Por estos días, el fotógrafo Evandro Teixeira (87) se alista para volver a Chile. Un regreso enmarcado en la conmemoración de los 50 años del golpe-cívico militar, que lo tendrá como protagonista de la exposición Fotoperiodismo y dictadura: Brasil 1964 / Chile 1973 que se inaugura este domingo 10 de septiembre a mediodía, en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos (MMDH). En la ocasión estarán presentes el ministro de Derechos Humanos de Brasil, Silvio Almeida, el secretario ejecutivo del Ministerio de Cultura de Brasil, Márcio Tavares, y el embajador de Brasil en Chile, Paulo Pacheco, entre otras autoridades del gobierno brasileño.
Fotoperiodista de larga trayectoria, Teixeira acumuló experiencias en el convulso siglo XX latinoamericano. Con su lente registró manifestaciones durante la dictadura brasileña de mediados de los sesentas y años después, pudo ingresar a Chile como uno de los reporteros extranjeros que registró los días posteriores al golpe y los primeros días de la instalación de la dictadura encabezada por Augusto Pinochet.
Teixiera aprendió de joven los secretos de la fotografía. “Nací en un pequeño pueblo al interior del estado de Bahía, y estando allá, siendo adolescente, hice un curso por correspondencia con José Medeiros, uno de los más grandes fotógrafos y cineastas de Brasil de mediados del siglo XX -detalla a Culto desde Brasil-. Él fue mi gran inspiración. Hasta entonces mi sueño era ser escultor, pero me cambié a la fotografía. Cuando me mudé a una ciudad más grande, tuve la oportunidad de realizar otros cursos de fotografía con destacados profesionales de Bahía. Tuve acceso a cámaras más importantes, aprendí a revelar películas y poco a poco monté mi propio laboratorio para manipular mis propias fotos. Cuando conocí las redacciones de los diarios en Salvador, capital de Bahía, entendí que necesitaba mudarme a Río de Janeiro para sumergirme definitivamente en este universo”.
Tal como lo hicieron músicos de la estatura de João Gilberto, en 1957 se mudó desde Bahía a la bullente Río de Janeiro, por entonces capital de Brasil. “Me presentaron a la redacción del diario carioca Diário da Noite. Por ser un fotógrafo principiante aún, me pusieron a cubrir matrimonios. Eran bodas comunes, sin personas famosas o importantes, pero esa era una pauta que se cubría bastante en aquella época. Después comencé a cubrir bailes de Carnaval en el tradicional Teatro Municipal y desfiles de Carnaval en las calles de la ciudad, y así, conquisté la aprobación y confianza del editor jefe y fui ganando más espacio”.
Así comenzó a labrarse una carrera en el mundo de la prensa. En 1963, pasó a trabajar al Jornal do Brasil, diario carioca que es el tercero más antiguo de Brasil. Ahí vivió y registró la instalación de la dictadura militar brasileña, tras el golpe que derrocó al presidente João Goulart. Un momento que pudo registrar con audacia y fortuna a partes iguales “En la madrugada del 1 de abril de 1964, fecha en que el golpe militar fue instalado, yo fui el único fotógrafo que estuvo presente y registró el inicio del golpe, que ocurrió en el Fuerte Copacabana, una instalación militar a orillas de la playa más famosa del país, en Río de Janeiro. Eran las 5 de la mañana, llovía fuerte y logré colarme con mi cámara Leica M3 debajo de la camisa y los rollos de películas en el bolsillo del pantalón. Esa entrada solo fue posible porque un gran amigo con quien jugaba voleibol en la playa, y que era militar, tocó mi puerta en la madrugada avisándome lo que estaba pasando en el Fuerte y me metió allá adentro. Esta foto terminó volviéndose emblemática en Brasil, con el correr del tiempo, porque anticipaba el clima sombrío que se instalaría en Brasil por tantos años”.
Con el tiempo registró las protestas contra el régimen militar brasileño. “En 1968, fotografié las más importantes manifestaciones contra la dictadura, como la Passeata dos Cem Mil y el Viernes Sangriento. Dentro del Jornal do Brasil había dos censuradores. En ese momento, la icónica foto de la Passeata dos Cem Mil fue censurada y no pudo ser publicada. Pero después pasó a ser publicada en libros y exposiciones, convirtiéndose también en una referencia del movimiento contra la dictadura. Es curioso que hasta hoy las personas que estuvieron en la manifestación se busquen en la foto, pues, a pesar de ser una imagen de una multitud, cientos de rostros son bien visibles”.
Un fotógrafo brasileño en Chile
Gracias a su experiencia en terreno, Evandro Teixeira fue elegido como corresponsal del Jornal do Brasil para viajar a Chile en septiembre de 1973, junto al periodista Paulo Cesar de Araújo. Viajaron el 12 de septiembre, pero al llegar a la frontera, se dieron cuenta que entrar no sería fácil. “Estuve detenido en la frontera entre Argentina y Chile, en la Cordillera de los Andes, durante tres días, junto con otros periodistas internacionales -recuerda-. Nadie podía entrar a Chile. Yo llevaba un laboratorio portátil conmigo, y así pude enviar la foto de la frontera cerrada al Jornal do Brasil. Después de tres días, logré que me llevaran en un avión de la Cruz Roja Brasileña, que salía desde Buenos Aires a Santiago de Chile. Llegando a la capital chilena, me hospedé en el Hotel Carrera, frente al Palacio de La Moneda”.
