Ajetreadas han sido las últimas semanas de la cantante y compositora chilena Francisca Straube (1987). La artista, una de las más destacadas de la última década bajo el nombre de Rubio, lleva algunos días de visita en el país para cumplir con algunas actuaciones. Y no solo con su proyecto solista con el que se presentará este viernes 24 de noviembre en el marco del Festival Fauna Primavera.
En estos días también se ha dado un espacio para el reencuentro con sus ex compañeros Tomás Rivera y Rodrigo “Yiyo” de la Rivera, con quienes se ha reunido para revivir a su antigua banda Miss Garrison. Disueltos oficialmente en 2018 tras poco menos de una década en activo, ya tuvieron una presentación en el marco del Festival REC (a la que fueron invitados por la organización), y este jueves 23 tienen en agenda un concierto en Sala Metrónomo.
“Son varias sensaciones igual -cuenta Fran al otro lado del Zoom-. Es como si uno no anduviera en bicicleta en harto tiempo y volviera a andar, está muy intrínseco en ti. Pero claro, también ha pasado mucho tiempo, mucha agua bajo el río. Entonces, es volver al pasado a reencontrarse con muchos recuerdos también. Con el Tomás y el Yiyo hay una cosa como familiar, es muy lindo eso. Estoy contenta, muy feliz. Ha sido muy bueno el encuentro. Teníamos miedo de haber estado más oxidados, pero no”.
Fran Straube está de paso por Chile. Lleva siete meses viviendo en México con el interés claro de internacionalizar su carrera. La experiencia le ha permitido presentarse en escenarios de ese país y de su omnipresente vecino, EE.UU., lo que asegura, le ha dado un rodaje distinto. “Estoy muy contenta, he aprendido un montón. Para mí y todo el equipo igual ha sido el manso aprendizaje. Muchos logros, mucha alegría, muchas frustraciones, mucho estrés, mucho movimiento. Como que se pegó un cambio igual, pero estoy muy contenta de ese cambio. Quería un poco ese cambio”.
La visita al país coincide con la salida de su nuevo largaduración, Venus & Blue, tercero de su catálogo y que la vuelve a reunir con su productor habitual, Pablo Stipicic. Un interesante trabajo de 10 canciones (solo dejó fuera una que no la convenció) en que recorre diferentes estados y territorios sonoros; del cruce de electrónica y música clásica en Lo que no hablas; al dembow alternativo de Llorar; a la fantasía postpunk de Cuando el sol se vaya a dormir. Una colección de canciones entre la que Fran había diseñado desde 2021, pero que recién pudieron publicarse esta temporada.
“Este disco debía salir el 2022, lo empecé en 2021 -cuenta-. Para mí ya estaba cocinado hace mucho rato, pero todo es perfecto y todo sale en su tiempo cuando tiene que salir. Y al haberse retrasado pasaron muchas cosas buenas, que es bueno que hayan pasado. Entonces la ansiedad, hay que comérsela y esperar. Por algo pasan las cosas. Pero sí, estas canciones yo algunas las hice hace mucho rato. Es muy loco, porque en Rubio yo creaba y lanzaba, creaba y lanzaba, sin tanta mente. Y ahora, como pasó tanto tiempo con algunas canciones, me empezaba a dar inseguridad, dudaba de mí. Al final son como autoboicots”.
¿Y qué pasó ahí?
FS: Más que nada cosas externas, porque entré a un sello, iba a entrar a otro. Cuando entré con Fama (el que lanzó finalmente el disco), también nos demoramos casi un año en negociaciones. Fueron pasando cosas. Me cambié de agregador. Todo era, ya, revisión de contrato, dos semanas. Después, otra cosa, dos semanas más. Y así. Puras cosas externas.
Fran cuenta que pese a las demoras burocráticas, su gran apoyo fue su amigo y productor Pablo Stipicic. “Partimos el disco en pandemia, yo vivía en el Cajón del Maipo y bajaba a la ciudad. Después él se fue unos seis meses a México y yo también me fui dos meses, entonces avanzamos ahí. Y ahora él se fue en marzo a vivir a México y yo me fui en marzo. Entonces, hemos estado muy en sincronía, somos muy hermanitos. Y terminamos el disco en México juntos porque ya los dos vivíamos ahí en México. Hemos ido muy a la par, así como muy hermanitos. Y sin siquiera pensarlo, es muy loco, no nos pusimos de acuerdo”.
¿Y por qué funcionan tan bien con Pablo?
FS: Yo creo que funciona bien por los misterios de la vida. Nosotros de que nos conocimos, como que tuvimos onda. Nos llamamos muy bien, somos amigos. Nos llamamos muy bien, somos amigos. Es difícil encontrar una persona que concuerde contigo y como que fluya simplemente pensando en la composición, no en los egos. Somos muy distintos como personas, pero a la hora de componer, trabajamos muy rápido juntos, somos muy trabajólicos. Entonces, nos llevamos bien.
En Venus & Blue sugieres una dualidad en la música, en los estados emocionales ¿cómo se fue definiendo?
