No había pensado en quedarse en Nueva York, pero la experiencia vital de salir de la convulsionada Argentina de comienzos de los ochentas, remeció a Charly García. Tanto que lo empujó a otro lugar creativo. Un clic. Un pequeño gesto que se transformó en Clics Modernos, acaso el álbum clave de su trayectoria lanzado un 5 de noviembre de 1983, el que por estos días cumple 40 años.

“Cuando empezó, no tenía ni idea de grabar Clics Modernos, ni siquiera el título -contó García en una entrevista concedida al programa radial El Despertador en diciembre de 1983-. Yo fui a comprar instrumentos, nunca había estado en New York, sentí una buenísima onda y sentí que iba ser muy bueno para mí quedarme un tiempo y curtir ahí”.

En esos días, Charly se quedaba trabajando con sus nuevos equipos en su apartamento en la Gran Manzana. Además, se involucró con la bohemia local. Así llegó hasta el productor Joe Blaney, quien había sumado experiencia como técnico en los estudios Electric Lady, los de Jimi Hendrix. “Él se copó conmigo y encaramos el proyecto de grabar en estudios grandes con poca plata y mucha onda, y salió bien”, agrega en la misma entrevista. En la aventura se hizo acompañar por el virtuosismo de Pedro Aznar, además de los sesionistas Larry Carlton, Casey Scheuerrell y Doug Norwine.

Charly estaba dialogando con su tiempo. En diciembre de 1982, el mismo año en que Galtieri se estrelló con la aventura en las Malvinas, había cerrado el proceso de su primer LP solista, Yendo de la cama al living, con un histórico (y caluroso) show en el Estadio de Ferro. La puesta en escena fue tan espectacular, que hasta incluyó un bombardeo sobre una ciudad de utilería montada sobre el escenario.

Hasta ese punto, Charly García era un músico de los setenta. Había deslumbrado con el entusiasmo juvenil de Sui Generis; se aventuró en la maroma progresiva de La máquina de hacer pájaros y subrrayó su estatus en esa alineación estelar que era Serú Girán, los Beatles argentinos. Y aunque Yendo de la cama al living le había dado un nombre, fue Clics Modernos el álbum que le permitió dar el paso clave hacia una nueva era. Era New wave sudamericano en toda regla.

El músico Lalo Povez, que integra la banda tributo Superhéroes no ha olvidado el impacto de haber escuchado el single Nos siguen pegando abajo en su natal Mendoza. “Ese disco fue un quiebre muy grande, porque la forma de componer, la manera de escribir las letras venía siendo de una determinada manera, y él rompe con todo esto. Más la sumatoria de la máquina de ritmos 808, muy presente en todo el disco. Esa síntesis no se usaba acá, no existía en Argentina”, recuerda a Culto.

Charly García en Chile Archivo histórico/Cedoc Copesa

Alguna vez, Charly explicó lo que buscaba en esos días. Básicamente, era demostrar que una canción pop no tenía por qué ser insulsa. Y para eso ponía su bagaje como compositor y su ambición. “El concepto de la música era así. Nada de solos. Mínimo. Tenía unas máximas en esa época: minimalismo, polirritmia, neoclasicismo, discreción y donde se pueda una pátina de ambigüedad”.

Basta con escuchar Nos siguen pegado abajo, la canción de apertura del álbum, para comprender cómo las máximas de Charly se entretejen para dar forma a un single de 3 minutos. “Esa es realmente es una canción increíble, porque tiene una composición magistral, utilizando máquinas de ritmo donde hay polirritmia. Eso es muy complejo de lograr -explica Povez-. Él tiene la máquina en cuatro cuartos y la guitarra la va llevando en siete octavos, lo cual es muy complejo pero a la vez sigue siendo algo fácil de escuchar. Hay toda una complejidad detrás de eso”.

La innovación le permitió reinventarse con autoridad. “Con esta trilogía, pero especialmente con Clics modernos y la ruptura que supuso con el ‘Charly de los setenta’, García pulverizó su brillante y reciente pasado. ‘Se superó a sí mismo’, podría decir la crítica de rock. Es decir: sus primeros discos como solista se comieron como un PacMan a Sui Generis, La Máquina de Hacer Pájaros y Serú Girán y Charly se convirtió en un artista de los 80 como si hubiese nacido artísticamente en esa década”, dice Roque di Pietro, autor del libro Esta noche toque toca Charly, a Rolling Stone.

Charly García en Chile, agosto de 1984. Archivo histórico/Cedoc Copesa

Según Povez, Charly usó su habilidad al servicio de las canciones. Lo explica con un ejemplo. “No me dejan salir, tiene una estructura bastante extraña con respecto a todas las otras canciones. Por ejemplo, en un momento uno piensa que tiene que ir el estribillo, pero no va al estribillo, va a otra parte y tiene básicamente varias secciones. En la guitarra hay que tocar los acordes muy rápido, porque él lo va haciendo en el piano. Él no iba a colocar ese tema en el disco, pero se incluyó porque Joe Blaney le dijo que es un temazo. Y terminó siendo un tema clave por su aspecto comercial”.

Clics Modernos hoy es considerado uno de los discos claves del rock latino, pero tuvo un lento despegue. Povez recuerda que en Argentina tuvo una fría recepción en sus primeras semanas. “Fue una cosa tan novedosa, que no fue muy aceptada, no fue bien recibida porque él quebró la manera en que la gente entendía como tenía que ser el rock nacional. Por eso fue muy criticado en los medios. Pero con el tiempo la gente lo fue aceptando y empezaron a apreciarse esas canciones”.

A mediados de septiembre, la revista Rolling Stone posicionó al disco en el lugar 9 de su ranking de los 50 mejores discos de rock latinoamericano.Clics Modernos narra la transición total del rock en español a la angular New Wave. Una sesión estimulante que en su mayor parte abandona la percusión en vivo en favor de una caja de ritmos 808. El animado tema de apertura Nos siguen pegando abajo es una condena no tan sutil de la opresión dictatorial, mientras que No soy un extraño se aventura en una atmósfera de tango y synth-pop. En la apasionada Los dinosaurios, García muestra su pirotecnia con el teclado mientras celebra el fin de la tiranía. Nunca había sonado tan feliz”, dice la reseña.

Fue con la gira promocional de Clics Modernos que Charly García debutó en Chile con un show en el cine Gran Palace, en agosto de 1984. Llegaba tras protagonizar el escandaloso show en Córdoba en que mostró su trasero el respetable. Por ello, en la previa del show, La Tercera destacaba el perfil extravagante del músico. “Medio loco, estrafalario, siempre está dispuesto a hacer noticia”, detallaba la bajada de un artículo titulado “Charly García: Rock para un loco”. Lo cierto es que por entonces ya tenía la fama de impredecible que le acompaña hasta nuestros días.

El sábado 4 de agosto, el mismo diario publicó una nota titulada “Charly García: Un loco simpático que canta rock”, en que redactaron una suerte de perfil del músico a partir de declaraciones que ofreció sobre diversos temas. Desde su visión sobre Astor Piazzolla (“él es una copia mía”, señaló), el diferendo entre Chile y Argentina por el canal Beagle (“No estoy muy bien informado”, se disculpó), hasta detalles más obtusos como la explicación de su característico bigote bicolor (“es falta de pigmentación”, detalló), y su visión del boom del rock latino. Esa noche, antes de tocar, asistió como invitado al programa Noche de Gigantes, de Don Francisco. Es decir, los medios sabían que tenían entre manos a un personaje. Uno que comenzaba a marcar la historia del rock latino.

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