En algún punto de la medianía de 1973, Luis Alberto Spinetta tomó el teléfono y llamó a dos viejos amigos, Rodolfo García y Emilio del Guercio. Con ellos había integrado la banda Almendra, en la que impusieron temas como la inolvidable Muchacha ojos de papel. Se habían separado tres años atrás, pero el “Flaco” los necesitaba. Tenía entre sus manos el material para un nuevo álbum y deseaba contar con ellos como músicos de acompañamiento. Ese sería el origen del fundamental Artaud, álbum publicado hace medio siglo y que hasta hoy es uno de los trabajos más celebrados del rock latinoamericano.
Spinetta estaba al frente de Pescado Rabioso, banda que había firmado un contrato por 3 discos con la compañía Microfón. Ya habían publicado dos (Desatormentándonos y Pescado 2), pero el grupo fue consumido por una crisis. El interés de Spinetta en componer música más compleja, se topó con la resistencia de sus compañeros, David Lebón, Black Amaya y Carlos Cutaia, que deseaban seguir un rumbo más ligado al blues y el hard rock. Así, dejaron la formación y el “Flaco” quedó solo. Por ello, llamó a sus antiguos camaradas.
El bajista Emilio del Guercio conocía a Luis Alberto Spinetta desde los 13 años. Crecieron y aprendieron a tocar juntos en las aulas del Instituto San Román de Buenos Aires. “Él nos llamó a Rodolfo y a mí, porque habíamos sido compañeros de tantos años en Almendra, tocamos mucho juntos. Estaba en esa situación en que la compañía le dijo que le faltaba grabar un disco más con Pescado Rabioso. Entonces creo que él quiso recurrir a nosotros como garantía de que íbamos a entender claramente lo que él necesitaba”, cuenta vía Zoom desde Argentina.
Además de García y Del Guercio, el “Flaco” decidió recurrir a su vínculo más familiar. Convocó a su hermano menor, Carlos Gustavo Spinetta, quien nunca había grabado un disco de manera profesional, pero eso no le impidió sentarse a la batería. De todas formas, él ya tenía un vínculo con Pescado Rabioso. “Yo practicaba batería y junto a un grupo de amigos nos dedicábamos a la plástica, la pintura y el dibujo. Algunos trabajos terminaron siendo afiches de promoción de Pescado, además del arte de las tapas de los discos Desatormentándonos y Pescado 2 junto a Jorge Gonzalo Visñovesky y Luis”, comenta a Culto.
Sergio Marchi, el biógrafo de Spinetta, pone en contexto la decisión del músico de convocar a su círculo más cercano para grabar ese álbum. “Hay que tener en cuenta que Artaud es una respuesta de Luis al abandono de Pescado Rabioso que hacen los demás. Era como una guerra corta e indolora, pero también una demostración de poder: Pescado Rabioso soy yo. Y para esa guerra convocó a sus soldados más fieles. Se sintió defraudado por los otros y sabía que Gustavo, Emilio y Rodolfo no le iban a fallar. Más allá de que creo que extrañaba tocar con Emilio y Rodolfo”.
Por aquel entonces, Pescado Rabioso era conocido por su propuesta de marcada fibra rockera y las particulares letras del “Flaco”, quien ya era una celebridad. “Dentro de la escala de aquel tiempo, Pescado Rabioso era una banda de primera línea. Todo lo que hiciera Spinetta interesaba al micromundo rockero. Podían llenar un teatro pero no un estadio, aunque esto le sucedía a todos. Dentro de la crítica especializada (solo la revista Pelo), había una cierta desconfianza, pero apenas salieron los álbumes quedó en claro que Spinetta tenía resto para ir más allá de Almendra”, explica Marchi.
En la convulsionada Argentina de comienzos de los 70′s florecía una interesante escena de bandas de rock. “El rock argentino ya había alcanzado una variedad muy interesante en 1973. Había una cultura rockera que no era masiva, pero que sí tenía una alta calidad; ya se habían realizado festivales medianamente masivos. Había grupos como Aquelarre, Vox Dei, Arco Iris, Color Humano, Sui Generis, León Gieco, Raúl Porchetto. Pero los medios no le daban demasiada importancia salvo que hubiera algún hecho policial”, apunta Marchi.
