John Lennon, uno de los cuatro Beatles, fue asesinado a tiros anoche cuando entraba al edificio de apartamentos donde vivía, el Dakota, en el Upper West Side de Manhattan. Un sospechoso fue detenido en el lugar”, así era el lead de la nota publicada en el New York Times el 9 de diciembre de 1980, en que se daba cuenta del crimen cometido por Mark David Chapman.

La muerte de Lennon, a balazos, es uno de los crímenes más recordados de la cultura popular. En los años posteriores se ha reconstruido lo ocurrido con bastante precisión, indagando, por ejemplo en el operativo realizado por el asesino.

John Lennon en su último día con vida

Como se sabe, Chapman, un lunático fan de los Beatles, había aguardado por John Lennon durante todo el día a las afuera del edificio Dakota. Incluso, había conseguido que el músico le autografiara una copia de su álbum Double Fantasy. Pero no fue suficiente. Atacó al músico cuando este regresó del estudio Record Plant, donde había estado trabajando en una canción de Yoko Ono, titulado Walking in thin ice, que en principio iba ser considerada para Double Fantasy.

“(Chapman) Llamó con voz suave, ‘señor Lennon’, y luego sacó un revólver del 38, lo esgrimió con las dos manos poniendo la postura de combate tan familiar a través de innumerables películas de policías y disparó cinco tiros. John continuó andando, subió los escalones hasta el vestíbulo de la portería y allí se derrumbó en el suelo, desparramando a su alrededor los casetes que llevaba”, detalla el biógrafo Phillip Norman en su libro sobre el ex Beatle.

Fue ahí que lo vio Jay Hastings. Era un joven que trabajaba de portero en el Dakota. Su testimonio se puede ver en el documental Lennon: Murder Without a Trial, estrenado por Apple TV. Allí recuerda lo que vio y escuchó. “(John) pasa corriendo a mi lado. Él dice: ‘Me han disparado’. Le salía sangre de la boca. Simplemente se desplomó en el suelo”.

Yoko Ono y John Lennon

Según el testimonio de Hastings, esas habrían sido las últimas palabras de Lennon, aunque en rigor, en el momento lo único que importaba era llevarlo al hospital. “Lo hice rodar hasta quedar boca arriba, le quité las gafas y las puse sobre el escritorio. Y Yoko gritaba: ‘Traigan una ambulancia, traigan una ambulancia, traigan una ambulancia’”.

Fue entonces que llegaron los policías. Los primeros fueron Steve Spire y Peter Cullen, quienes se ocuparon en detener y desarmar a Chapman, quien los esperó sin oponer resistencia mientras leía una copia de El guardián entre el centeno, de J.D. Salinger. Una vez en la patrulla, Cullen se volvió hacia Chapman y le dijo: “¿Estás loco? ¡Acabas de desperdiciar toda tu vida!”. Pero la respuesta de Chapman lo dejó helado: “Dijo que hay una personita dentro de él, una persona grande, y esa noche, la personita ganó”, recordó el policía años después.

Mientras, un operador de radio les comunicó a los policías que había una ambulancia en camino, pero no estaría ahí antes de 10 minutos. Fue entonces que llegó una segunda patrulla de policías, la dupla Bill Gamble y James Moran. Con el tiempo en contra, se decidió levantar en vilo a Lennon, ubicarlo en el vehículo y llevarlo sin más al hospital.

Según comentó Moran a New York Daily News, los policías tumbaron a Lennon en el asiento trasero mientras aún exhalaba. De camino al hospital Intentaron mantenerlo consciente haciéndole algunas preguntas, como “¿eres John Lennon?”. Ahí, el músico habría gemido un moribundo “yeah” como respuesta. Bien podría considerarse a esas también sus últimas palabras. Minutos después ya no respondía. Lennon sin pulso al hospital, desangrado a causa de las heridas. Un Beatle había muerto.

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