Es una tarde calurosa de 1998, en el departamento de Julio Osses en El Llano Subercaseaux. Han pasado los años desde el quiebre del trío original, pero Los Prisioneros están nuevamente reunidos en torno a una mesa. No hay instrumentos, pero salen las bebidas y la cerveza para amenizar. Esa es la primera vez que los tres conversan juntos. Aún no se concreta la histórica reunión de comienzos de los 2000 y acaban de sacar el compilado Ni por la razón ni por la fuerza. Esa charla acabará transcrita en el libro Exijo ser un héroe, la historia del grupo escrita por Osses.
Osses todavía recuerda cómo se gestó ese encuento. “Carlos [Fonseca, el mánager histórico del trío] me hace el contacto con Los Prisioneros. Ellos dicen que sí. Hace pocas semanas me enteré que es Narea quien me visó. El que le dijo a Jorge y a Miguel: ‘este tipo está bueno’. Ellos me leen y me visan. Y claro, ya empiezan a llegar y nos sentamos ahí”.
Esa entrevista -en la que Narea se retiró durante la charla- fue la que gatilló en Osses la idea de publicar un libro sobre el trío. “Yo nunca trabajé pensando en un libro, yo siempre pensé que esto iba a ser un documental -explica-. Entonces, cuando yo me siento, lo hago sabiendo que ahí había algo que era grande. O sea, sentarse con los tres Prisioneros, después de estar separados, era heavy para mí en lo personal, lo profesional”.
“Después, a finales de esa década, cuando ya es inminente que Los Prisioneros se juntan, yo decido que hay que parar la investigación. Siento que allí hay un final. Entonces lo primero que hago es agarrar esa entrevista y la transcribo, porque no había tenido tiempo para hacerlo. Y ahí yo me doy cuenta de que tengo material para un libro”, agrega.
Publicado originalmente en 2002, Exijo ser un héroe tuvo una edición en 2016 bajo el título de Orgullos y Pasiones (”es un remix, básicamente”, explica Osses). Este mes, el libro original se reedita con Ediciones UC, con una nueva corrección, material gráfico y una revisión musical a la discografía del grupo en su totalidad. Incluye por cierto su contenido más clásico con la historia de la banda, desde los inicios al reencuentro en los 2000, contada por González, Tapia y Narea, además de personajes del círculo, como Carlos Fonseca, Caco Lyon, Cecilia Aguayo, etc. “Esta es la edición definitiva”, explica el autor.
La idea de una reedición, dice Osses, estaba en carpeta desde hace algunos años. En 2016, ya había ensayado una edición con Orgullos y pasiones. Pero no quedó satisfecho. “Cuando yo saco una edición independiente en el 2016, lo que hago en el fondo es tomar una decisión periodística y decir ‘esta historia tiene nuevos ingredientes, o sea, nuevos hechos, hay que cerrarla de alguna manera’. Pero de todas maneras a mí no me convenció todavía sacarlo, porque sentía que si lo volvía a sacar, tenía que ser un poquito más pensado. Sin embargo, al principio de este año yo estaba trabajando en el equipo que colaboró con el último libro de Juan Pablo González, de Música popular chilena de autor. Con ese acercamiento surge tiene la posibilidad de reeditar este libro”.
Fue entonces que surgió el acercamiento con Ediciones UC. “Lo que me interesaba de sacarlo con ellos, es el tipo de publicación que hacen. O sea, primero un tipo de publicación como de mayor escala y gráfica. Además de una corrección de texto a la que yo nunca había podido acceder. O sea, nosotros cuando hacemos periodismo no accedemos a ese tipo de corrección de texto porque tenemos una labor muy urgente. Entonces, cuando vi que podía editarse ahí, me interesó mucho eso”.