Un artista maldito
En su título, Artaud hacía referencia a Antonin Artaud, poeta y dramaturgo francés, considerado uno de los nombres claves del teatro moderno. Ligado al surrealismo, fue uno de esos artistas con una vida enrevesada, con viajes y años internado en un manicomio. Los tratamientos de electrochoque minaron su salud y su espíritu. Esa vida particular, llamó la atención del siempre inquieto Luis Alberto Spinetta.
“Spinetta era un gran lector, muy curioso, e interesado en crecer intelectualmente para poder hacer crecer a su música”, explica Sergio Marchi. “Y los poetas malditos (Raimbaud, Baudelaire, etc.) tenían imágenes poderosas que podían nutrir el vocabulario rockero. Supongo que a Artaud, Luis lo descubrió en la casa de Jorge Pistocchi, que era un hippie muy culto que había heredado una fortuna, y cuya casa repleta de libros era un centro de reunión habitual”.
La presión de la discográfica, el final abrupto de Pescado Rabioso y la soledad, habían golpeado el ánimo del músico. Por ello se acercó a la figura de Artaud. “A Spinetta, como a tantos artistas, le interesaba la locura”, explica Fidel Sclavo, pintor y diseñador uruguayo, autor del libro Vámonos de aquí: leves instrucciones para navegar en Artaud. “El atractivo que ejerce cierto tipo de locura como resultado de la extrema lucidez de la creación sin límite, es que a veces puede terminar en un destino no deseable, con la reclusión a la fuerza como final. Si la locura es parte o reflejo de los inadaptados, de los raros, los jóvenes coqueteaban con la idea de ser un poco locos”, agrega.
Según Sclavo, la idea de la locura como una expresión alternativa es lo que cruza su interés en Artaud. “Spinetta, que en 1973 se encontraba en conflicto con su expresividad y lo que el entorno exigía, se sentía incomprendido por la sociedad, o en alguna medida tan loco como aquellos artistas que admiraba de otras épocas, resistiendo a aceptar el dolor. Debía subvertir el lenguaje tradicional o la convención de escribir canciones de una manera y no de otra. Se proponía ir hacia Artaud, para acercarse al lenguaje no racional, como transgresión de la expresividad, para superarla y sobrevivir a ello con amor, intensidad y luz de canciones que inventaran otro mundo”.
De alguna forma, Spinetta vio en Antonin Artaud una historia que le hizo sentido. “Creo que en Artaud encontró una historia con la que pudo identificarse, luego despegarse, y más tarde inspirarse para el disco, sin que éste tenga que ver directamente con Artaud. A su dolor, Luis le contraponía una belleza pura y radiante. Era como un diálogo que establecía con él o con su obra; lo veía como un antídoto. De ahí, la idea del sobre interno como prospecto”, añade Marchi.
Si bien, algunas de las ideas que llegaron al álbum Artaud, se habían prefigurado antes de la ruptura de Pescado Rabioso, otras nacieron durante ese mismo 1973. Por entonces, Luis Alberto Spinetta había vuelto a la casa familiar de la calle Arribeños, en el barrio de Núñez. “La casa de mis padres siempre fue el refugio de la musica -recuerda Gustavo Spinetta-. Aquí ensayaron Almendra, Pescado e Invisible hasta el primer Lp. Lo sigue siendo, actualmente vivo allí”.
En lo personal, Spinetta estaba en un momento de transición. En los días finales de Pescado había conocido a una mujer, Patricia Salazar, con la que comenzó una relación. Atrás dejaba a Cristina Bustamente (a quien le escribió el Blues de Cris, incluido en Desatormentándonos), la primera mujer de su vida. Esa experiencia se coló en canciones como Por y Todas las hojas son del viento, que escribió con una guitarra acústica Harptone.
