Columna de Daniela Lagos: Jury Duty, un simpático experimento

Jury Duty

La serie cuenta con un gran elemento a favor, que es la novedad de su premisa y el hecho de que sin duda genera interés ver actores que tienen que estar una gran parte del día encarnando a sus personajes, ver también las reacciones de una persona común a situaciones absurdas y absolutamente fuera de lo convencional, y el desarrollo de un experimento largo y sostenido.



En los años 90, uno de los programas más populares de la televisión argentina era Videomatch, un espacio donde se mostraban videos de chascarros, sketches y también cámaras indiscretas.

Ahí, uno espacio que se volvió icónico fue el llamado “Peor día de tu vida”, donde el programa elegía a una víctima a la que durante todo un día -gracias a producción y varios cómplices- le salía todo mal. Había cámaras escondidas por todos lados, actores interviniendo y generando situaciones incómodas y desafiantes, toda una gran producción. Algo similar, sólo que a grandísima escala y con menos accidentes, es lo que sucede en Jury duty, serie que esta semana llegó a Amazon Prime Video.

Aquí la víctima es Ronald, un tipo joven que cree que ha sido seleccionado para ser parte del jurado en un juicio civil, que además está siendo grabado para un documental sobre el sistema judicial. Ahí empieza un viaje que dura tres semanas, donde debe presenciar los argumentos de un caso absurdo y compartir con sus excéntricos compañeros de jurado, entre los que se cuenta al actor James Mardsen (X-Men, Hairspray), quien hace una parodia de sí mismo.

Jury Duty

La serie cuenta con un gran elemento a favor, que es la novedad de su premisa y el hecho de que sin duda genera interés ver actores que tienen que estar una gran parte del día encarnando a sus personajes, ver también las reacciones de una persona común a situaciones absurdas y absolutamente fuera de lo convencional, y el desarrollo de un experimento largo y sostenido. Y lo cierto es que la comedia sí logra buenos momentos y la risa que da el estar viendo a una persona engañada durante semanas. El elenco, en su totalidad desconocido excepto por Mardsen, logra mantenerse en personaje, no soltar carcajadas en momentos ridículos y jugar con la “víctima” sin nunca hacerlo pasar por tonto o dejarlo en vergüenza.

Al mismo tiempo es una serie menor y que perfectamente puede estar de fondo mientras se hace cualquier otra cosa. Por la misma premisa y el hecho de que todo tiene que tener un mínimo de credibilidad para Ronald, a quien además no quieren hacer pasar el peor día o días de su vida, finalmente lo que pasa no es tanto.

Son momentos divertidos o incómodos pero nunca al extremo. Todo se mueve en un delicado equilibro que hace que a ratos la producción se pueda ver más como un acto de circo; de manejar todos los hilos para que no se descubra el secreto, más que una serie realmente entretenida y buena por el contenido de la historia que se va desarrollando.

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