A mediados de los 90, Lucia Berlin escribió un conmovedor cuento inspirado en El tío Vania, de Chéjov. Millie tiene dos hijos y tres nietos encantadores. Suelen verse, hablar, celebran Acción de Gracias y Navidad juntos. Pero Millie no se siente feliz; al contrario, la sensación de frustración la ahoga. “No puedo culpar a nadie más que a mí misma por haber sido una mujer y una madre espantosa, un desastre total”, dice. “Llevo el título de madre, abuela, empleada, pero en el fondo nadie me necesita”, piensa. Decide inventarse una nueva vida y viaja a San Francisco con otra identidad, sin avisar a nadie. Naturalmente, su decisión creará una crisis en su familia, que se desvela buscándola, y revelará sentimientos de soledad y tristeza. Inspirado en su vida, el cuento recoge el ánimo emocional de Lucia Berlin en esos días. La autora se sentía fracasada y “tantos años escribiendo le habían dado pocas recompensas”, escribe su hijo Jeff Berlin en esta formidable antología que recoge 15 cuentos inéditos en español, así como ensayos y fragmentos de sus diarios. Protagonista de una vida inestable, Lucia Berlin difuminó los límites entre biografía y ficción. Así lo confirma este volumen atravesado de momentos de belleza, melancolía y ternura, y escrito con enorme destreza y sensibilidad narrativa.

Cuando su madre murió de fibrosis pulmonar, en 2015, la poeta Victoria Chang no pudo escribir una poema para ella. El dolor y la tristeza que sentía los transformó en breves obituarios poéticos. En ellos dejó registro de pequeñas muertes que van dando forma al profundo sentimiento de pérdida y duelo. “El futuro: murió el 24 de junio de 2009. Una figura pionera en el pasado, el futuro fue el presidente del presente”, pero “el futuro cierra sus oficinas cuando una madre muere”. “El lenguaje murió, brillante y bello, el primero de agosto de 2009 a las 2:46 pm. Amante de alzar la mano, el lenguaje vivió una vida llena de cuestionamientos (...). Mi madre no pudo hablar pero sus ojos fueron los únicos que estaban completamente abiertos”. Objetos, emociones, personas: Obit recoge esos obituarios poéticos (el optimismo, la memoria), entre ellos uno dedicado al poeta Tomas Tranströmer. También incorpora otros versos: “Le digo a mis hijas/ que la esperanza es como una falda azul,/ que puede girar y girar,/ que a los hombres les gusta abrirla,/ desarmarla y herirla”, escribe. “Le digo a mis hijas/ que a veces yo también puedo tener esperanza,/ que a veces nada/ se mueve excepto mi amor por alguien/ y la luz de una estrella muerta”. Un libro delicado, emotivo y luminoso.

El 22 de febrero de este año, el profesor José Maza se trasladó a la costa. A las ocho de la noche estaba con sus binoculares en la playa, esperando un fenómeno inusual: ese día la Luna tapaba a Júpiter. Pero entonces unas nubes gordas se cruzaron en el cielo y desanimaron a Maza. Pronto, sin embargo, las condiciones cambiaron y el astrónomo pudo ver a Júpiter apareciendo por el borde iluminado de una Luna creciente, esas lunas con forma de banana. Premio Nacional de Ciencias 1999, José Maza se ha dedicado con éxito a la difusión de la astronomía en libros que se han convertido en bestsellers. En 2019 amplió su audiencia con Somos polvo de estrellas para niños y niñas, la versión infantil de su libro más célebre. En la misma línea ahora publica Luna para niños y niñas, un libro ilustrado donde comparte sus conocimientos sobre el satélite natural. Acompañado de la figura de dos niños curioso, el profesor conversa sobre los ciclos lunares, los viajes a la Luna, cuenta la historia de Yuri Gagarin y Teresa Tereshkova, el primer hombre y la primera mujer en orbitar la Tierra. También repasa mitos, películas y leyendas. El libro tiene un fin didáctico y si bien no es muy atractivo narrativamente, cuenta con un diseño lúdico y coloridas ilustraciones de Magdalena Pérez.