La música chilena ha sufrido un duro golpe. La mañana de este viernes ha muerto Carlos Fonseca, histórico mánager del rock nacional y responsable de impulsar la carrera de Los Prisioneros durante los 80 y principios de los 90. Quizás desde las sombras y lejos de las cámaras, su contribución al cancionero local es fundamental. Tenía 62 años.
La noticia la confirma a Culto el entorno más cercano del representante. Hace poco más de un mes le habían diagnosticado un agresivo cáncer al riñón, enfermedad que lo tuvo internado en la Clínica Indisa. Por ello, en agosto pasado había dejado en pausa su trabajo habitual en la gestión de parte del catálogo de Los Prisioneros y otros artistas. La muerte lo sorprendió mientras preparaba un último proyecto, la reedición del disco En las Raras tocatas nuevas de la R&P, el que se espera sea publicado en las próximas semanas.
Jorge González se refirió a la muerte del mánager en conversación con Culto. “Carlos ha sido una persona muy importante en mi música y en la de muchos otros. Vayan mis condolencias a su gente, en especial a su hijo”.
Por su lado, Miguel Tapia destacó la importancia de Fonseca para la historia del grupo. “Me siento muy afectado y golpeado, Carlos fue una persona vital en la vida de Los Prisioneros. Desde el principio y hasta el final. Desde el comienzo, cuando escuchó un demo muy mal grabado de nuestra parte y confío de manera inmediata en nosotros como grupo. Siempre pensó que podíamos llegar alto. Y hasta el final: Carlos fue clave en la reunión de Los Prisioneros en 2001. Sin él, jamás nos podríamos haber podido juntar y yo jamás me hubiera unido a ese show. Siguió siendo importante hasta estos días, porque estábamos planificando lanzar el disco de las Raras tocatas nuevas y el Blu Ray de los conciertos en el Nacional. Estábamos muy entusiasmados con eso. Eso demuestra lo relevante que fue”.
Mientras, Claudio Narea publicó un post en su cuenta de Instagram. Es sabido que mantuvo diferencias con Fonseca durante buena parte de la carrera de la banda. “Tuve diferencias con él, creo que Carlos nunca entendió quién era quién en la banda, simplemente porque, a pesar de que estuvimos tan cerca, nunca fue amigo de ninguno. Era un compañero de ruta que nos miraba desde lejos. Solo pensaba en la música y los negocios. Pero tuvo la decisión de apoyar desde el comienzo a estos tres chicos de San Miguel, financiando los primeros demos”.
Carlos Alberto Fonseca Velasco nació en Lima en 1961, pero vivió buena parte de la niñez y la adolescencia en el Buenos Aires setentero que pasaba de a la dictadura militar. Una época convulsa en que surgió una brillante escena rockera que pudo conocer de primera mano. En varias entrevistas recordó que asistió al debut de Serú Girán en Obras Sanitarias y al regreso de Almendra en 1979, ocasión en que pudo saludar en camarines a Luis Alberto Spinetta y Emilio del Guercio.
En la casa de los Fonseca Velasco los discos eran un objeto valorado. Los hermanos mayores de Carlos eran consumados melómenos y su hermana, una seguidora de los Beatles. Un verano, su hermano mayor no paró de poner en el tocadiscos los simples Satisfaction de los Rolling Stones y Like a Rolling Stone, de Bob Dylan. Fue el momento definitivo que lo impulsó a comprar discos. El primero que adquirió fue Rubber Soul del afamado grupo de Liverpool.
El gusto por la música lo llevó a masticar una idea. “Desde los 14 años tenía ganas de poner una disquería. Entonces ya tenía el nombre, Fusión y la idea de poner una pantalla gigante con videos en la vitrina. Una manera bacán de difundir música siempre atrae gente”, detalló en una entrevista con La Cuarta. Comenzó a trabajar con una disquería en Buenos Aires, donde conoció el tejemaneje del negocio. Pero al regresar a Chile logró concretar su idea.
La noche del 30 de abril de 1981, Carlos Fonseca no durmió por descargar las 120 cajas con 8.400 discos con las que abrió la disquería Fusión, en los locales G y H de la galería Drugstore de Providencia. Con la música a todo volumen desde un equipo Yamaha y unos televisores en las vitrinas, deseaba imprimir un aire novedoso a la tienda. “Ese día el mejor cliente fue el Coti Aboitiz, el de Aparato Raro y La Ley -recordó-. Llegó y se compró todos los discos de The Doors, era fanático. Tenía unos cassettes y me contó la historia de su fanatismo por Jim Morrison”.
Tiempo después conoció a Jorge González en la carrera de Licenciatura en Música, en la Universidad de Chile. Allí se generó una amistad que se volvió una colaboración profesional. Fonseca quedó impactado por las letras de González. Tiempo después, se enteró que el samiguelino tenía una banda con otros dos amigos, Miguel Tapia y Claudio Narea. Así, Fonseca se volvió su mánager. Aprovechando que tenía un espacio en Radio Beethoven (llamado Fusión Contemporánea), se registraron los primeros demos de la banda en las oficinas de la misma disquería.
Fue en la tienda Fusión donde se comenzó a promocionar a Los Prisioneros. Además, tanto Jorge González como Miguel Tapia trabajaron allí como vendedores. Su gestión logró impulsar la carrera del grupo en sus primeros años, probablemente los más significativos de su carrera. Pero no se quedó allí. También trabajó con otros nombres del emergente nuevo pop chileno, como Nadie, Emociones Clandestinas y además, gestionó a La Ley en sus inicios. Financió sus primeros demos y logró que la EMI se interesara en distribuir su primer casstte homónimo de 1988. Pero tras publicarse el siguiente cassette, Desiertos, ya con Beto Cuevas como cantante, la banda rompió su vínculo con Fonseca argumentando que necesitaban a alguien con dedicación exclusiva.
Ya en la década de los 90′, tras el quiebre de Los Prisioneros en su primera etapa (aunque manejó por un par de años la carrera solista de Jorge González), Fonseca asumió la dirección ejecutiva de la filial chilena de la multinacional EMI. Allí se encargó de gestionar el Proyecto de Nuevo Rock Chileno, que permitió la difusión de una decena de bandas y solistas, con resultados dispares. De ese lote salieron nombres como Lucybell, Christianes, Machuca, Los Santos Dumont, Los Tetas y Pánico.
En el cambio de milenio, Fonseca volvió a trabajar como mánager de Los Prisioneros, en su retorno a los escenarios. Los sanmiguelinos llenaron las dos noches de sus shows de regreso en el Estadio Nacional, marcando un hito para la música popular chilena. La nueva etapa se extendió por cuatro años, en que se publicaron cuatro discos, un DVD y un quiebre interno que significó la salida de Claudio Narea en septiembre del 2003.
El trabajo de Carlos Fonseca en la música popular chilena también se extendió hacia otros artistas. En los últimos años manejó las carreras de Anita Tijoux y Teleradio Donoso, la banda donde surgió el cantautor Álex Anwandter. También trabajó junto a Manuel García y había encabezado algunos proyectos ligados al catálogo de Los Prisioneros, como las reediciones de los discos La voz de los 80′ y Estadio Nacional, así como de otros títulos históricos como el álbum debut de Aparato Raro. Habitualmente metódico y medido, Fonseca bien puede ser considerado uno de los nombres claves para formar el trabajo de management en la industria musical local.