Crítica de discos/singles: las mutaciones de Ryan Adams, las joyas de la cumbia chicha y la psicodelia beatlera de Liam Gallagher
Esta semana las novedades discográficas traen una apuesta de Adams por una mixtura entre power pop, AOR ochentero, filo punk con vértebra melódica, y guiños a Bruce Springsteen. Además de una nueva entrega de la particular visión peruana de la cumbia eléctrica y el cruce de Gallagher y el ex Stone Roses, John Squire, en clave de rock psicodélico.
Ryan Adams - Heatwave
Ryan Adams (49) quedó atrapado en el purgatorio tras las denuncias de ex parejas por conductas abusivas, incluyendo acusaciones de acoso a una menor, finalmente desestimadas mediante una investigación federal. El contexto del movimiento Me too provocó que su prolífica y reputada obra como uno de los cantautores estadounidenses fundamentales de este siglo -un eterno chico genio en perfecto dominio del punk, el indie y el folk-, fuera prácticamente aniquilada. Tampoco le ayudó la fama de espeso, alimentada por fricciones con periodistas y colegas. Su nombre desapareció de las reseñas, aún cuando la productividad y la calidad no ha descendido en el lustro transcurrido desde la denuncia pública, a través de un reportaje de The New York Times. Reformado y de exitoso regreso a las giras, aunque aún ignorado por los medios, Adams acaba de publicar cinco álbumes estilísticamente distintos, incluyendo un registro en vivo. Entre ellos, destaca Heatwave gracias a la mixtura entre power pop, AOR ochentero, filo punk con vértebra melódica, y guiños a Bruce Springsteen. Ryan Adams hace lo imposible por mutar, como si se tratara de artistas distintos en cada corte con pasmosa elasticidad. No todas las metamorfosis resultan, pero el partido termina a su favor.
Cumbias chichadélicas 2: + peruvian psychedelic chicha - Varios artistas
En 2005 el músico francés Oliver Conan descubrió en un viaje a Perú las cumbias amazónicas y andinas -estas últimas conocidas como chicha-, géneros populares de los años 60 y 70, que en Chile tuvieron eco en la obra de clásicos como Los Viking 5. Conan compiló el material de artistas como Los Mirlos y Juaneco y su combo en The Roots of chicha (2007), disco que enganchó en públicos de élite como una expresión exótica y kitsch. A Oliver Conan lo acusaron de apropiación cultural, en tanto quedó abierta la opción de recuperar esa tradición musical peruana que, en rigor, nunca se ha ido del todo gracias al carácter festivo de los vecinos del norte.
A nueve años de Cumbias chichadélicas: peruvian psychedelic chicha, que reunía cortes irresistibles aparecidos en The Roots of chicha como Ya se ha muerto mi abuelo, surge esta segunda parte con nombres que se repiten de la entrega original, concentrado mayoritariamente en piezas instrumentales. El encanto sigue siendo el mismo, en torno a estos ritmos caribeños bajo el cedazo de la electrificación, donde la guitarra muchas veces precaria, sostiene la melodía apoyada en bajos algo toscos. A falta de letras, hay guiños a los estereotipos de los sonidos orientales -Kung fu chino- y de España -Cumbia flamenca-.
Liam Gallagher y John Squire - Just another rainbow
La vida de Liam Gallagher dio un vuelco cuando asistió a un concierto de The Stone Roses en su natal Manchester, en 1989. Impactado por el sonido y estilo de sus coterráneos -”esa fue mi epifanía”-, anunció a su madre que se uniría a una banda de rock. “Bueno, más te vale -respondió ella-, porque me debes quince libras”, el precio de la entrada. 35 años después Gallagher se une en estudio a John Squire, el mago de la guitarra de los Roses, en este adelanto de un álbum de diez canciones instalado “en el extremo pesado del Brit Pop”, según The Guardian. Just another rainbow resume exactamente lo que se puede esperar de esta unión de fuerzas tectónicas manchesterianas: los acordes cristalinos y envolventes de Squire evocativos del fundamental debut de su ex banda, la cadencia hipnótica del bajo a la manera de Rain de The Beatles, y la entonación nasal distintiva de Liam Gallagher, para una letra sobre decepciones en general. “No hay olla de oro esperándome aquí”, canta Liam en medio de una larga intro de más de un minuto, que logra mantener la expectativa para la arremetida de la batería con un swing bailable, hasta un quiebre de rock ácido que da paso a guitarras psicodélicas y crujientes de Squire. Aunque el final en fade out resulta imprevisto, su efecto como adelanto es para sobarse las manos.
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