Olga Tokarczuk, premio Nobel de Literatura 2018: “La obsesión es uno de los mejores motivos que llevan a una autora a escribir”

Olga Tokarczuk wsp

La destacada autora polaca publica en el país su última novela, Los libros de Jacob, basada en la historia real de un judío que se autoproclamó el Mesías. En una rueda de prensa a la que asistió Culto, su autora se explaya sobre el libro, el rol de la literatura en la actualidad, y por supuesto, los conflictos en Europa oriental.


La vida de Jacob Frank parece novelesca, pero ocurrió en la vida real. A mediados del siglo XVIII, este personaje nacido en Korolówka, Polonia (hoy Ucrania) tuvo la ocurrencia de autoproclamarse el Mesías judío, su religión de nacimiento. Pero como suele ocurrir en las zonas limítrofes y de intercambio cultural, todo fluye con plasticidad. Polonia tenía como vecinos a Prusia, Austria, Rusia y al Imperio Otomano. De ahí a que Jacob Frank también profesó el Islam y hasta el cristianismo.

No bastándole esa inquieta filiación religiosa, Frank además fundó su propia secta, el Frankismo, en la que instaba a sus seguidores a trasgredir cuanta norma moral fuese posible, practicando incluso -según se cuenta- orgías y bacanales. Por supuesto, fue tratado como hereje y perseguido.

La particular historia llamó la atención de la escritora polaca Olga Tokarczuk, Premio Nobel de Literatura 2018. Desde ahí, comenzó un arduo trabajo para convertir la vida de Frank en una voluminosa novela-río de 1.072 páginas. Se llama Los libros de Jacob, y en nuestro país se encuentra disponible vía Anagrama, la casa catalana que ha publicados sus libros en castellano.

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Escrito como una suma de libros, como si fuese una versión apócrifa de la Biblia o el Pentateuco, Tokarczuk presenta este libro como si fuese el Evangelio perdido de un Mesías excéntrico. Más aún, y en una decisión audaz para el mundo editorial, numera las página al revés, como se hace en los libros sagrados hebreos.

Hoy, Tokarczuk recibe las preguntas de los medios del mundo en una concurrida rueda de prensa a la que asistió Culto. ¿Qué fue lo que más le fascinó del personaje de Jacob Frank para que se decidiera a escribir una novela sobre él?, le consultamos. La polaca se acomoda en su asiento y nos contesta.

“En primer lugar, pensé cómo no se ha contado todavía esta historia maravillosa, cómo es que se ha quedado en el olvido. Yo la descubrí en el norte de Polonia, en una librería pequeñita. Ahí encontré la historia, la comencé a leer y pensé: ‘Esto no puede ser. Yo estoy tendría que saberlo. De repente es como si nos hubiesen borrado esta historia de nuestra imaginario colectivo, desde el principio pensé que era material de escritura”.

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“Primero pensé en hacer un ensayo, breve, sobre Jacob Frank, pero cuando empecé a trabajar en ello y a meterme en el tema, me di cuenta de que tenía poco conocimiento al respecto, de que tenía que informarme más, prepararme más, documentarme. Ese fue el comienzo de este proyecto. ¡Me pasé ocho años completando todos esos datos! Toda esa información, escarbando por aquí y por allá, metiéndome en los archivos, viajando, siguiendo el rastro de Jacob Frank por Europa”.

Desde el principio fui capaz de ver que la situación de Europa de hace 200 años se parece bastante a la de hoy. El problema de las personas nuevas -no voy a hablar de migrantes o inmigrantes, sino de personas que llegan a estabilizar sus vidas en una sociedad- siempre ha sido la relación entre el recién llegado y quienes estaban ahí. Creí que era fantástico mostrar el punto de vista del recién llegado, de quienes traen su propia tradición, sus idiomas, y tienen que negociar. Eso está pasando todavía en Europa.

También me interesaba la situación de los judíos en Europa, en Polonia, puesto que a veces me da la sensación de que cuando uno estudia Historia, la idea de los judíos se queda estancada en el Holocausto, en ese punto tan oscuro de la Historia, y a veces la gente no se pregunta qué ha pasado, cómo puede ser que una población tan grande de judíos se encontraran en esos territorios. Ese fue mi segundo motivo para encarar este libro. Fue algo muy íntimo y muy privado, puesto que mi familia viene de la región donde sucede toda esta historia. Yo conocía los nombres de esos pueblos, de esos ríos por mi propia vivencia personal. En cierto modo, después de 2 o 3 años estudiando los archivos, todos esos materiales históricos me obsesioné con la historia. Es la mejor explicación que te puedo dar. Estaba obsesionada. La obsesión es uno de los mejores motivos que llevan a una autora a escribir”.

