Violeta Parra: el final de la batalla por su obra maestra

Violeta Parra
Violeta Parra: el final de la batalla por su obra maestra

Las Últimas Composiciones de Violeta Parra, el disco final de la cantautora y que posee Gracias a la vida, el himno más universal nacido en Chile, no estaba disponible de manera oficial en ningún formato. Era una obra fantasma que había naufragado entre litigios judiciales y problemas de derechos. Pero el juicio se destrabó y la pieza saldrá a la luz durante estos días, pese a que una de las partes del conflicto, Isabel Parra, desconoce el tema.


Los ejecutivos de la discográfica Al Abordaje Muchachos, Felipe Domínguez y Rodrigo Fuentes, están en su oficina mirando sobre una mesa nueve versiones distintas del álbum Las últimas composiciones (1966), de Violeta Parra: una en disco de vinilo color celeste, otra en violeta marmolado, más allá una en CD, mientras en el otro extremo aparece un casete.

Pero lo que hoy es todo, durante décadas fue nada. El testimonio musical más relevante y conmovedor de una artista nacional, su canto de cisne despachado tres meses antes de su suicidio, acumulaba décadas sin ver la luz en ningún formato debido a litigios judiciales y conflictos de derechos. Un nudo ciego que encerraba una paradoja: la pieza que posee la canción más universal y versionada del cancionero chileno -Gracias a la vida- era imposible de encontrar o escuchar. Levantando paralelos, es como si en Inglaterra una producción de The Beatles se hubiera esfumado de la Tierra.

Violeta Parra Las últimas composiciones

“Era de un egoísmo tremendo seguir con esto guardado o peleado”, califica Domínguez, gerente del sello responsable de reeditar el disco, disponible en diversas ediciones desde estos días en tiendas y plataformas digitales, estableciendo hasta ahora el eventual punto final de una de las batallas más viscerales e increíbles que recuerde la cultura popular chilena: el tira y afloja por Las últimas composiciones de Violeta Parra.

Un gallito que en un bando tiene a la familia de la cantante, encabezada por su hija mayor, Isabel Parra, presidenta de la Fundación Violeta Parra y quien recibe los derechos autorales de la artista, y en el otro a un anónimo ingeniero eléctrico llamado Pedro Valdebenito, hoy de 81 años y dueño de los derechos fonográficos del título, o sea, aquellos que permiten publicar, comercializar y explotar un fonograma. En términos simples, es el dueño del máster original, la cinta inicial a partir de la que se copian y fabrican todos los discos que salen a la venta.

Pedro Valdebenito

“Más que alivio, siento todavía cierta aprensión con la salida del disco. Está resuelto a través de la ley y lo racional. La ley nos autoriza a sacarlo. Pero no se ha dado ninguna relación formal con ella (Isabel Parra) para poder editarlo. El alivio lo voy a sentir cuando sepa que ella entró en la racionalidad, se calmó y entendió lo que estamos haciendo”, admite ahora Valdebenito, deslizando que la trama aún exhibe flancos abiertos.

De hecho, Isabel Parra reconoce en conversación con Culto que no tiene ninguna noción o información de la salida inminente de estos ejemplares a tiendas, pese a que esta semana ya estaban fabricados y listos para su despacho. “No sabía, no tenía idea. Me parece un asunto supergrave, porque nosotros no hemos solucionado ningún problema con ellos. Ahora voy a hablar con mis abogados a ver qué me dicen”, reconoce la intérprete.

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Pedro Valdebenito se convirtió en propietario de la codiciada pieza bajo una operación sigilosa que se extendió por años. En 1964 se inició como diseñador de televisores de la empresa RCA Víctor, compañía que se nacionalizó en 1971 bajo el gobierno de Salvador Allende y que pasó a llamarse IRT. A su vez, RCA Víctor fue la firma donde Violeta Parra grabó Las últimas composiciones, luego de casi toda una vida en el sello EMI Odeon.

Violeta Parra web

A las mismas oficinas de RCA, en calle Matías Cousiño, la cantante llegó furiosa una tarde de agosto de 1966 para pedir que la grabaran y para negociar con ellos precisamente la salida del álbum que después sería su título final. Jorge Rencoret, en ese entonces gerente de Marketing y Ventas de RCA Víctor, recuerda: “Estaba bastante ajada, embarrada, venía muy desaseada. Le pregunté qué le pasaba. Me dijo que venía enojada porque en EMI no la habían dejado grabar sus nuevas composiciones. Y que había firmado una especie de salvoconducto que le permitía liberarse de ese sello para firmar con otro. Quería mostrarme a mí las nuevas canciones, para ver si me interesaban. Como tenía poco tiempo, mandé a pedir una guitarra y le comenté: ‘Muéstreme un solo tema’”.

Parra tomó la guitarra y cantó Gracias a la vida.

