Era un día primaveral en Santiago, pero a pocos minutos del arranque del concierto de The Cure, un sonido pregrabado de tormenta recibía a quienes llegaron encima de la hora. Habitualmente en los conciertos se ameniza la previa con música envasada. Pero Robert Smith, lo sabemos, gusta de hacer las cosas a su modo. La música previa la pusieron los números de apertura, con los chilenos The Cruel Visions, FrioLento y los irlandeses Just Mustard.
Un década pasó antes del regreso del grupo a Chile (que arribó el martes por la tarde). Los ingleses se presentaron este jueves ante la audiencia que repletó el Estadio Monumental en el marco de la gira Shows of a lost world. La organización estimó 42.000 personas de asistencia, en su mayoría sub 40 y adultos. En las redes sociales, eso sí, hubo quienes expresaron que la alta convocatoria hizo poco expedito el acceso al recinto de Pedreros.
La noche en Santiago, fue la quinta del tramo latinoamericano del grupo. Antes estuvieron en Ciudad de México (en el festival Corona Capital), Lima, Buenos Aires (en la edición local de Primavera Sound) y Montevideo. En todos presentaron extensos sets de casi treinta canciones, asentadas sobre su material más reconocible, más alguna joya para los fans.
La lluvia dio paso a la oscuridad musical de los Cure. Tras un retraso de 10 minutos, el grupo salió a escena ante el aplauso del impaciente público que demandaba la presencia con unos tímidos gritos “Roberto, Roberto”. Y Robert, luciendo polera negra con estampado de la bandera de Chile, se hizo presente.
El set arrancó con Alone. Es una de las nuevas canciones que el grupo ha revelado durante sus giras desde el 2022 (debutó en octubre de ese año), que se espera sea parte del nuevo álbum, hasta ahora titulado Songs of a lost world.
Se trata de una canción majestuosa, de introducción larga y progresiones oscuras sostenidas con un colchón de teclados y el prominente bajo de Simon Gallup, sonando al estilo Peter Hook. A ratos, la canción suena como un descarte del clásico álbum Disintegration. “Este es el final de cada canción que cantamos”, canta el siempre dramático Smith. En el público la gente escuchaba con respeto. “Good night again”, saluda al terminar.
De inmediato viene el primer hit de la noche. La inconfundible introducción de Pictures of you generó la primera reacción del respetable. Unos corean, otros aplauden, otros graban el momento con los móviles.
El aplauso siguió cuando sonaron los primeros compases de High, del álbum Wish (1992), y se extendieron al seguir con Lovesong. Un par de hits para abrir la noche.
Las novedades siguen con And nothing is forever. Otra de las canciones nuevas, presentada por primera vez en un show en Estocolmo en 2022. De inmediato se deja ver como una composición extensa, dramática y ensoñadora con mucha presencia de teclados y las clásicas campanillas, tan propias de la imaginería de The Cure (las que abren el álbum Disintegration, por ejemplo). “Prométeme que al final estarás conmigo/ Di que estaremos juntos y sin arrepentimientos/ Por muy lejos que estés/ Tú me recordarás con el tiempo”, canta Smith.
En escena no está el tecladista histórico Roger O’Donnell, ausente del tramo latinoamericano por problemas de salud, según la versión oficial. En cambio sí está el zurdo Perry Bamonte, músico que integró la banda entre 1990 y 2005, quien se reincorporó en el arranque de la gira en 2022.
La noche sigue con clásicos. Smith tocó un par de flautas al iniciar la siempre abrasiva Burn. Siguieron con otra clásica, la misteriosa Fascination Street, otro corte de Disintegration, el álbum con más canciones en el set. Pero también hay guiños a los fans con temas algo más recónditos, como Kyoto Song del disco The Head on the Door (1985) y del mismo trabajo, A night like this, Push e In between days.
El set estuvo cargado a los años más relevantes de la banda con un sonido que se mantuvo en la norma del grupo que privilegia definición por sobre potencia. Fue una ocasión para apreciar en directo la capacidad de los Cure para generar atmósferas y extenderse en territorios musicales desde el rock gótico al pop más denso y oscuro.
El set principal, antes de los dos encores, cierra con otra composición nueva: Endsong, que han sumado en sus sets de la gira latinoamericana. Junto a Alone estuvo entre las primeras composiciones inéditas que los músicos han interpretado a sus shows. Se trata de una pieza basada en un largo, hipnótico y ensoñador pasaje instrumental, tan desolador como impactante. “Todo se ha ido”, canta Robert Smith una y otra vez, con una entonación casi de lamento.
Tras una breve pausa poco antes de las 23.00 horas arranca el primer encore. Estuvo cargado a temas más atmosféricos, como It can never be the same, Plainsong y Disintegration. Probablemente un momento más para los músicos y los fans más acérrimos. Para marcar que lo suyo no son solo canciones simples.
El set final fue de los hits: en una encendida progresión pasaron clásicos como Lullaby, la muy pop Friday I’m in love, Why can’t be with you y al cierre, Boys don’t cry, el segundo single de la carrera de la banda editado en el lejano 1979
En su regreso a Chile, The Cure presentó un show a la altura de su historia y su ambición musical. Un set de canciones pensado para fans e iniciados que pudieron apreciar la experiencia escénica de Robert Smith y compañía como uno de los fundamentales de la música popular. Tras el show, el grupo seguirá viaje a Brasil.