“Creo que la aparición de Patricia Zalazar en su vida es la inspiración que nutre a Artaud, y que le permite a Luis también cerrar la relación con Cristina Bustamente. Y en el medio, montones de pensamientos, libros e ideas que Luis fue forjando con Patricia a su lado en la casa de Arribeños, la calle donde nació y vivieron sus padres y él mismo hasta 1975 aproximadamente”, apunta Sergio Marchi.
A la manera del Álbum Blanco de los Beatles, el repertorio de Artaud se mueve entre las canciones acústicas y las de fibra rockera. Allí está Cementerio Club, un blues con tufillo jazzero que Luis Alberto trabajó directamente en el estudio con Gustavo en la batería y Emilio en el bajo eléctrico. “Es un blues y yo disfrutaba mucho del blues -recuerda el hermano del “Flaco”-. Además tiene que ver con que la primera vez que me senté a la batería fue en casa para tocar un blues, con Luis tocando el bajo ¡no me quise bajar más de ese asiento! El set de bateria que usé en la grabación de Artaud es el mismo que usó Rodolfo Garcia en el resto de los temas, incluidos los platos. No recuerdo la marca probablemente fuera una Caf industria nacional que Rodolfo encargaba a la fabrica”.
Del Guercio -quien acaba de lanzar dos cortes de su nuevo álbum solista Un día antes del futuro- recuerda que el trabajo alrededor de las canciones se resolvió rápido. “Teníamos muy claro cómo abordar los temas que íbamos a tocar. Rodolfo y yo estábamos muy compenetrados para tocar juntos y eso se nota en el disco. No nos llevó mucho tiempo grabar. Hacíamos unas tres o cuatro pasadas, Luis quedaba conforme y se decidía grabar. En ese tiempo todos los discos los grabábamos así, tocando en directo”.
A pesar de que en esa época Del Guercio tocaba con un bajo eléctrico Fender, Luis Alberto le pidió un favor. “Me pidió que trajera un bajo Repiso, un instrumento hecho por un luthier y que usaba en Almendra. Luis tenía la imagen de ese instrumento y por una cuestión melancólica o por sentirse nostálgico con nosotros, me pidió usarlo. Ese es el sonido bien gordo que se escucha en el disco. Luis se dio el gusto de que de que ese bajo volviera a sonar en una música de él”.
Otra canción de Artaud que incluye vínculos a la intimidad es Bajan. La historia dice que la línea “vos sos el sol”, viene de una frase que Luis Alberto le dijo a su hermano Gustavo. Él mismo aclara la situación. “Esa historia es un poco una creencia mía, pero se refiere a un momento delicado que estaba atravesando Luis post separación de Almendra, antes de viajar a Europa. En medio de una conversación me dice que yo era el sol. Posteriormente, probablemente viendo mi conducta dislocada de adolescente, me propone ser la luna. Ojo, que el significado de esa frase en esa letra es un llamado a la reflexión”.
Años después, Gustavo Cerati, un ferviente admirador de la obra de Spinetta, se animó a grabar una versión de Bajan para su disco Amor Amarillo (1993). “Hermosísima versión de Cerati, fiel, con un toque electrónico en el final agiornándola a lo Cerati”, comenta Carlos Gustavo Spinetta. Él mismo pudo volver a tocarla en vivo en la celebre presentación Spinetta y las bandas eternas (2009), en que se repasó la trayectoria del “Flaco”. “Esos temas Bajan y Cementerio Club, Luis nunca los tocó en vivo. Entonces aparecen en ese concierto y yo las vuelvo a ejecutar. Haber tocado en ese show teniendo a estas hermosas criaturas que nos dio la vida a cada lado de mi batería fue el regalo de los dioses”.
Cuando Artaud llegó a las bateas de las disquerías, en octubre de 1973, llamó la atención por su excéntrica portada. Simulaba un pez deforme, en colores verde y amarillo, que eran recurrentes en la obra de Antonin Artaud. Una idea que Spinetta trabajó junto al diseñador Juan Oreste Gatti, la que logró imponer, tras una agria disputa con la discográfica. “Spinetta se propuso diferenciar el disco desde su portada, concibiéndolo como una obra de arte global que se diferenciara del resto”, explica Fidel Sclavo. “Era una época donde muchas portadas intentaban destacarse del cuadrado de 32 x 32 centímetros, a nivel internacional. Spinetta se apoyó fundamentalmente en Ogden’s Nut, el disco de los Small Faces, pero Andy Warhol ya había hecho tapas atípicas para la Velvet Underground o los Rolling Stones con Sticky Fingers, por citar apenas un par”.
