Los hijos de Gabriel García Márquez, la novela póstuma y el feminismo: “Él se consideraba un feminista”
Gonzalo y Rodrigo García lideraron la presentación de En agosto nos vemos, novela que este miércoles 6 sale a la venta en librerías chilenas y gran parte del mundo. Culto estuvo presente en el encuentro, mientras los hijos del Nobel respondían las dudas más frecuentes sobre el libro: ¿Fue alterado? ¿Por qué se publicó ahora y no antes? ¿Tiene final?
El 18 de marzo de 1999, en un acto en Casa de América de Madrid, Gabriel García Márquez compartía mesa con el escritor José Saramago. Ahí anunció que estaba escribiendo una novela compuesta por cinco relatos autónomos con una misma protagonista, Ana Magdalena. “Allí leyó el primer capítulo titulado En agosto nos vemos”.
Las palabras corresponden a Pilar Reyes, directora editorial de la División Literaria de Penguin Random House, quien inicia la presentación de la novela póstuma de Gabo. A su lado se encuentra Gonzalo García, hijo del premio Nobel, y ambos se hallan frente a medio centenar de periodistas en una sala del Instituto Cervantes de Madrid, España. Conectado de forma telemática, aguarda Rodrigo, el otro hijo de García Márquez.
El lanzamiento oficial de En agosto nos vemos congrega online a periodistas de todo el mundo –en donde Culto igual está presente– para escuchar a los herederos del afamado escritor colombiano, quienes hablaron distendidamente sobre el título que hoy, 6 de marzo – día en que habría cumplido 97 años – llega a librerías de Chile y del resto de América del Sur.
“Este libro no sirve, hay que destruirlo”, fue una anotación de Gabriel García Márquez hizo sobre el escrito. En él trabajó durante 2004, mientras paralelamente escribía Memoria de mis putas tristes, que sí publicó ese año.
Sin embargo, desde 1999 el autor vivía con cáncer linfático, cuyo tratamiento hizo que poco a poco fuera perdiendo la memoria. Sus sueños, de hecho, fueron un indicio. “Uno de los síntomas de su enfermedad fue el hecho de que no recordaba los sueños, y esa fue una de las señales que tuvo de que iba a tener muchas limitaciones, ya que, de alguna manera, los sueños que tenía cotidianamente lo ayudaban a resolver asuntos literarios en sus libros”, contó Gonzalo García.
Tras el fallecimiento del autor de Cien años de soledad, en 2014, sus documentos reposaron en el Harry Ransom Center, organismo de la Universidad de Texas. Así, la novela inédita de Gabo era leída por quienes se aventuraban en los archivos de la casa de estudios. “Había gente leyendo el libro, o sea, el libro ya no era una cosa secreta. Definitivamente, había un libro ahí que valía mucho la pena leer”, indicó Rodrigo García.
Las razones tras la publicación
Cuestionamientos a esta novela ha habido muchos. Uno de los principales detractores de este lanzamiento es el autor británico-estadounidense Salman Rushdie (Los versos satánicos), quien comentó durante la inauguración de la edición 2023 del festival Kosmopolis: “Me preocupa mucho que se haya autorizado la publicación del manuscrito, que quizá no le hará justicia”.
Pero sus hijos tienen claras las razones que motivan En agosto nos vemos. Ambos afirman haber sido testigos del itinerante proceso de creación del libro, donde García Márquez tomaba el manuscrito, para luego abandonarlo, en un vaivén que terminó con su pérdida de memoria.
Sobre el libro, Rodrigo García explica: “Lo tuvimos varios años secuestrado. Después no me acuerdo si 5 o 7 años atrás se escanearon esas páginas y se abrieron al público general. Eso nos despertó a Gonzalo y a mí la curiosidad de volver a leerlo, y cuando leemos las versiones, nos dimos cuenta de que el libro estaba mucho mejor de lo que recordábamos entonces.”
“Entonces empezamos a sospechar que, al igual que Gabo perdió la capacidad para escribir, también perdió la capacidad para leer, entonces es posible que haya perdido la capacidad para juzgar el libro. Él nunca guardó libros no editados, todo libro que él no terminaba y con que él que no estuviera satisfecho, era destruido. El hecho de que él no destruyera este libro es un síntoma de que el libro se le volvió una cosa un poquito indescifrable, una cosa que a él se olvidó”, profundiza.
Rodrigo García agrega que este libro viene a cerrar una tríada de novelas cortas sobre amor. Del amor y otros demonios (1994) y Memorias de mis putas tristes conforman los primeros textos, y este, a publicarse a una década de su muerte, viene a completar el trío. “Era como una cola muy interesante que funcionaba con los demás, pero, finalmente, los lectores decidirán”.
