Acaso uno de los cortes más electrizantes de Hackey Diamonds, el sorprendente nuevo álbum de The Rolling Stones, es Bite my head off. Un tema de tres minutos y fracción que tras un golpe de tambor, lanza un agresivo riff sobre un pattern de ritmo trepidante. Lo corona una línea de bajo distorsionada, tocada por Sir Paul McCartney, la leyenda de The Beatles.
“Macca” es una de las estrellas invitadas en el álbum. Pero tuvo un rol en las sombras. Según el guitarrista Ronnie Wood, fue él quien recomendó a los Stones al productor Andrew Watt. Básicamente, la banda necesitaba alguien que pudiera hacerlos trabajar. “Le estaba diciendo a Paul que necesitábamos a alguien que nos diera una patada en el trasero”, comentó Wood a la revista Mojo. “Y él dijo: ‘Estoy trabajando con este joven, tiene mucha fachada. Estamos haciendo juntos algunos temas realmente aventureros. Pruébalo’”.
Watt nunca había trabajado con los Stones, pero tenía experiencia con nombres de primera línea; Ozzy Osbourne, Elton John, Iggy Pop, Dua Lipa, han confiado en su oreja destilada para el pop. Decidido, coescribió tres canciones para el disco junto a la dupla Jagger/Richards.
Pero Watt fue más allá y les sugirió llamar a Paul e invitarlo a tocar el bajo en Bite my head off. Méritos le sobran; en 2020 la revista Rolling Stone lo nominó en el lugar 9 en su listado de los 100 mejores bajistas de la historia. Basta con escuchar sus imaginativas líneas en clásicos del cancionero Beatle como Something, Getting Better o Nowhere Man, para entender cómo pensó el instrumento a la manera de una voz más dentro de las cuerdas.
Así, McCartney llegó al estudio. Tras saludarse con Watt, este le entregó un obsequio: un flamante bajo Höfner modelo 1964, como el que usaba en sus días en The Beatles. “‘Este es un regalo increíblemente considerado, pero ¿por qué?’”, le preguntó McCartney a Watt. “‘Ya tengo mi Beatles Höfner, ¿por qué otro?’”.
Lo que no sabía Paul es que el bajo tenía una modificación. “Mi técnico de guitarra instaló un circuito Univox Super Fuzz en el Höfner que podía activarse con un interruptor”, explicó Watt a la revista Guitar World. Es decir, el truco le permitía sonar con el efecto de una distorsión cremosa y afilada. Ese sonido ya lo había usado el mismo McCartney en la canción Think for yourself, de sus días en los Beatles.
McCartney escuchó Bite my head off un día antes de ir al estudio. Allí sacó el bajo de su funda, lo conectó, activó el interruptor de fuzz y allí vino un momento memorable. “¡Fue una carnicería total! Todo el mundo decía: ‘¿Qué carajo fue eso?’ Fue muy divertido y genial”, cuenta Watt a Guitar World.
Como en los viejos tiempos, el trabajo se hizo rápido. “Creo que grabamos sólo tres tomas de esa canción, pero casi de inmediato, Keith y Ronnie se pusieron de pie, Mick arrastró el micrófono hasta el centro de la habitación y el techo abandonó el edificio”, detalló Watt.
“Creo que Paul realmente disfrutó de volver a ser simplemente un chico en una banda con amigos a los que conoce desde hace 60 años”, concluyó Watt. “Hacía mucho tiempo que no estaba con iguales, simplemente conectando su bajo y haciendo una sesión. No pude borrar la sonrisa de mi cara durante mucho tiempo”.
En charla con NME, Ronnie Wood detalló una infidencia de la participación de McCartney. “Estaba tan feliz. De hecho, tocó en dos temas, uno que teníamos bajo la manga para, ya sabes, más música por venir porque grabamos alrededor de 23 canciones y solo elegimos las primeras 12″.