“Yo estaba en mangas de camisa y se me pusieron los pelos parados. Nunca en la vida me había pasado algo así. Era una canción fuera de serie. El agradecimiento a la vida más bello que haya escuchado. Le dije al ingeniero que la grabara de inmediato. Firmamos en ese momento el contrato, no había mucho que hablar”, remata Rencoret.

Las últimas composiciones salió a la calle en noviembre de 1966 con un tiraje acotado: pese al impacto sobrecogedor que contenía su música, con temas como El Albertío, Volver a los 17, Run run se fue pa’l norte y la propia Gracias a la vida, no había demasiada confianza en sus ventas y se invirtió un presupuesto estrecho para su producción, con apenas un par de fotos en blanco y negro para su arte.

Con la llegada de la dictadura militar, el sello fue cambiando de manos y de nombre, y la obra final de Parra se fue editando cada vez menos. La última vez que se publicó en vinilo en el país fue en 1977 y sin el tema Mazurquica modernica, el más político del álbum, sacado del listado para evitar cortocircuitos con el entorno de la época.

Valdebenito, por su lado, veía como RCA Víctor/IRT agrupaba uno de los catálogos más extraordinarios de la historia musical chilena, pero sin la relevancia de antaño. Hacia los 80, los vinilos empezaban a venderse menos y la generación de artistas de mediados del siglo XX o estaba vetada de los medios oficiales o ya no generaba tanto entusiasmo entre las nuevas generaciones. Por eso impulsó una serie de movimientos para quedarse con ese patrimonio. Primero, en 1988 compró su planta de duplicación de casetes. En 1991 los dueños le licenciaron parte de su repertorio, el que repartió en multinacionales como BMG y EMI.

Ahí tuvo su primer contacto con Las últimas composiciones, ya que el disco formaba parte de ese lote, al ser el único que la cantautora grabó con la discográfica. Para poder licenciarlo, llegó a un acuerdo con la propia Isabel Parra ese mismo año ‘91, donde se establecía el pago de las regalías correspondientes. “O sea, durante ese período con Isabel Parra nosotros fuimos socios y explotamos conjuntamente el álbum sin problemas”, precisa Valdebenito.

Pero en 1996, RCA Víctor/IRT llegó a su fin, liquidó todo lo que poseía y Valdebenito aprovechó de dar el gran golpe: por $345.106.444 compró todo el catálogo de la empresa y se convirtió en su propietario absoluto. En esa adquisición se cuentan casi tres mil máster que cubren desde 1933 hasta 1980, y que contienen casi toda la diversidad de música chilena concebida en la centuria pasada. ¿Ejemplos? Diecisiete fonogramas de Tito Fernández, una decena de Margot Loyola, un par de Los Jaivas, otros de grupos de rock como Los Vidrios Quebrados, Panal o Congregación y, naturalmente, la gran joya de la corona, el álbum que marca el epílogo artístico de Violeta Parra.

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Bajo ese escenario, Valdebenito ya no debía llegar a acuerdos con nadie para rentabilizar tales títulos. Ante ello, Isabel Parra decidió en 2006 demandarlo en el Segundo Juzgado Civil de San Miguel por el concepto de apropiación de obra, conflicto que culminó siete años después y que obligó al funcionario a pagarle a la intérprete $4 millones por derechos artísticos y $14 millones por derechos morales. Ahí, reconoce Valdebenito, su salud económica se desestabilizó.

Además, tal resolución estableció un elemento clave: desde ese momento, Las últimas composiciones de Violeta Parra también debían contar con la autorización de Isabel Parra para editarse. Valdebenito tenía prohibido por ley producir, comercializar o distribuir el disco. Pero el fallo no le quitaba los derechos fonográficos, por lo que el efecto era una suerte de bumerán: Isabel Parra tampoco podía sacar el álbum sin la autorización de Valdebenito. El canto definitivo de Violeta caía en tierra de nadie.

violeta parra nov 23

Ante tal desconcierto que se mantuvo por años, Isabel Parra decidió en 2017 sin permisos editar una versión en CD del disco, el que se vendía en el hoy desaparecido museo dedicado a la cantante en Vicuña Mackenna, pero con otra carátula y con dos temas extra. Cuando se enteró, Valdebenito entabló una querella criminal contra la Fundación Violeta Parra ante el Octavo Juzgado de Garantía de Santiago, acusando que tal álbum era derechamente “pirata” (“lo sacó a la mala”, califica) y que vulneraba la Ley de Propiedad Intelectual, calificando a la entidad de “responsables del delito de reproducción, comunicación pública, modificación y comercialización de copias no autorizadas del fonograma que contiene la obra musical Las últimas composiciones de Violeta Parra…”. El conflicto empezaba a rozar el paroxismo.

Sin embargo, a partir de este año, la justicia ha dictaminado nuevos rumbos para una producción que parecía destinada a las tinieblas. El 3 de abril de 2023, el Segundo Juzgado Civil de San Miguel decretó el alzamiento de la medida precautoria de prohibición de celebrar actos y contratos de los fonogramas que contengan Las últimas composiciones. El pasado 3 de agosto se decretó un alzamiento de la ampliación del embargo que recaía sobre el título. En términos concretos, Valdebenito, como dueño del fonograma, podía empezar a reproducirlo y distribuirlo sin mayores inconvenientes, y sin tener la autorización de Parra. De hecho, la cantautora no ha tenido ninguna clase de participación en el último tramo de este litigio.