El duelo es otra de las razones, señala Gonzalo García. “Personalmente, lo que hemos hecho es tratar de no dejar cabos sueltos. Hay una tendencia, yo creo que vinculada al duelo –desde luego en mi caso lo hay – de tratar de cerrar cabos que dejaron sueltos los padres. Me deja tranquilo, en el sentido de que toda la obra de Gabo está, como dice Rodrigo, a la disposición de sus lectores. No queda la misteriosa novela”.
“Él ya había perdido la capacidad de juzgar si era o no publicable. Por otro lado, siempre dijo: ‘Cuando yo esté muerto, hagan lo que quieran’. Entonces eso nos ayuda para dormir mejor”, dijo Rodrigo con una sonrisa.
¿Es fiel a la escritura de Gabo?
Otra de las dudas que asalta a la prensa, y por su puesto, a los lectores, es el nivel de cercanía de En agosto nos vemos con el estilo de Gabriel García Márquez. En esto, sus dos hijos son enfáticos: “No se ha agregado absolutamente nada que no estuviera en los múltiples originales que dejó Gabo de esta novela”, sentenció Gonzalo.
La edición estuvo a cargo de Cristóbal Pera, doctorado en literatura de América Latina en la Universidad de Texas y el editor de los dos últimos libros que García Márquez publicó en vida, sus memorias, Vivir para contarla, y la novela Memoria de mis putas tristes.
“No se ha hecho un trabajo de edición hasta el punto de tener que agregarle frases a la novela. La novela estaba, si acaso, un poco dispersa, en un número determinado de originales, pero estaba completa. Eso ha sido para nosotros muy importante, no hemos agregado nada. Lo que ha hecho Cristóbal, sobre todo, es un trabajo más bien de arqueología, de recolectar entre todos los manuscritos y los mecanoescritos que existían. Él mismo ha dicho que su trabajo se ha limitado a corroboración”.
El trabajo de Mónica Alonso, fiel secretaria del Nobel de Literatura, fue clave para recopilar las versiones y correcciones de la novela.
En la misma línea, existen muchas preguntas sobre el final de la historia. ¿Si el libro es póstumo, el autor alcanzó a escribir el final? Gonzalo García disipó cualquier duda. “Se comentó que carecía de un final, pero Cristóbal Pera, que trabajó muy de cerca con Gabo estos manuscritos, nos confirma que, en algún momento, con Gabo en vida, Cristóbal, le planteó esa duda y le preguntó. Gabo le dijo que la novela tenía un final y, en ese momento, leyeron juntos el final de la novela”.
En agosto nos vemos
Gonzalo García describe la portada del libro como exuberante, con tonalidades verdes que evocan lo tropical de la obra de su padre. El tema, de igual manera, le parece exuberante.
En agosto nos vemos sigue a Ana Magdalena Bach, una mujer de cuarenta años, que se casó virgen con su primer novio. Vive un matrimonio sin contratiempos, pero falto de emociones, donde la única escapada de la rutina ocurre un 16 de agosto, cuando lleva a cabo un ritual en la tumba de su madre, quien está enterrada en una isla.
Ese único día le permite a Ana liberar los instintos, ahondar en la atracción y la sexualidad, explorar la infidelidad y la culpa. Que esta novela tenga una protagonista la destaca de las demás de Gabriel García Márquez.
Así lo explica Rodrigo García a Culto: “Gabo tiene grandes personajes femeninos en todos sus libros, pero tiene muy pocos libros, y muy pocos cuentos, donde el personaje principal sea una mujer, una mujer de esta edad, una mujer con estas características. En ese sentido, eso también nos animó a exponer el libro, a ella, o sea, a publicar el libro, porque no se parece a otros libros en cuanto al personaje del que trata”.
“Me da la impresión de que esta novela es más contemporánea. Hay algunos detalles, como la llave digital de la puerta de hotel, más referencias a un poquito de cultura popular... Tiene un tono un poquito más situado en nuestro mundo, por así decirlo”, agrega.
Los hijos de García Márquez destacan el trato de su padre con las mujeres, siempre rodeado de damas fuertes y de escritoras como Toni Morrison y Gabriela Mistral. “Creo que nunca hubo un discurso, pero Gabo se consideraba un feminista en la manera que conducía su vida”, dice Gonzalo. “Eso incluso termina reflejándose en la novela de la que estamos hablando ahora, cuya protagonista es un personaje libre, independiente y de una gran fuerza de carácter”, suma Rodrigo.
Otra duda clásica tras la publicación de una novela póstuma, es si hay o no más novelas. “No hay más libros, este es el último sobreviviente”, sentenció Rodrigo, entristeciendo a los fieles seguidores de Gabriel García Márquez, y dejando tranquilos a los detractores de la publicación de novelas después de la muerte.
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