Entre los dibujos animados, las series envasadas y el Festival de la Una, estaba Mazapán, un espacio dedicado a la infancia a cargo del proyecto musical del mismo nombre. Tuvieron espacio en Canal 11 (hoy CHV) hacia 1983 y dos años después en Televisión Nacional. Con ello, impactaron en la sociedad chilena. Su propuesta, a contrapelo de lo que se ofrecía en la época, marcó una forma de hacer televisión, además de imponer un rico cancionero propio con inolvidables títulos como La vaquita loca, Vamos a jugar o La cuncuna amarilla.
Uno de los niños que veía el programa era Juan Carlos Poveda. Hoy, musicólogo y académico de la UAH, acaba de publicar el primer libro dedicado a fondo a la historia del conjunto y su particular propuesta, titulado Infancias de Mazapán, para el que contó con la venia y el apoyo de todas las integrantes. “Básicamente, como niño fan escuché a Mazapán a mediados de los 80′. Estudié música, cursé un doctorado y saliendo de eso, me metí en la música de la infancia que era un interés que tenía hace mucho tiempo”, detalla.
Mazapán se formó en 1980 a partir del interés de Carmen Lavanchy, quien convocó a seis colegas, con quienes se había formado en la Pontificia Universidad Católica; Cecilia Álamos, Victoria Carvallo, María de la Luz “Lulú” Corcuera, Cecilia Echeñique, Verónica Prieto y Michelle Salazar, todas con estudios musicales y pedagógicos. La idea era trabajar un repertorio alternativo al que se ofrecía a la infancia por entonces, más asentado en la música tradicional y en el entretemiento.
“En varias entrevistas ellas cuestionan el cómo era posible que les pusieran música disco a los niños en la televisión. Entonces, hay un contraste muy fuerte entre estas personas profesionales de la educación y la música, y la televisión para niños que, con pocas excepciones, generalmente estuvo en manos de gente muy amateur que improvisaba”, señala Poveda.
Por ello, las Mazapán aprovecharon al máximo su formación académica para diseñar un cancionero original. Eran composiciones sencillas, pero articuladas sobre estructuras que tomaban rasgos de la música occidental europa, al folklore chileno. “Son canciones compuestas por todas las integrantes, aunque con los arreglos de Carmen Lavanchy -dice el autor-. Es una música que tiene mucho trabajo en términos de arreglos, composición y originalidad. Además incluye universo de instrumentos y estilos muy amplio, que va del rock, al bossa nova, la música de vanguardia y el folklore de todo Chile”.
Esta construcción no era casual, pues las artistas trabajaron sobre un concepto base. “La idea que existía es que el niño no era capaz de hacer y comprender cosas difíciles. Pero ellas entienden a la niña y al niño como un ente receptor, que son capaces de asimilar un lenguaje complejo, obviamente no de forma racional, pero sí de forma lúdica, en que se puede bailar y recrear con ellos”, dice Poveda.
El cancionero de Mazapán se consolidó en discos de largaduración, desde el debut discográfico con Cuento y canciones infantiles (1980). Parte de este material fue el que llegó a los espacios televisivos en que la agrupación comenzó a intervenir desde 1981 y hasta 1985. “Yo creo que los años en la TV inyectan en la memoria de una generación de madres, padres, niñas y niños una serie de canciones. Hay al menos 8 a 10 hits que se quedaron muy grabados en la mente de las personas, como La Chinita Margarita, La vaquita loca, La Cuncuna -comenta Poveda-. Pero hay muchas otras canciones que no fueron grabadas para los programas y están en los discos, las que abren más el arco musical de Mazapán. Es música que suena muy sencilla, pero que tiene una construcción muy fina con recursos orientados para el niño”.
Mazapán en la TV
Tras lanzar su primer álbum, las Mazapán fueron contactadas para contribuir con música para espacios como el proyecto Teleduc y el programa El rincón... del Conejo TV. Por entonces, en algunas entrevistas de la época ya manifestaban su distancia con la televisión convencional dirigida al público infantil, basada en programas de concursos y animación. En 1983 llegó la chance de un espacio en Canal 11, llamado Masamigos, por iniciativa de la directora ejecutiva Marta Blanco, quien había asumido el puesto ese año. “Ella contacta a las Mazapán y las invita a contar con una media hora diaria en la televisión. Ahí más que la música, el desafío fue desarrollar movimiento, cuento, exploración, vestuario. Era un programa muy original”, dice Poveda.
Según el autor, el programa marcaba un contrapunto con lo ofrecido en la época. “Poca gente se acuerda de que en el programa se incluía música de vanguardia; se podía mostrar una escultura de Rebeca Matte para decirle a las niñas que una escultura podía ser mujer, por ejemplo. También encarnaban personajes masculinos. En el libro hay un testimonio de profesor de música que, siendo gay, dice que se asumió de esa manera muy naturalmente de niño al ver esta a estas ‘tías’ actuando como hombres”.
Con éxito de crítica y sintonía, el programa se mantuvo hasta 1984. De allí vino el salto de TVN con una oferta que contó con mayor presupuesto y posibilidades técnicas, aunque las integrantes no transaron en una condición: nada de publicidad en su programa. Una jugada audaz en un momento en que la televisión debía autosustentarse debido al Decreto Ley nº1086 de 1975. Así Mazapán comenzó a emitirse en un ritmo diario (a las 11.30 de la mañana) desde junio de 1985, bajo la dirección de Gabriela Tesmer. En esta etapa pudieron incluir animaciones para las canciones, además de personajes de fantasía interpretados por las integrantes.
Pero la incursión en TVN solo se extendió por unos pocos meses. En septiembre de 1985, cuando el programa gozaba de popularidad y reconocimiento de crítica, las Mazapán recibieron una invitación para participar en un evento aniversario de CEMA Chile, la institución orientada a la infancia precarizada, cuyo rostro era Lucía Hiriart, la esposa del dictador Augusto Pinochet. “Ellas se excusan de participar. Al día siguiente llegan al canal y un auxiliar les avisa que no les van a pasar más escenografía y no van a grabar más. A duras penas logran grabar los últimos capítulos y para octubre ya están afuera. Ahí lo que hace el canal es repetir episodios. Es una historia que era casi mito urbano, pero está bastante documentada”, dice Poveda.
La situación generó una insólita protesta. “Irrumpen en una sesión del directorio donde estaba gente como Manfredo Mayol, Osvaldo Riffo, etc. Cantan la canción Vamos a jugar, pero le cambian la letra nombrando a los que estaban ahí para manifestar su queja. Ahí se terminó la pasada de Mazapán por la televisión. Tiempo después hubo algún asomo de posibilidad que las recontrataran pero el tema de que no querían incluir publicidad ya no era aceptado por nadie”.
Según Poveda, el breve paso de Mazapán por la televisión dejó una huella. “Era una apuesta lúdica y formativa en un contexto de una televisión que ya tenía que sobrevivir con sus propios medios. Una fórmula original y exitosa que solo podría comparar con lo ocurrido años después con 31 minutos, por ejemplo”.
El libro Infancias de Mazapán, se lanzará el próximo 24 de octubre a las 18.00 horas en el campus B de la Universidad Alberto Hurtado (Av. Los Leones 1200). En la ocasión, el grupo Mazapán estará presente.