me parecía tan tirado las mechas conectarlo con algo más explícitamente político como esa canción.
¿Ha seguido el actual proceso constituyente?
No sé si tengo mucha opinión al respecto a esta altura...
Pero tendrá opinión sobre el ascenso de gente como Milei en Argentina, que por ejemplo, ha señalado su interés de cerrar el Ministerio de Cultura local...
Horrible. Es un fenómeno global, o sea, en Italia también hay alguien de ultraderecha, aquí en Estados Unidos perfectamente puede salir Trump de nuevo y en Chile está esa bola de ultraderecha también. No sé si en mi opinión es muy relevante al respecto, la verdad y creo que todo el que me conozca un poquito la sabe. Así que no sé si vale la pena reiterarlo mucho.
Nueva York
Este álbum fue compuesto principalmente en Nueva York, donde reside. ¿Qué es lo que le ha resultado más chocante de la Gran Manzana?
Lo que me ha sorprendido positivamente es la infinita diversidad de personas. O sea, te juro que hay gente de todo el mundo; de Nigeria, Ucrania, Inglaterra, Jujuy y eso es muy estimulante. Lo encuentro muy positivo y súper entretenido. Y por ahí me he dado cuenta de que más que las oportunidades o los edificios grandes, yo siento que la gente está acá por eso. Por ahí estoy siendo un poco ingenuo y en verdad que vengan por hacerse plata, pero encuentro muy atractiva la parte social.
¿Y se ha podido insertar en el mercado musical de Nueva York? ¿Cómo ha sido eso?
No, no te podría decir que lo ha hecho aún en ese sentido. Me mudé acá no tanto antes de que arrancó lo del COVID, entonces, fueron varios años donde estaba todo parado. Y después no he querido tocar hasta sacar el disco nuevo, que salió hace no tanto, así que todavía no he tocado realmente. Entonces la verdad no lo sé.
¿Pero habrá notado interés del público estadounidense sobre su trabajo? ¿Les hace sentido que exista música latina que no sea reggaetón, por ejemplo?
O sea, para ser honesto yo creo que no pescan nada. Lo que sea que no esté en inglés, no existe, son muy etnocéntricos. Y claro, las cosas que trascienden la barrera del idioma son excepciones y esas excepciones ya están dentro del género comercialmente más masivo en este momento, que es la música entre comillas, urbana. Así que te diría que no. Claro, tengo relaciones personales y humanas con gente de la industria de acá, pero no es como que Taylor Swift me ubica. Pero la verdad, no me importa.