¿Por qué no se dieron “el beso”? ¿Le pidieron reírse menos?: Pancho Saavedra a fondo en su nervioso debut en Viña 2024
El animador habla con Culto de todos los detalles de su primera noche sobre la Quinta Vergara: la ausencia de su risotada característica, cómo estaba acondicionado su camarín, la presencia de su esposo y sus padres, y la ausencia de modelos entregando galardones en el escenario.
Cerca de las 18.30 horas del último domingo 25 de febrero, los animadores del Festival de Viña 2024, María Luisa Godoy y Francisco Saavedra, llegaron hasta las oficinas de la Quinta Vergara para materializar la última reunión de pauta antes de saltar por primera vez juntos al escenario. Había tensión, pero también seguridad en el trabajo de meses.
Por lo mismo, Godoy pidió una pausa para tomar la palabra y dirigirse directamente a Saavedra: le deseó éxito y plantó un discurso donde le aseguró toda la complicidad posible para las seis noches que compartirán en el lugar. Serían compañeros en el espectáculo más sobreexpuesto del país.
Saavedra se lo agradeció: estaba muy nervioso y así lo ha expresado en sus redes sociales en la previa al evento. Entre sus peores pesadillas, por ejemplo, teme equivocarse en presentar algún artista y quedar para siempre ese anecdotario maldito que significa un error en el Festival de Viña. Por ejemplo, decir “Manuel Chorizo” en vez de Manuel Turizo (ya no pasó, para su alivio).
Por lo demás, decir “buenas noches, Quinta Vergara” es el sueño que buscó en toda su carrera y lo está logrando.
Este domingo 25, llegó acompañado al lugar por su esposo, el abogado Jorge Uribe, con quien en 2018 firmó el acuerdo de Unión Civil. Además, Uribe trabajó en el Ministerio de la Secretaría General del gobierno, durante el mandato del fallecido expresidente Sebastián Piñera. El profesional siempre trató de mantener un lugar discreto y secundario en su arribo a la Quinta Vergara.
También llegaron sus padres y su hija, Laura.
Saavedra se instaló por largo rato en su camarín, de dimensiones menores al de Godoy, adornado con cuadros del destacado artista Ale Moreno: en uno aparece entre colores la propia Quinta Vergara, mientras que en el otro emerge una vista de la ciudad de Santiago.
En ese sitio, también había un altar con fotos de sus cercanos que ya no están, una velita y un amuleto: su cadena de Primera Comunión que le regalaron sus abuelos, además de un frasco de agua bendita.
Por otro lado, lo que más preocupaba al animador de Lugares que hablan era mantener el tono adecuado para la ocasión, en un Viña de acento solidario y benéfico, con un luto en sincronía con los fallecidos y damnificados por los incendios que a principios de febrero golpearon a la Quinta Región.
Por lo mismo, se asesoró durante meses con la coach Claudia Berger, quien le sugirió otras entonaciones, énfasis distintos y sobre todo, cuando ya estaba desatada la tragedia de los incendios, mesurar esa risotada estentórea que forma parte de su genética televisiva. Al menos en la primera noche, que esa parte de su personaje no boicoteara su faena. “Se le pidió mesurar su risa”, dice una fuente conocedora de los preparativos.
Y así fue: su sonora carcajada prácticamente estuvo ausente de su debut en Viña 2024.
Palabra de animador
Consultado al respecto, el animador de Canal 13 responde a Culto: “Lo que me tenía más inquieto era subir a ese escenario. Pero me sentí súper bien, súper tranquilo, lo primero que sentí fue una conexión emocional, vi a Jorge Zabaleta, vi a Pedro Ruminot, a mi hija, a mi marido, vi a mi familia, a mis papás. Entonces, fue cómo controlar esas emociones, porque yo soy bien desbordado siempre, o de repente me pongo muy ansioso. Esta vez siento que los 8 meses de preparación sirvieron porque pude controlarme en ese sentido”.
“¿Me emocioné? Sí, pero pude controlarme porque este es un escenario diferente a los otros en que en que he estado y estoy contento con el resultado. Mira, tenía 180 mensajes de WhatsApp de gente del mundo de la política, del mundo de las empresas, gente que me quiere, amigos, compañeros de colegio, personas que yo jamás pensé que me iban a escribir”.
Consultado sobre si quedó conforme con el estilo menos estridente que esta vez impusieron las circunstancias, asegura: “A diferencia de otras cosas, donde yo digo ay, tan gritón, tan chillón, tan no sé qué, fíjate que en esta ocasión encontré que el tono lo pude regular mucho mejor y me sentí muy libre y muy conforme en ese escenario”.
“Me preparé con una fonoaudióloga, Bárbara Carvajal, y me preparé también con con un otorrinolaringólogo, así fuimos controlando el tema de la voz y eso me sirvió mucho. Antes de cada intervención nos ponemos un aparato que se llama Vocal fit, que es como un compresor de aire que trabajar con agua. Me hidraté las cuerdas vocales con un con ácido hialurónico, entonces siempre trato como con este vaporizador, así que todo bien”, continúa.
Saavedra también coincide que era una noche compleja, sensible y desafiante: los incendios de la ciudad le cambiaron drásticamente el tono al guión.
“Era una noche compleja, pero el público estaba realmente increíble porque el público fue respetuoso con el minuto de silencio, el púbico empatizó. Entonces eso finalmente hace que haya sido una noche bien coherente. La gente igual quería el beso, quería hacer un montón de cosas más, pero sentimos que el tono de la primera noche tenía que ser eso”, dice.
En ese sentido, aclara que el tradicional “beso” que pide el público, nunca estuvo contemplado. “Lo conversamos pero nosotros creíamos que por el tono del festival darse un beso hubiese estado de más, sobre todo porque habíamos pedido un minuto por las víctimas. Entonces creíamos que la primera noche a lo mejor era demasiado”, reflexiona.
Finalmente, ¿por qué no había modelos entregando los premios (ambas Gaviotas) y se decidió que los propios animadores los entregaran?
“Te voy a contar la verdad. Nosotros durante el año, en algún momento con el equipo dijimos ‘oye ¿por qué tiene que ser siempre una mujer? ¿no puede ser una mujer y un hombre?´ Como por un tema de paridad. Pero fíjate que después se resolvió que por una cosa de cercanía, de lo que significa la gaviota, la entregáramos nosotros por la cercanía y por la conexión con el artista. Porque pensábamos que en un momento tan formal, muy propio como de Sábados Gigantes, de Martes 13, de estelares más de los 80, creíamos que le restaba cercanía y queremos hacer un festival mucho más cercano.”
“Entonces sentíamos que era bonito que nosotros mismos fuéramos a buscar esto y se lo entregáramos al artista, porque la Gaviota finalmente es eso, es cariño y es agradecimiento”.
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