In Utero de Nirvana 30 años: un ataúd con forma de corazón
La edición aniversario del último álbum de Nirvana con 72 canciones y más de cuatro horas de música, testimonia el adiós definitivo de Kurt Cobain en medio del caos de su existencia.
Publicado el 21 de septiembre de 1993, In Utero contenía todas las señales conducentes al suicidio del líder de Nirvana el 5 de abril del año siguiente. En su momento, ni el llamativo arte con la anatomía de una mujer alada más la contratapa plagada de fetos, las oscuras letras o el siniestro video del primer single Heart-shaped box, fueron desentrañados como apuntes para una solución radical.
Kurt Cobain, acostumbrado a declarar en público lo que en privado negaba o tenía otro cariz, a fin de mantener siempre fresca la edición de su personaje rockstar ajeno a los vaivenes de la popularidad, se apresuró en declarar que In Utero no contenía referencias personales. Sin embargo, las evidencias líricas apuntan en sentido contrario. El primer corte Serve the servants era autobiografía indisimulada desde el primer verso con guiños al éxito descomunal de Smell like teen spirit, el título con el que había conquistado al mundo:
“La angustia adolescente ha valido la pena,
ahora estoy aburrido y viejo”
Luego, alcances al juicio mediático a su esposa Courtney Love, la líder de Hole, que en el empaque de la prensa era una especie de reencarnación de Nancy Spungen, la trágica novia del ícono punk Sid Vicious, responsable de arrastrarlo a las drogas más duras. La realidad, como ocurría a menudo en el universo de Nirvana, era distinta. Mientras la cantante intentaba desesperadamente abandonar los narcóticos, Cobain lidiaba día a día con episodios de sobredosis y se burlaba de los intentos de su pareja por limpiarse.
“Si ella flota”, escribió el líder de Nirvana, “entonces no es una bruja como pensábamos”.
Para el final, dedicó líneas a su progenitor Donald Cobain, una figura gris en la existencia del músico: “Intenté con todas mis fuerzas tener un padre, pero en su lugar tuve un papá”.
El resto del álbum contenía numerosas referencias a su vida tumultuosa y los deseos crecientes por encontrar una salida que no era otra que la muerte o alternativas figuradas, como el deseo de regresar al confort prenatal según canta en Heart-shaped box -”tira tu lazo umbilical para que pueda volver a subir”-; también los graves problemas gástricos por mala alimentación que marcaron gran parte de su vida adulta, son aludidos en Pennyroyal tea: “Estoy a leche caliente y laxantes, antiácidos sabor cereza”.
Todas las entrevistas concedidas por el cantante y guitarrista en 1993 abordan la muerte desde distintas perspectivas.
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“Un álbum en bruto de verdad” era la promesa de Kurt Cobain respecto del tercer trabajo en estudio de Nirvana. Públicamente crítico del sonido de frecuencia modulada plasmado por Butch Vig en Nevermind (1991), quería armar maquetas con Jack Endino -productor del crudo debut Bleach (1989)- y luego trabajar con Steve Albini. La rúbrica de este último, ex miembro de Big Black, una banda con los principios que seducían a Cobain en términos de independencia y la relación del músico rock con el entorno, era utilizar sólo tecnología análoga en favor de la captura natural de los instrumentos; todo lo opuesto al sonido comprimido y radial de Butch Vig.
El resultado de las rápidas sesiones con Albini -demoraron apenas 12 días en la segunda quincena de febrero de 1993-, era exactamente lo que Cobain había anticipado en cuanto a brutalidad.
Pero no le gustó.
Dijo a la prensa haberse dado cuenta que algo andaba mal con el disco cuando pasó una semana sin escucharlo. Efectivamente la mezcla de Steve Albini, que actuó más en consonancia a la ingeniería que la producción en sí -no tuvo injerencia en las canciones y no sentía mayor aprecio por el grupo-, privilegiaba un sonido descarnado en notorio favor de la batería. Así, es el primer trabajo donde Dave Grohl se aprecia con el peso deudor de John Bonham que siempre anheló -el bombo retumba con descaro-, pero la conquista de ese espacio fue a costa de restar otros ingredientes. Krist Novoselic protestó por la escasa presencia del bajo, y hubo consenso en que el canto desgarrador de Cobain estaba aplastado entre guitarras, tambores y platillos.
En la edición de 2013, también generosa con 60 cortes, hay ejemplos de la mezcla original que dan la razón a las críticas. Albini, un estalinista sobre su ética de trabajo y la significancia moral del rock indie, se negó en redondo a remezclar las canciones, que fueron a dar al productor de R.E.M., Scott Litt. El sonido siguió siendo crudo, pero ya se podía pasar por la radio, MTV y dar en el gusto a las revistas corporativas que Kurt decía odiar.
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Para esta versión de trigésimo aniversario el disco ha sido remasterizado. Los resultados son propios del concepto sónico actual en rescate de clásicos, con gran profundidad y espacio, combinado a cierta calidez. Suena más natural y equilibrado, matices que en ningún caso redefinen la obra.
El material extra de estudio contenido en el primer disco de esta edición triple incluye títulos conocidos en otros lanzamientos, que no quedaron en el corte final de In Utero; entre ellas, Sappy y I hate myself and want to die. Esta última era el título tentativo del álbum, hasta las advertencias de Krist Novoselic a Kurt Cobain de las posibles implicancias legales de un título así.
Los siguientes dos álbumes de este lanzamiento retratan a Nirvana en la accidentada gira de promoción de In Utero entre 1993 y 1994, un tour a regañadientes por parte del líder. No quería estar lejos de su pequeña hija Frances Bean, en tanto la adicción a la heroína era severa y causa de conflicto con el entorno, superado por la drogodependencia del músico; los intentos de intervención resultaron inútiles por completo. Fue la etapa en que se unió Pat Smear de Germs como guitarrista y sumaron cuerdas para replicar algunos cortes del Unplugged de MTV, grabado en noviembre de 1993.
Los shows corresponden al Great western forum de Los Ángeles, el 30 de diciembre de ese año, cerrado con una aburrida sesión de feedback; la última presentación en Seattle en el Center arena del 7 de enero de 1994, y sólo media docena de cortes del concierto del 22 de febrero en Palaghiaccio de Marino, en Italia.
Apenas una semana más tarde Nirvana brindó el último concierto en Munich, Alemania. La canción final de la noche fue Heart-shaped box. Los primeros borradores de la letra no hablaban de una caja, sino de un ataúd con forma de corazón. En 2012 Lana Del Rey la versionó en vivo, provocando la reacción de Courtney Love en Twitter. La cantante y actriz aseguró que el tema trataba sobre su vagina, apuntando como prueba aquello de “tira tu lazo umbilical para que pueda volver a subir”. La viuda de Kurt Cobain también mencionó que había escrito algunas líneas del tema. Los tuits desaparecieron.
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