A fines de octubre Spinetta organizó la presentación de Artaud en el Teatro Astral, en Corrientes. Una ocasión en que el músico subió al escenario solo con una guitarra, sin banda de apoyo. Emilio del Guercio estuvo entre el público en esa noche. “Fue muy lindo ver a Luis solista, sin banda, porque era una experiencia distinta a cuando estaba con acompañamiento. Lo hizo muy bien porque él era un muy buen guitarrista rítmico, después se desarrolló como solista, pero su fuerte era ser un guitarrista rítmico de primera línea”.
Artaud suele ser mencionado en los ejercicios de apreciación de las publicaciones especializadas en música. En 2012, la edición argentina de la revista Rolling Stone lo ubicó en el primer lugar de su listado de los 100 mejores discos del rock argentino. En una lista más reciente de los 50 mejores discos de rock latino, publicada por Rolling Stone en septiembre, el álbum figuró en el puesto 13. “Invocando el espíritu radical del poeta francés Antonin Artaud, Spinetta profundizó libremente en el surrealismo para un álbum que es esencialmente un esfuerzo solista, informado por rock ácido, guitarras acústicas oscilantes y armónicos espinosos de jazz”, detalló la reseña.
Aunque la leyenda del álbum ha crecido con los años, Sergio Marchi apunta a que este fue valorado y apreciado desde su lanzamiento. Lo que explica, por ejemplo, el particular fanatismo de Cerati. “Dentro del círculo musical, fue totalmente apreciado. El público rockero también lo apreció. Era imposible resistirse a esa magia. Charly García también gustaba del disco, pero a Gustavo lo agarró con 14 años en el secundario, o sea en el momento más fundacional de su estilo. Pero Artaud fue cada vez más valorado y creo que cada día se lo valora más. Es impresionante con pocos recursos”.
En su biografía de Spinetta, titulada Ruido de Magia, Marchi asegura que Artaud fue un momento clave para la carrera del “Flaco”. En su concepto se trató de una “refundación categórica”, que marcó de forma decisiva su obra posterior con la banda Invisible. Consultado por la idea, se explaya. “En Artaud, Luis encuentra un núcleo de sí mismo. Es el disco spinetteano por excelencia. No creo que lo haya buscado; me parece que hizo lo mismo que con Almendra II y en vez de continuar con lo que venía haciendo (en ese momento una ópera rock), decidió comenzar todo de cero. Y Artaud es eso, quizás la continuación de Pescado sea el primer material de Invisible, que lo guardó para desarrollar con una banda, y para cumplir con el cierre de Pescado Rabioso, creó las canciones de Artaud”.
Por su lado, Fidel Sclavo aquilata la impronta de Artaud. “¿Por qué motivo uno piensa en él como el disco más importante de rock de la música argentina? La piedra fundamental, el mítico, la joya de la corona. Si lo desmenuzamos quirúrgicamente, no hay tantos argumentos. De la misma manera que no los hay en determinados cuadros de la historia del arte, o por qué esa mujer nos enamora de una manera que ninguna otra, y no se compara con nada. Todos ellos poseen eso otro, lo inexplicable, la energía, el aura o como sea que se llame. Ese valor agregado donde no llegan las palabras ni argumentaciones de contexto, que convierten todo esto en inútil e inservible. Es independiente del momento social y político, el panorama musical de ese tiempo, el contraste con lo que se hacía entonces, el volver a barajar y dar de nuevo o mil etcéteras. Está claro que es un disco especial, pero tampoco —si bajamos la pelota al piso— es tan diferente a otros donde un hombre con su guitarra hace un puñado de buenas canciones, y algunas se convierten en inolvidables. No es el único disco donde sucede eso, pero sí el que se diferencia del resto”.