FS: Yo siempre invento el nombre primero antes de hacer las canciones en un disco. Entonces le había puesto Venus and Blue el 2021. De hecho, lo tengo tatuado y ni siquiera tenía tatuado nada de Rubio.Me tatué primero Venus & Blue y después dije ya, lo voy a usar. Yo siempre me imaginé dos gentes, o dos seres, o dos planetas, siempre dos cosas. Y solita la música empezó a tirarse para allá y tirarse para acá. Es lindo que el vinilo también tenga eso, como que ya uno empieza a irse en la volada de esas dualidades.
Hay canciones claramente basadas en dembow, algo que ya habías explorado en tu disco anterior (Mango Negro, 2020) ¿es una respuesta a lo que sucede con la música urbana?¿una inquietud personal?
FS: Claro, hay una o dos canciones, pero el dembow siempre está presente en Rubio. No sé si reguetón, pero sí el ritmo Dembow, que es distinto igual. Yo siempre he jugado con autotunes, he mezclado un poco la música urbana de una manera más experimental, quizá más indie, más oscura, más nostalgia. Yo no soy una persona que escucha reguetón, pero sí me encanta el ritmo dembow. Escucho mucho dembow instrumental, electrónico más que nada. Entonces, claro, me encanta y siempre lo voy a poner en composiciones mías, pero siempre mezclado con el universo Rubio.
Junto al álbum está el corto Nacimos llorando, sostenido en dos de las canciones del disco (Llorar y Kintsugi),una historia de dos chicos entre la atracción y rechazo, dirigida por Fernando Cattori ¿cómo surge esa iniciativa?
FS: Este disco es muy cinematográfico, son películas, no sé si viste los otros dos videos, son historias también. Entonces, yo quería que como cúlmine fueran dos canciones y que cerraran el disco y que fuera la película final un poco del disco. Entonces, al final esta película es como la expresión en su máximo expendedor del disco. Me hubiera encantado que fueran todas las canciones metidas, pero ya habría durado 40 minutos. Pero eso creamos en la historia en conjunto y se fue desarrollando así muy cinematográfica. Me encanta no aparecer en el video. Quería que fuera la historia de dos seres también. Está muy metido el lado femenino, el lado masculino, se vuelven a juntar las dualidades. Ahí la portada también está muy potente el lado femenino también. La vulnerabilidad del ser que está en el agua, que está blue, con toda esa sensación de nostalgia, como más existencial. Y así nace este film. Yo hace rato que quería hacer como una película, entonces eso fue como un sueño, cumplí un poco de que mi música se traspasara como algo más cinematográfico también, más que estético o más moda. Quería que todo como el imaginario de Venus & Blue fueran historias y algo que decir.
Sobre tu estadía en México ¿qué cambios has tenido que aplicar?¿qué es lo más complejo de dar el salto a ese mercado?
FS: Sentía que necesitaba estar más cerca de la industria musical, en el sentido de que hay más movimiento y es más grande todo. Yo también estoy moviéndome, como que voy, vuelvo, voy al festival, vuelvo, pero a veces me abrumo porque tengo mucho trabajo. Ahora entró más gente al equipo, hay departamentos. El departamento de esto, el departamento de lo otro. Es algo que siempre he querido, que las cosas funcionen bien. Y Rubio ha tenido muy buen feedback también, como que me quieren, me siento querida. Es lindo eso. Llevo siete meses en México y no he parado de ir a Estados Unidos. Ahora tengo visa de trabajo en Estados Unidos porque no paro de ir.
Tuviste que adaptar tu estructura...
FS: Definir roles al final, como que nosotros los chilenos tenemos una cosa como de hacer todo, pero cuando empieza a crecer también tienes que delegar cosas. Decir, ya ese es tu rol, toma. Porque así va a vamos todos creciendo y vamos organizándonos, necesitas tener equipo. No voy a estar haciendo todo, porque si no, no hay abasto. Ha sido lindo eso de confiar, de que el equipo crezca incluso con gente que nunca he visto en persona. Entonces, también me encanta que crean en mí, que crean en el proyecto, que estén motivadas las personas que están dentro. Siento que hay como una simbiosis y que todos queremos que esté bien todo esto.
En octubre estuviste de invitada en las sesiones de KEXP, en Seattle, donde ya habías estado hace 5 años ¿qué tal ese regreso?¿cómo lo sentiste respecto a la vez anterior?
FS: Sentí un cambio. Físicamente lo sentí. Rubio ahora es más electrónico, antes era todo más orgánico, más desordenado también. Ahora sentí que estaba todo mucho más apretado entre el Lego, el Andy y yo. Hay un upgrade en cositas muy pequeñas: las señales MIDI, el hecho de montarnos muy rápido, porque a veces tienes muy poco tiempo para montarte y ahora lo hacemos de una. Son cositas que la experiencia te va enriqueciendo al final.
Vas a estar presentándote en el Fauna Primavera este viernes 24 ¿qué vamos a ver en tu show?
FS: Es bacán que ya haya lanzado este disco, que haya recorrido un poco, porque voy a tocar varias canciones nuevas y los hits igual. Tocamos harto rato, así que se puede desarrollar un buen show. Me encanta cuando los festivales te dan una hora para tocar, porque ahí le voy a dar un viaje a la gente. Estoy tocando guitarra también, que es algo nuevo en mí. Voy con formato dúo, con el Lego, que está increíble. Me encanta este formato. Es nuevo también para la gente que conoce a Rubio, va a estar distinto a lo que han visto.