El libro incluye fotografías, algunas de las clásicas tomadas por Jorge Brantmayer. De hecho un par de las sesiones para el álbum Pateando Piedras, son las que ilustran la portada y contraportada. “Jorge Brantmayer nos cede absolutamente las fotos sin cobrarnos nada. ‘Estas fotos ya no son mías, son de Chile’, nos dijo. Entonces, sentimos que también teníamos la misma misión. Esta es una recopilación de fotos, que no la he hecho yo solamente, sino que ha aportado a la gente del Persa, gente de afuera, fans de Perú, de Colombia, de Ecuador, que de repente me mandaban”.
¿Hay algún material nuevo respecto al libro que ya conocíamos, o es el mismo pero más depurado?
Es el mismo, más depurado, con la historia completa. Por eso te digo que finalmente todo lo que ha pasado con este libro ha sido absorbido por todo este edición. Nosotros empezamos a trabajar con la idea de que esto es una edición definitiva. O sea, si yo vuelvo a sacar este libro, yo no lo voy a tocar más. Esta es la versión que va a quedar para siempre.
En el libro cuenta que se acercó a Los Prisioneros como fan y que incluso fue cercano a ellos en algún momento. ¿Se decepcionó de ellos? Incluso en algún punto del libro menciona que uno nunca debe conocer a los ídolos
Yo empecé a trabajar en el asunto de Los Prisioneros, por decirlo así, hace 25 años. Entonces, he tenido mucho tiempo para reflexionar sobre el rol del biógrafo. Y el rol del biógrafo es un poco el rol de Ícaro. Si te acercas mucho al sol, te quemas la alas y te tienes que ir. Me interesaba dejar constancia de los momentos en que yo sentí que era amigo de Los Prisioneros. Pero eso muchas veces fue una ilusión o fue algo. Yo tenía una amistad con Claudio, a lo mejor estamos distanciados hace tiempo. Pero yo a Claudio lo conocía, a Jorge no lo conocía nada y a Miguel lo había visto en algunos momentos. Una de las razones para acercarme en el 2016 a Claudio era completar el trabajo. Y curiosamente me termino acercando mucho más a Jorge, y estuvimos muy cercanos. Después yo le pierdo un poco el paso. Con los años mantuve algún vínculo con Miguel. Yo siento que este libro es lo menos periodístico que he hecho. Yo siempre lo trabajé más como un documentalista, en el sentido de que tú puedes hacer documental más como National Geographic y mirar las cosas desde lejos. O puede hacer un poco más como lo que hace Herzog, que se mete en la historia sin guantes quirúrgicos, se embadurna completo y sale todo lo trasquilado que puede salir. Yo decidí tomar la decisión de salir trasquilado y narrar eso. Entonces, para que eso resultara, yo necesitaba, tener estas dos narraciones corriendo. Una, en primera persona con Los Prisioneros y su círculo, y la otra conmigo haciendo el libro. Yo sé que para los seguidores del grupo hay un conflicto con eso. Recuerdo haber leído algunas críticas del tipo ‘qué hace este tipo metido en la historia’. Pero fue una decisión autoral.
¿Y cambiaría eso con el paso de los años?
No, no lo cambiaría porque yo vengo de la escuela de la Zona de Contacto. Mi maestro para escribir fue Fuguet. Cuando yo empecé a escribir de música, no teníamos muchas referencias, entonces, leíamos mucho en inglés. Y en inglés estaba totalmente el periodismo inmersivo, el periodismo gonzo, un poco la influencia beat, mucho la influencia de la Rolling Stones. La sensación de pensar que si no duele, que si no te da un poquito de vergüenza lo que estás poniendo, no sirve.
A su juicio, ¿cuál es el mito más ridículo en torno a Los Prisioneros?
