Era una situación compleja para Tato Cifuentes. A su presentación en el Festival de Viña de 1974, pactada para el domingo 10 de febrero, llegó con una carga difícil de llevar. El comediante Edmundo “bigote” Arrocet había descollado en sus presentaciones del 7 y 8 de febrero, en el arranque del Festival. No solo por una rutina efectiva, sino por un momento que pasó a la memorabilia pop; en un momento incluyó una imitación al fallecido cantante Nino Bravo al entonar de rodillas y de manera histriónica una canción de su repertorio, Libre. Un tema que durante años se vinculó a la muerte de un joven que intentó cruzar el muro de Berlín y que en el país se tendió a asociar a los partidarios de la recién instalada dictadura cívico militar.
De hecho, apenas terminó su primera presentación, Arrocet fue felicitado en el camarín por el general director de carabineros e integrante de la Junta Militar, César Mendoza, y el entonces Ministro Secretario General de Gobierno, coronel Pedro Ewing.
“La canción ‘Soy libre’ fue evocada en relación con el artista fenecido con su actuación de hace dos años en la Quinta Vergara y de su significado para Chile en ese momento y en el actual. El público comenzó a aplaudir la canción y cuando Bigote Arrocet la cantó de rodillas empezaron a encenderse las antorchas, a levantarse los pañuelos y el artista recibió una aclamación durante varios segundos”, señaló la nota de LUN.
El éxito de Arrocet fue demasiado tentador para la organización del Festival. Era el hombre del momento. A diferencia de nuestros días, por entonces los artistas se presentaban en más de una noche. Decididos, quisieron negociar una tercera participación de “Bigote”, pero este tenía en agenda presentaciones en el casino de Viña del Mar. Apurados y con el tiempo apremiando decidieron llamar a un viejo conocido, Tato Cifuentes.
La organización del Festival, por entonces comandada por el director ejecutivo Carlos Ansaldo, ya conocía a Cifuentes. El humorista era algo así como un “bombero”, pues se había presentado en la Quinta el año anterior, en 1973, en la dura noche en que Quilapayún recibió pifias. Cifuentes debió salir a escena con los ánimos crispados y el “Monstruo” rugiendo como pocas veces ante la presentación de los hombres de la Cantata Santa María de Iquique.
Por entonces, la polarización del país llegó hasta el Festival de Viña. Por eso el “Monstruo” reaccionó ante la presencia de los barbudos. “La participación del conjunto fue recibida por la mayoría del público con una cerrada y mayoritaria silbatina, mientras que grupos de partidarios de los Quila, estratégicamente ubicados en las primeras filas de los palcos y la platea, apoyaban su presentación”, detalló la revista Ritmo.
Todo se fue al garete cuando el grupo decidió salir de escena. Allí se desató una pifiadera de esas que suelen marcar la historia de Viña. “Después del tercer tema, los Quilapayún se retiraron -cuenta Ritmo- pero sus partidarios insistían en que volvieran al escenario. El público, entretando [sic], seguía pifiando. Era un griterío ensordecedor. El clima de tensión en la Quinta hacía temer que se produjeran desórdenes más serios”.
Para intentar aplacar los ánimos, los animadores César Antonio Santis y Rosa María Barrenechea presentaron a Cifuentes. “El cómico con una extraordinaria presencia de ánimo permaneció en el escenario, logró imponerse y hacer su número -detalla Ritmo-. Después de su actuación fue calurosamente felicitado en los camarines por la ‘proeza” que había realizado”. Tras 20 minutos de show, lo común por entonces, logró sacar adelante su presentación. Una hazaña total. Había logrado sobrevivir a una pifiadera descomunal.
Por eso, el nombre de Cifuentes fue el que más le hizo sentido a la organización a la hora de convocar a un número que pudiera ocupar el lugar de “Bigote” Arrocet, tras su negativa a volver al Festival. Ya conocía el evento y tenía suficiente trayectoria como para imponerse con méritos propios. Así, regresó a la Quinta Vergara.
Nacido en Santiago en 1925 como Héctor Raúl Cifuentes, era un humorista clásico que además fue uno de los pioneros de la fonomímica en el país, la técnica en que se simula cantar o entonar un sonido. Hincha confeso de Universidad Católica, era además actor y ventrílocuo que se inició en Radio O’Higgins y Radio del Pacífico. Tuvo además larga trayectoria en Argentina, donde se radicó en 1950 y logró éxito en radio y en teatros como Tabaris, El Nacional y El Cómico. Además había conseguido popularizar los personajes Tatín y Tatiana. En general sus rutinas alternaba las historias en que usaba su capacidad de imitador para recrear voces de adultos y niños, con un estilo bien articulado y de correcta dicción, lo que denotaba su formación radial.
Pese a que la experiencia del comediante le auguraba salir airoso, en Viña 74′ pasó más desapercibido. La prensa así lo hizo notar, haciendo hincapié en un error en su rutina. “Tato Cifuentes, que debía llenar el lugar de Bigote Arrocet sufrió un serio traspié. Su repertorio fue exactamente igual al del año 73, resultando antiguo y ganándose las manifestaciones de desagrado del público”, señaló LUN.
En la nota de La Tercera la apreciación fue distinta y se aquilató el complejo momento en que debió subir a la Quinta Vergara. “Tato Cifuentes ‘Tatín’ fue recibido con cariño. Para cualquier humorista es difícil presentarse en el mismo escenario donde actúa ‘Bigote’, porque este arrasa con el público y el público se enfervoriza de tal modo que cuando hace ídolo a un artista no acepta competencia. Sin embargo, Tato Cifuentes cayó bien. Su fino humorismo [sic] tuvo numerosos defensores en la Quinta Vergara”.
Ya retirado, Tato Cifuentes falleció en Buenos Aires el 30 de julio de 2017, a consecuencia de complicaciones de una neumonía.