Columna de Daniela Lagos: Bookie, a medio camino
El problema de esta serie de HBO Max es que, con estos dos episodios como muestra, no se ve un arco central que haga sentir que hay una verdadera historia, motivación o conflicto. Así, la producción vuelve a sentirse a ratos como que fuera una sitcom.
En 2018 el productor Chuck Lorre, que en ese momento era sin duda uno de los más importantes de la pantalla chica estadounidense, decidió hacer una apuesta y salirse de su zona de confort. Luego de años de éxitos rotundos con sitcoms de esas de risas pregrabadas y personajes unidimensionales (Two and a Half Men, The Big Bang Theory, Mom), lanzó El método Kominsky, una comedia que se proponía como algo más serio y profundo, algo también más moderno.
Luego de tres temporadas, un éxito moderado aunque sin mayor trascendencia, la producción llegó a su fin y Lorre volvió a las sitcoms, aunque sin lograr repetir los éxitos de antaño.
Ahora el productor está de regreso, esta vez en HBO Max, volviendo a aventurarse en una comedia algo más oscura con Bookie. Aquí la historia gira alrededor de Danny (Sebastian Maniscalco), un corredor de apuestas que pasa sus días tomando apuestas, persiguiendo a clientes deudores, resolviendo problemas personales y también viendo qué será de su futuro si se legalizan las apuestas deportivas.
Con dos de sus ocho episodios estrenados, Bookie muestra elementos a favor. Es una serie entretenida, de buenas actuaciones, con un elenco interesante, una mirada al mundo de las apuestas y aquellos adictos a ellas, y también con apariciones hechas para generar titulares, como la de Charlie Sheen volviendo a una producción de Chuck Lorre luego de su tan escandalosa salida de Two and a Half Men.
El problema de la serie es que, con estos dos episodios como muestra, no se ve un arco central que haga sentir que hay una verdadera historia, motivación o conflicto. Así, la producción vuelve a sentirse a ratos como que fuera una sitcom, de esas que se puede ver cualquier capítulo y nada muy importante se pierde, y que, por lo mismo, tiene menos peso y valor que lo que acostumbra a entregarnos una plataforma como HBO.
Está por verse cómo sigue el camino en los episodios aún por estrenar, pero por ahora se siente como un producto a medio camino entre una comedia hecha para la risa fácil y una que quiere proponer algo más.