Lo que más se creía, y estaba en el aire, era que Los Prisioneros se habían separado de un lío de faldas. Y eso fue una interpretación un poco ridícula. Los Beatles no se separaron por Yoko Ono. Las bandas de rock se separan por muchas cosas, no solamente por estas cosas. Los Prisioneros se separan porque la banda estaba sumando fracasos económicos, porque los muchachos habían crecido. Los Prisioneros existen mientras exista esa amistad y esa amistad ya no era la misma, porque ya eran adultos. Jorge, que siempre fue el más artista del grupo, había crecido artísticamente para otro lado y tenía ciertos intereses. Claudio definitivamente tenía una visión de lo que tenía que ser el artista de rock and roll, que no tenía mucho que ver con lo que Jorge sentía que tenía que ser en la vida de un músico. Y Miguel siempre tuvo una visión un poco más concreta de lo que debía ser. De hecho, él le pone el nombre, él es el que sirve muchas veces como el fusible, que crea y que une este trío. Los Prisioneros eran tres. Entonces, yo siento que tanto en esa primera edición como en el remix que hice después del 2016, a mí me interesó siempre dejar claro que Los Prisioneros eran una alquimia de esas tres personas. Cuando falta uno de ellos tres, no son Los Prisioneros.
En octubre murió Carlos Fonseca. Mucho se ha hablado de su rol clave para la historia de la banda. ¿Hay alguna faceta que no sea tan conocida sobre él y denote su importancia para Los Prisioneros?
Yo creo que es un personaje indispensable en la historia de Los Prisioneros. Sin Carlos Fonseca, Los Prisioneros no existirían. Fonseca fue lo suficientemente inteligente, lo suficientemente amante de la música, para entender que no bastaba con trabajar con un grupo. Es decir, no bastaba con grabar un disco, promocionar, hacer tocatas, giras. No, él tenía la conciencia de que había que armar escenas. Entonces, arma una escena en los 80. Después cuando tuvo oportunidad, arma una escena en los 90. Pero él además seguía trabajando. Dentro de las cosas menos conocidas de Fonseca, él se encarga de hacer todo lo que fuera necesario para que la discografía completa de Víctor Jara tuviera oportunidad de seguir y de la forma en que lo más cercana a las ediciones originales. Entonces, si te das cuenta, esa visión no es solamente la que está pensando en el negocio y en la industria, es alguien que está pensando en la trascendencia. Yo creo que su partida nos agarró a todos, nos dio vuelta, y nos los ridículos que somos a veces cuando nos agarrábamos. Pasó en un momento que yo estuve adentro de los palos de Los Prisioneros a través de la prensa, que es una cosa que en un principio yo no entendía y me dejaron para adentro. Pero con el paso del tiempo me di cuenta que también es parte de esto.
¿Hay algún otro artista o banda chilena que le gustaría biografiar?
Yo viví en Estados Unidos unos meses y ahí me encontré con Beto Cuevas y con La Ley, que estaban haciendo una gira por Estados Unidos. Beto tenía la idea de que escribiéramos unas memorias del grupo. Y tenía hasta el nombre, esa biografía se llamaba En ese camino largo. Y yo estuve trabajando cerca de un mes. Me subí a la gira con ellos, con una cámara, y empezamos a trabajar en esa biografía. Y cuando volví a Chile, me di cuenta que no tenía la energía para hacerlo. Me di cuenta que el trabajo era demasiado inmersivo y no fui capaz de hacerlo. Lo converso con los muchachos, lo conversé con Beto y todo bien. Después ya me dieron ganas de volver a escribir. Yo creo que si hay alguien que me interesaría tal vez plasmar es Mauricio Redolés, porque el tipo de relación que yo tengo con Mauricio es incluso más profunda que la que tengo con Los Prisioneros, porque somos amigos como hace 30 años. Creo que todo lo que Mauricio puede dar como personaje y como artista, es una historia muy profunda. Creo que me gustaría hacer algo con Los Bunkers, porque fue la última banda chilena que me produjo fanatismo. Pero en realidad, no sé, a mí me interesa mucho el aspecto patrimonial de las cosas.
El libro Exijo ser un héroe ya está disponible en librerías y Julio Osses lo va a presentar en la Feria del libro de Maipú (16-19 de noviembre).