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La autora de Los errantes (por el cual obtuvo el Premio Man Booker) también reflexiona si acaso la actual sociedad europea tendría espacio para mesianismos, como el de Jacob. “Yo creo que sí, porque todas las ideas en las que estamos inmersos desde los últimos 200 años se han fusionado. Pero no creo que este tipo de revelación nueva vaya a venir desde la religión, pienso que nos va a llegar a partir de los movimientos sociales, a partir de reinterpretaciones de nuestro pasado, de nuestra historia”.

Por supuesto, Tokarczuk también tuvo un espacio para pensar sobre el rol de la literatura en estos días. “Me parece que la literatura es una herramienta muy potente, muy fuerte. Según como yo lo veo, es una herramienta muy sofisticada y profunda de ejercer la comunicación entre pueblos, entre personas. Yo no creo en literaturas nacionales, a mí me da la sensación de que uno escribe libros en distintos idiomas, pero a fin de cuentas, el contenido es el mismo, es algo mucho más profundo y va más allá de los localismos, de los idiomas, de las lenguas. Podemos recuperar esas narrativas antiguas, esos relatos y ahí la literatura tiene un papel muy fuerte que ejercer. Se podría decir que si encuentras la buena manera de diseminar ese contenido por todo el mundo, esa es una buena manera siempre. Es muy atractivo poner nuevas ideas en la literatura, e ideas antiguas también, juntas e intentar comunicar de manera profunda. Pienso que la literatura nos abre, que haya empatía con otros seres. Percibir al otro”.

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“Estoy convencida de que en literatura lo importante no es la lengua sino las imágenes que estamos difundiendo. Las palabras nos sirven para describir esas imágenes, que pueden ser clásicas, antiguas, heredadas del pasado y que aún así las tenemos en la cabeza. Ya saben que soy sicóloga de profesión, así que tengo esa manera de pensar”.

Por supuesto, se le consultó sobre su rol como escritora tras haber recibido el Nobel.Ahora me convertido en una escritora mucho más cautelosa y soy consciente de algunas expresiones que utilizo, metáforas, términos, algunas palabras que podrían interpretarse como provocación. El malentendido es justamente es el gran problema que tenemos sobre la mesa, porque utilizar fragmentos de una frase sacados de contexto ya de por sí es una actividad que está de moda en internet”.

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Reflexiones europeas

Tokarczuk también abogó por el futuro de la Unión Europea. “Pienso que Europa es la mejor idea que se ha inventado en el último siglo y estoy orgullosa de que siga existiendo, a pesar de todos los problemas que hemos tenido con la inmigración, cambio climático, etc. Creo que hay que hacer todo lo que esté en nuestras manos para mantener esa Unión Europea como sistema, para que se sostenga, para que sigamos juntos, y esto lo digo desde mi perspectiva como ciudadana polaca, que ahora tiene que enfrentarse a una situación con el gobierno polaco que está intentado marcar una distancia mayor con la UE. En Polonia tenemos miedo de adonde nos puede llevar esta política, porque puede llevar a dividir a la UE. También creo en la Europa de las regiones, no de las naciones. Una región es más fácil de experimentar, la nación es una idea más abstracta”.

Hay un auge de los movimientos de ultraderecha bastante peligroso, y parece que se fuera a repetir la historia. Eso es peligroso, por eso el presente no es tan prometedor como debería”, comenta la autora, haciendo alusión a la situación de su país, donde justamente la ultraderecha ha ido en alza.

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Por supuesto, Tokarczuk se tomó el tiempo para pensar el conflicto de Rusia y Ucrania. “Estamos muy implicados emocionalmente en la guerra de Rusia y Ucrania, estamos muy cerca. Se repite la historia. La gente de mi edad nunca se hubiera podido imaginar que eso volvería a pasar. El ejército ruso con tanques acercándose a la frontera, parece una pesadilla, pero eso demuestra que esas antiguas maneras de pensar y resolver los problemas a la vieja usanza se pueden todavía utilizar, porque aún tenemos muy presente en nuestras mentes la Segunda Guerra Mundial, y parece que estamos viviendo de nuevo la misma situación. Siempre intento ser muy positiva, lo intento cuando leo la prensa, y veo cuando los europeos ven la crisis climática y no ven futuro posible”.

De cara a las elecciones que se avecinan en su país, comentó. “Nadie sabe lo que va a pasar, no me pidas un pronóstico porque no tenemos ni idea. Solo puedo decir que me da mucho miedo. Tengo miedo de la situación de Polonia, porque no está clara en lo absoluto. La tensión se palpa en el ambiente y tengo mucha suerte de no estar estos días ahí”.

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