Tierra de Campeones, de Diego Zúñiga (Random House)
La niebla bajó hacia la costa como una ola gigante, un tsunami hacia el mar. Tormenta o remolino: la nube arrasó con Caleta Negra, se tragó las casas y maltrató los botes en la orilla. A Chungungo Martínez la tromba lo alcanzó en el mar junto a sus amigos pescadores. Cuando abrió los ojos, Violeta y el Villagra chico habían desaparecido. Volvieron al mar a buscarlos. Se hizo de noche, hicieron una fogata. “Entraban al mar por turnos, aunque sabían que en el fondo era inútil. Pero lo hicieron, en parejas, reemplazándose cada media hora, forzando a la espera, retorciendo el tiempo más allá de lo posible”, escribe Diego Zúñiga. “No hubo caso”, relata. “El mar nunca los iba a devolver”.
Personaje entrañable y trágico, Chungungo Martínez es el protagonista de la tercera novela del autor de Camanchaca y Racimo. Un niño huérfano que era un fenómeno nadando bajo las aguas del río Loa, en la ciudad más desértica del mundo, y que una noche encuentra su lugar en el mundo en una frágil caleta de pescadores. Fines de los años 50, los héroes del deporte nacional eran el Tani Loayza y Arturo Godoy. El joven Chungungo tiene corazón de campeón y, así, competirá en torneos de caza submarina. Chungungo atraviesa la década del 60 y sus remezones entre la pesca, el Mundial del 62, las lecturas de la revista Estadio y el Reader’s Digest. Hasta que se convierte en campeón mundial en un torneo realizado en Iquique en 1971, y recibe el abrazo del Presidente Salvador Allende. Después de 1973, la violencia asomará de forma inesperada, bajo el mar, y la vida de Chungungo se romperá irremediablemente. Novela notable y conmovedora, atravesada de momentos de energía, de instante reflexivos e imágenes de resonancia poética, en ella el paisaje cobra una presencia protagónica y un viejo Chile revive, con sus héroes cargados de humanidad, con su lenguaje y sus carencias, sus tristezas y alegrías. Y donde el horror de la historia se precipita de un modo imprevisto y desolador, como una niebla o una ola devastadora.
Cuando Era Niña, de Elena Cruz (ULLA Books)
Le costaba salir de la cama tibia por la mañana y en ocasiones vestirse podía ponerla de mal humor. Pero una vez en la cocina, al sentir el olor a pan tostado, comenzaba a animarse. Se iba saltando al colegio, evitando pisar los bordes de los pastelones en el pavimento. Le gustaba hacer siempre el mismo trayecto y cruzarse y saludar a las mismas personas. En el colegio se avergonzaba si la profesora la pillaba volando y la sorprendía con alguna pregunta. Le gustaba jugar en la plaza con sus amigos y soñaba tener un quiosco con su prima para vender -y comer- cosas ricas. De niña, a la protagonista de este relato le gustaba armar tiendas con mantas y cojines, y detestaba que su hermano las desarmara. “Me daba pena la palabra vida, me daba nervio la palabra larva y me hacían reír apetito y tertulia”, recuerda. A través del relato de un día en la vida de una niña, la historia aproxima al lector a sus emociones y sensaciones, a su fascinación por los animales, a la alegría que sentía con la visita de sus abuelos y la angustia que experimentaba los domingos por la tarde. Experiencias que más allá de las épocas y singularidades, pueden identificar a lectores de todas las edades. Atenta a los detalles y sin perder de vista la perspectiva de la niñez, la narración es un delicado y divertido viaje por la memoria emotiva de la protagonista, donde los recuerdos y la imaginación se encuentran alegremente. Una bella y cuidada edición de Ulla Books, en este libro álbum brillan y se lucen también las expresivas y graciosas ilustraciones de Leo Ríos.