Lo bueno, lo malo y lo feo de Lollapalooza 2024: nostalgia y floja línea media
El recién revelado cartel del evento nacional se inclina hacia el público millennial, y deja dudas sobre la envergadura de los artistas en representación del urbano y la electrónica.
En la medida que las audiencias se fragmentan y envejecen, arriscar la nariz es un acto reflejo ante el anuncio de los cabezas de cartel de Lollapalooza, emparentado a las reacciones ante la parrilla del Festival de Viña. Mientras la franquicia suma años, inevitablemente convoca más generaciones, cada una convencida de que sus artistas destacan sobre el resto. Ante los desconocidos, cunden las interrogantes y un indisimulado ninguneo.
Los headliners para el 15, 16 y 17 de marzo de 2024 en el parque Cerrillos, abarcan un grupo etáreo que llega hasta los millennials, los privilegiados para la próxima versión. Debieran volcarse en masa para presenciar al fin el debut de Blink-182, una de las bajas sensibles de este año por lesión del baterista Travis Barker, el regreso de las divinidades indie Arcade Fire, y la eterna adolescencia de Limp Bizkit.
El británico Sam Smith, también entre los nombres en letras de molde, no calza en términos etarios con los anteriores; una figura más juvenil. Lo mismo sucede con la estrella urbana colombiana Feid, y SZA, figura pop en ascenso con una de las canciones del año, la hermosa Kill Bill.
En la segunda línea nuevamente destacan guiños a un público con más de 40, mediante la convocatoria de los veteranos The Offspring, Thirty seconds to Mars, Phoenix y Diplo, entre otros.
Estos artistas llegan en momentos muy distintos, algunos viviendo de la nostalgia sin pudores, el caso flagrante de Limp Bizkit. La banda de Fred Durst se dedica a administrar su cancionero floreciente en el cambio de milenio, cuando encarnaron la cara pop del nü metal, mediante canciones pensadas para representar al adolescente malhumorado con ganas de romperlo todo -el motivo del hit Break stuff-, y otras con razones idénticas a las del romance cosificado del urbano, el contenido de Nookie.
Blink-182, los primeros de la lista para Lollapalooza 2024, también traen su cargamento de éxitos de comienzos de 2000 con los que transitaron entre el pop punk para adolescentes con acné, hasta un rock gótico y emotivo. Con el regreso de la alineación histórica, se han preocupado de convertir la vuelta en más que nostalgia gracias al reciente álbum One more time, un trabajo convincente a la altura de su historia.
El caso de Arcade Fire conlleva un elemento extramusical. Las últimas noticias de los canadienses campeones del indie responden a las reiteradas acusaciones -media decena- de conducta sexual inapropiada en contra del cantante Win Butler, proclive a los amoríos extramaritales con fanáticas notoriamente jóvenes. Las reseñas en torno a los dos últimos álbumes de estudio Everything now (2017) y We (2022) palidecen en comparación a sus primeros títulos, cuando la prensa vislumbró en ellos a los salvadores del rock.
La única figura entre los headliners que llega en pleno apogeo creativo es la estadounidense SZA, el nombre artístico de Solána Imani Rowe. Su segundo álbum SOS (2022) no sólo contiene el éxito del single Kill Bill, sino que representa a la perfección cómo el pop de hoy transita entre épocas y estilos, fusionando el pasado y el presente con material atemporal, en excelente forma.
En cuanto a Sam Smith, su carrera ligada al soul romántico nunca ha gozado de particular aprecio de la crítica, en tanto su figura pública ligada a temas de género e imagen corporal, ha sobrepasado en interés a la faceta musical.
***
El regaloneo a la audiencia millennial continúa con The Offspring, dignos representantes del punk para las masas de mediados de los 90, también en la categoría de administradores de un catálogo que ya experimentó su mejor momento. Thirty Seconds to Mars, la banda rock del actor Jared Leto junto a su hermano Shannon, regresa con un nuevo álbum, el desconcertante It’s the end of the world but it’s a beautiful day, que propone un oportunista giro hacia el urbano. Tal como The Offspring, ya han visitado Chile; cada show ha sido una demostración de cómo la estrella hollywoodense encarna al rockstar desde la pose, en tanto carece de creaciones acorde a las ínfulas.
En la división pop rock destaca el regreso de los franceses Phoenix con Alpha Zulu, lo mejor que han publicado desde el premiado Wolfgang Amadeus Phoenix (2009), uno de los grandes álbumes de 2022. El irlandés Hozier trae su folk litúrgico -no por nada su gran éxito se titula Take me to church-, con desvíos al rock, el soul y el R&B.
Algunas dudas surgen cuando la oferta de Lollapalooza deriva hacia la electrónica. Diplo es un nombre inapelable de vasto currículo, involucrado con algunos de los más grandes nombres del pop inclinado a las máquinas, incluyendo Major Lazer (del cual es fundador), Sia (en el súper grupo LSD) y junto a Skrillex en Jack Ü. Jungle, oficialmente un dúo electrónico, se desdobla en formato banda en vivo para sus piezas con links al funk y el soul.
Pero no sucede lo mismo con el trío Above & Beyond, por ejemplo, con una electrónica estandarizada carente de rasgos definidos, más allá de ciertas oscilaciones melancólicas.
Los italianos Meduza es la clase de artistas paradigmáticos del presente cuya promoción radica en las fabulosas cifras de reproducción en Spotify. “Se convirtió en el artista italiano de mayor difusión mundial en la historia de la música en Italia”, reseña la plataforma. Bailables y efectistas 100%, como difíciles de distinguir creativamente en el tupido mapa electrónico. El dúo francés The Blaze promete un espectáculo donde la música está íntimamente ligada al aspecto visual; parte del misterio sólo se resolverá en directo.
La oferta urbana también asoma algo pálida. El colombiano Feid es una figura interesante en la medida que se trata de un artista con formación musical tradicional -toca piano, guitarra y clarinete-, iniciado en el urbano como compositor de éxito para J Balvin, CNCO, Nicky Jam y Maluma, entre varios, y lanzado en una carrera solista. Sin embargo, las cifras y los rankings que suelen ser exhibidos como pruebas irrefutables en el género, como quien describe el comportamiento de un paquete de acciones en la bolsa, no son particularmente espectaculares como para que Feid luzca como cabeza de cartel en este Lollapalooza 2024.
El puertorriqueño Chencho Corleone por su parte, es de esos artistas urbanos que figura en numerosos éxitos junto a los más grandes nombres como Bad Bunny y Rauw Alejandro, entre otros. Curiosamente, a los 44 años, aún está pendiente un álbum completamente solista, o un súper hit donde sea el artista principal.
Se extrañan nombres más potentes en la casilla urbana generosa de opciones relevantes, como se puede recelar de más artistas femeninas. Una de las figuras pop más interesantes de los últimos años como Olivia Rodrigo, por ejemplo, sigue en categoría de deuda.
La segunda línea tras los cabeceras, salvo Phoenix y The Offspring por el oficio, tampoco resulta particularmente convincente. Si esa división no engancha del todo, en la letra chica del cartel hay nombres más atractivos como King Gizzard & The Lizard Wizard, Él mató a un policía motorizado y Ana Tijoux.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.