En esa época, el trabajo se hacía a pulso. Para revelar sus fotos, Teixiera debió recurrir al ingenio. “En los viajes, el propio fotógrafo revelaba sus películas en blanco y negro, generaba el negativo y a partir de este, las copias en papel fotográfico. Todo esto era hecho en un laboratorio improvisado en el baño del hotel. Después, poníamos cada foto en un equipo de transmisión llamado ‘telefoto’, que estaba conectado telefónicamente al diario. Cada foto tardaba siete minutos en transmitirse, como si fuese un fax. No sé si gran parte de los lectores del diario sabrán hoy lo que es un fax… (risas)”.
“Por supuesto que todo esto generaba un estrés adicional, sumado a todo lo que ya estábamos viviendo, que era el peligro mayor de ser detenido y torturado, además de la tristeza de vivenciar el escenario sombrío que se apoderó de Chile, tal como ya había ocurrido en Brasil”, agrega.
Una mañana Teixiera bajó desde su habitación en el Hotel Carrera y caminó los casi 90 metros que hay hasta La Moneda. O más bien lo que quedaba del palacio tras el duro bombardeo de los aviones Hawker Hunter de la Fuerza Aérea de Chile durante el día 11 de septiembre. Rápido, acomodó la cámara Leica M3 y comenzó a disparar. “Fotografié los destrozos del Palacio de La Moneda después del bombardeo con mucha emoción y miedo de ser arrestado o muerto. El Palacio estaba rodeado de miles de militares en todo momento, nadie podía acercarse. Temía por mi vida, pero con la experiencia y suerte, que estaban siempre a mi lado, logré ser discreto y conseguir los clics”.
-Usted también pudo registrar a los detenidos en el Estadio nacional ¿cómo pudo acceder al recinto? ¿pudo conversar con los detenidos o trataban ellos de preguntarle algo?
La prensa internacional cuestionó a los militares chilenos sobre la tortura y maltratos a los presos políticos que permanecían recluidos en el Estadio Nacional. Los militares, entonces, invitaron a la prensa al Estadio para refutar el cuestionamiento. Al día siguiente nos enviaron en un autobús arrendado al Estadio Nacional. Llegando allá, los militares chilenos dieron un discurso y nos presentaron a un grupo de prisioneros en las graderías, quienes supuestamente estaban siendo bien tratados. Una farsa montada para la prensa internacional. Sin embargo, yo conocía el Estadio Nacional como la palma de mi mano, porque allí había realizado la cobertura del Mundial de Fútbol, ocurrido años antes en Chile. Entonces, me separé del grupo y caminé por el Estadio por algunos minutos con mi Leica escondida en el chaleco, apunté a las escaleras que conducían a los camarines del subterráneo y bajé. Allí encontré a los verdaderos presos políticos, en el sótano. Algunos tras las rejas, otros siendo registrados cara a la pared, otros siendo empujados a otra habitación. Sólo tuve tiempo de realizar unos cuantos clics y subir las escaleras. Fue impactante ver la realidad. Llegué al hotel, no podía conseguir conexión con Brasil y solo pude enviar una sola foto. Y fue publicada en la portada del Jornal do Brasil, echando por tierra la farsa montada por el gobierno de Pinochet en el Estadio Nacional. Cuando se publicó esta foto en Brasil, comencé a correr más riesgo en Chile y tuve que quedarme algunos días resguardado en la habitación del hotel. Mucho miedo.
- ¿Cómo era la actitud de los militares con usted?
Mi forma de afrontarlo siempre fue a través de mis fotografías. Y para conseguir los clics, mi actitud tenía que ser discreta e astuta. Yo evitaba la confrontación directa, fingía seguir las reglas, todo para conseguir las imágenes que quería. Mi arma contra la dictadura fue mi Leica M3.
Teixeira, además fue el único fotógrafo que pudo acceder a tomar fotografías al cuerpo del poeta Pablo Neruda, fallecido el 23 de septiembre en la Clínica Santa María. Además acompañó a la viuda, Matilde Urrutia hasta la residencia de La Chascona, la que había sido arrasada por el personal militar. Con el peligro latente, además registró con su lente el funeral del Premio Nobel, el 25 de septiembre. Un evento que fue custodiado por los militares y que se considera el primero en que se manifestó la incipiente oposición a la dictadura militar. “El momento del entierro fue de una fuerte emoción, y no pude contener las lágrimas, pero estas no me impidieron seguir tomando fotografías, porque sabía la importancia histórica de aquel momento”, dice Teixiera.
El fotógrafo Evandro Teixeira estará en Chile entre el 8 y el 12 de septiembre para presentar la muestra retrospectiva de su trabajo. “La exposición Fotoperiodismo y dictadura: Brasil 1964 / Chile 1973 es una defensa apasionada de la democracia, realizada por el conjunto de mis fotografías, que revelan y eternizan un capítulo tenebroso de la historia de Brasil y Chile. Pero al contar esta historia, conseguimos también mostrar a las nuevas generaciones lo que es, realmente, una dictadura y sus horrores. Es necesario siempre renovar la fe en la democracia”.