“Espero morir antes de envejecer”, cantaba Roger Daltrey, el cantante de los Who, en la icónica My Generation. Un himno de la generación del rock and roll publicado en 1965, que desafiaba a la adultez y celebraba la juventud de postguerra. Hoy, cuando varios de los músicos de los sesentas han cruzado, o están por cruzar los 80 años, pareciera que envejecer no es tan malo. Es el caso de gente como Roger Waters, Bob Dylan, Paul McCartney, entre otros.
Paul McCartney se mantiene en activo. Durante la pandemia publicó el buen álbum McCartney III, grabado en el estudio de su casa. Pero no puede eludir la sensación del directo. En los próximos meses volverá a Sudamerica, con shows en Brasil, en el marco de su gira Got Back. Además, se espera el lanzamiento de la última canción inédita de The Beatles, reconstruida a partir de un antiguo demo de John Lennon y las grabaciones adicionales de Ringo Starr, George Harrison y el mismo “Macca”.
Nacido en junio de 1942, en plena II GM, McCartney se ha preocupado, además, por mantener una buena condición física. Suele practicar running y seguir rutinas de yoga. Aunque no cuenta con un personal trainer. Como en la música, hace las cosas a su modo. “No soy el tipo de persona que necesita un entrenador para mantenerse en forma. Voy y observo lo que ellos hacen y luego les copio” señaló en un entrevista.
Llegar a los 81 como el ex Beatle, requiere dejar otros hábitos. En los 60′s fue directo al detallar que había consumido LSD, en una época en que había una cierta permisividad con las drogas y de alguna forma se había vinculado a los procesos creativos. Eso ya quedó atrás. “La última vez que fumé marihuana fue hace mucho tiempo. En lugar de fumar un porro, ahora tengo una copa de vino tinto o un buen cóctel margarita”, dice McCartney.
El empeño de McCartney por mantenerse en forma es tal, que incluso practica yoga para los ojos. Así, tal cual. Según reveló en el podcast de Jessie Ware, es un método que aprendió en el año 2000, lo que le ha permitido conservar una buena vista y así no usar anteojos. “Aprendí de un yogui en la India. Él me explicó que nuestros ojos son músculos. Nuestros oídos no lo son, así que no podemos ejercitar nuestros oídos. Pero nuestros ojos, sí podemos”, señaló.
Algo similar a lo que ocurre con sus compañeros de ruta, los Rolling Stones. Tanto Mick Jagger, Keith Richards y Ron Wood han dejado atrás los años de salvajadas y drogas a destajo, para limpiarse. A días de lanzar un nuevo álbum, sus Majestades Satánicas han optado por un estilo de vida saludable, sin drogas, cigarrillos ni alcohol, en que las frutas y las verduras son su opción más recurrente en el menú.
Otro que continúa en actividad es Roger Waters. Cumplió 80 años en septiembre pasado y dentro de pocos días, el 6 de octubre, lanzará The Dark Side of the Moon Redux, una reinterpretación del clásico álbum de Pink Floyd publicado hace medio siglo, del que ya se conocen cortes de adelanto como Money, Time y Speak to me/Breathe. Nada raro en una trayectoria que en los últimos años se ha concentrado en repasar la obra de la banda, de hecho no ha publicado música inédita desde el álbum Is this the life we really want? (2017).
“El Dark Side of the Moon original parecía ser en cierto modo el lamento de un ser anciano sobre la condición humana. Pero Dave, Rick, Nick y yo éramos muy jóvenes cuando lo creamos, y si observamos el mundo que nos rodea, está claro que el mensaje no ha cuajado. Por eso empecé a considerar lo que la sabiduría de una persona de 80 años podría aportar a una versión reimaginada”, comentó el mismo Waters sobre este lanzamiento.
Waters no solo mira (con mucha frecuencia) a los años de gloria de su banda madre. Desde sus cuentas en las redes sociales, opina sobre la contingencia mundial. Ha planteado su posición sobre temas tan candentes como la invasión rusa a Ucrania, o el más espinudo, el conflicto árabe-israelí. Ahí se ha mostrado como un feroz crítico del estado de Israel, lo que le ha valido críticas. No solo por sus palabras, sino hasta por sus puestas en escena.
Así ocurrió por ejemplo, con el traje de dictador que suele vestir para los shows en que interpreta pasajes del álbum The Wall. Eso desató críticas hasta el embajador israelí en Chile, Gil Artzyeli, a propósito de la gira This is not a drill, que lo traerá al Estadio Monumental de Santiago el 25 y 26 de noviembre. “Roger Waters es antisemita hasta la médula, y tengo alergia al antisemitismo. Hay que enfrentarlo, no se le puede dejar -dijo a Culto-. Él es un problema, pero el problema más grave son los miles que lo están escuchando. Kanye West, con sus declaraciones antisemitas, fue limitado, nadie lo escucha, y Adidas cortó todos sus contratos”.
Otro célebre octogenario es Bob Dylan. A sus 82 años, se mantiene de gira. De hecho, esta temporada sus shows hicieron noticia por su conocida resistencia a los teléfonos. En sus 12 shows en España, durante el verano boreal, el artista contrató los servicios de Yondr, una empresa especialista en crear espacios sin móviles.
Dylan publicó el trigésimo noveno álbum de su carrera, Rough and Rowdy Ways, en 2020. Con este salió a la carretera tiempo después. Pero con su habitual gusto por lo impredecible también ha estado atento a otros cruces. Así, volvió a subir a escena en agosto pasado acompañado por parte de los Heartbreakers, la banda soporte del fallecido Tom Petty, que en el pasado fue su banda soporte en las giras True Confession (1986) y Temples in Flames (1987).
Con ellos, interpretó un set de tres temas de su repertorio firmado en los sesentas, en que incluyó Maggie’s Farm, Positive 4th Street y Ballad of a Thin Man. Lo más sorpresivo, es que además la interpretación fue muy cercana a las versiones de estudio, diferente a lo que suele hacer Dylan en sus propios shows, donde reinterpreta su material hasta hacerlo casi irreconocible, salvo por la letra.
Dylan también ha estado cruzando la línea hacia las estrellas actuales. En agosto se conoció la posibilidad de una colaboración con el músico Post Malone, un declarado admirador del Bardo de Minnesota. Aunque el cantautor le entregó algunos textos para musicalizarlos, finalmente todo quedó en nada. Pero que una estrella de 28 años se haya interesado en hacerse cargo de lo que sale del puño y letra de alguien que podría ser su bisabuelo, detalla cómo el rock and roll ha mantenido la leyenda de aquella generación que instaló el cambio como eje de creación artística. Y aunque los tiempos han cambiado, como escribió el mismo Dylan, la música sigue.