Esto también fue posible debido a que casi un año antes, el 26 de agosto de 2022, el juicio civil al que había sido sometido el disco desde mediados de los 2000 se declaró en abandono. Las últimas gestiones de la demandante habían sido en octubre de 2016, por lo que había pasado el tiempo establecido por la ley para que el proceso no siguiera y se precipitara la posibilidad de su fin, con el consiguiente alzamiento de las prohibiciones que existían sobre el álbum.

ISABEL PARRA
Isabel Parra Foto: Andres Perez

Ante ello, Valdebenito le licenció la obra a la discográfica Al Abordaje Muchachos para que ellos se encargaran de llevarlo a la luz pública.

Isabel Parra insiste en que no conoce nada de esta resolución: “Hay un tema legal. No se trata de que yo entregue la autorización o no, sino que hay un conflicto que no se ha solucionado. Lo que yo sé es que ni nosotros podemos publicar el disco y el señor Valdebenito tampoco. Y ahí está ese nudo que dura años. No tenía idea que todo esto iba a pasar”.

Previendo un buen desenlace para su socio Valdebenito, en Al Abordaje Muchachos empezaron a trabajar desde hace un tiempo en la reedición del trabajo. Incluso antes que se resolviera la vía libre para su salida. Primero, pusieron foco en el audio, entregándole el máster a los destacados productores e ingenieros de sonido Mariano Pavez y Marcos González. Ellos hicieron el trabajo de restaurar y masterizar el sonido, aislando ruidos y distorsiones del registro original, mejorando frecuencias y, en síntesis, entregándoles un brillo más limpio a los instrumentos y una imagen más envolvente a la voz de Violeta.

“Me entregaron las cintas como hueso santo y yo las pasé a digital. Luego con un software se inicia la restauración, donde se quita todo el ruido para que suene de la mejor manera. Pero con mucho cuidado, sin que nada pueda alterar, por ejemplo, el espectro de la voz. Después hay que masterizarlo, detectar las resonancias raras y las frecuencias que molestan para poder embellecer el audio. Intervenir un disco antiguo es difícil, todo duró al menos tres semanas, pero fue un honor gigantesco trabajar sobre una obra esencial de nuestra música”, cuenta Pavez.

El siguiente paso fue restaurar su arte. Su fotografía de portada es simple y aparece la cantante en La Carpa de La Reina tocando un charango, mientras en primer plano se asoma un pequeño fragmento de un cuatro venezolano. Para la nueva versión, la imagen fue mejorada con inteligencia artificial, los tonos se ven mucho más nítidos y la imagen de la artista está movida más hacia la izquierda, por lo que el cuatro se ve casi en su totalidad y adquiere una apariencia mucho más protagónica.

La imagen la capturó el fallecido fotógrafo Javier Pérez Castelblanco, quien trabajaba para la RCA Víctor en 1966. Al Abordaje Muchachos negoció con sus herederos toda la sesión de fotos para el disco, donde se incluyen numerosos registros inéditos de Violeta Parra, con el objetivo de incluirlas en la entrega 2023 de Las últimas composiciones. Sin embargo, los involucrados prefirieron no ceder los negativos.

Violeta Parra

Pese a ello, el nuevo lanzamiento guarda una novedad. No solo ya está disponible la edición restaurada de Las últimas composiciones en vinilo, CD, casete y digital. También están en venta nuevos ejemplares de una versión del álbum editada en 1974 y que contiene arreglos de cuerdas en sus canciones, realizados por el destacado compositor Nino García, en ese entonces de apenas de 17 años, pero que ya trabajaba como orquestador para sellos discográficos.

La ornamentación orquestada es una suerte de pincelada que les otorga timbres más suaves a las composiciones. Se trata de un título que por décadas fue casi imposible de encontrar en el país. Además, la portada también es distinta: ahí aparece Violeta en un dibujo entre coloridas montañas y árboles, en un diseño elaborado en su tiempo por René Olivares, el ilustrador legendario por su trabajo junto a Los Jaivas.

Violeta Parra

Pese a que parece todo en regla y que los álbumes ya ingresaran al comercio (ya se pueden adquirir, por ejemplo, en vinilospormayor.cl), Valdebenito aún guarda cierto temor por la reacción de Isabel Parra. Asegura que tiene todas las herramientas legales para seguir adelante y que se le pagarán las regalías correspondientes a la heredera de Violeta.

“Ella siempre ha querido que yo le ceda el máster y se ha negado a un acuerdo”, asegura Valdebenito, para después rematar: “Ojalá que su madre la ilumine desde el cielo y le permita que esto funcione sin problemas”.

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