Dónde ver y de qué trata 20 Días en Mariupol, el documental que se impuso a La Memoria Infinita en los Oscar
La cinta del corresponsal de guerra Mstyslav Chernov -que trata de la invasión rusa a Ucrania- logró imponerse en la categoría Mejor película documental, donde también estaba el filme chileno de Maite Alberdi.
Los premios Oscar 2024 ya han dado su veredicto. Este domingo 10 de marzo, la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas dio a conocer a los ganadores en distintas categorías desde el teatro Dolby de Los Ángeles, donde la gran triunfadora de la velada resultó ser la cinta Oppenheimer.
Por el lado chileno, la cinta La memoria infinita, de Maite Alberdi, no pudo alcanzar la estatuilla en la categoría Mejor película documental. La ganadora en ese apartado fue el documental ucraniano 20 días en Mariupol.
Se trata de una cinta que narra las atrocidades de la guerra ruso-ucraniana durante el asedio a dicha ciudad entre febrero y marzo del 2022, y que recopila las imágenes grabadas por un equipo de corresponsales conformado por los últimos periodistas que quedaron en el lugar de los hechos.
La historia detrás de 20 días en Mariupol
El 21 de febrero del 2022, el corresponsal de guerra Mstyslav Chernov, el fotógrafo Evgeniy Maloletka y la productora Vasilisa Stepanenko presentían que algo andaba mal. Por esos días, la guerra entre Ucrania y Rusia ya era prácticamente un hecho. Para entonces, los rusos ya habían bombardeado la emblemática Plaza de la Libertad en Kharkiv y la cantidad de militares en las calles no hacía más que aumentar.
“Sabía que las fuerzas rusas verían la ciudad portuaria oriental de Mariupol como un premio estratégico debido a su ubicación en el Mar de Azov”, relata Chernov en un testimonio recogido por Associated Press (AP), la misma agencia de noticias estadounidense para la que había sido corresponsal en tantos otros conflictos, como las guerras en Irak, Afganistán y el territorio en disputa de Nagorno Karabaj.
La intuición del equipo no falló. En cuestión de horas, la ciudad se transformó en un verdadero asedio, lleno de ruinas, repleto de cadáveres y desconectado del resto del mundo. “Bomba tras bomba, los rusos cortaron la electricidad, el agua, el suministro de alimentos y, finalmente, y de manera crucial, las torres de telefonía móvil, radio y televisión. Los pocos periodistas que quedaban en la ciudad salieron antes de que se acabaran las últimas conexiones y se estableciera un bloqueo total”. Así, Chernov y sus compañeros se transformaron en los únicos reporteros presentes en el territorio.
La responsabilidad era tremenda. Incomunicados y sin los medios, la manipulación pública de lo que ocurría en la ciudad quedaba exclusivamente en las manos de Rusia. “Sin información proveniente de una ciudad, sin imágenes de edificios demolidos y niños moribundos, las fuerzas rusas podían hacer lo que quisieran. Si no fuera por nosotros, no habría nada”, versa el testimonio del corresponsal. “Por eso asumimos tantos riesgos para poder enviar al mundo lo que vimos, y eso es lo que enfureció a Rusia lo suficiente como para perseguirnos. Nunca jamás sentí que romper el silencio fuera tan importante”.
Durante esos días, los informantes de AP pusieron su vida en peligro de forma constante para lograr enviar registros audiovisuales y fotográficos de lo que ocurría al interior de la ciudad. Semana tras semana, veían cómo adultos y niños eran heridos y asesinados.
Uno de los registros más emblemáticos de su cobertura fue el de un hospital de maternidad destruido tras un ataque aéreo y que fue desmentido por el embajador ruso ante la ONU, Vasily Nebenzia. El representante del Kremlin en las Naciones Unidas aseguró en una reunión del Consejo de Seguridad realizada en los primeros días del asedio que las fotos eran un montaje. Algo que debió ser ratificado por la agencia.
“El 11 de marzo, en una breve llamada sin detalles, nuestro editor preguntó si podíamos encontrar a las mujeres que sobrevivieron al ataque aéreo al hospital de maternidad para demostrar su existencia. Me di cuenta de que las imágenes debían haber sido lo suficientemente potentes como para provocar una respuesta del gobierno ruso”, relata el periodista.
Y agrega: “Las encontramos en un hospital de primera línea, algunas con bebés y otros en trabajo de parto. También supimos que una mujer había perdido a su bebé y luego su propia vida. Subimos al séptimo piso para enviar el vídeo desde el tenue enlace de Internet. Desde allí, observé cómo tanque tras tanque avanzaban junto al recinto del hospital, cada uno marcado con la letra Z que se había convertido en el emblema ruso de la guerra”. Y así tantas otras anécdotas que describían la peor cara de la guerra.
Pasaron 20 días para que el equipo lograra salir de la ciudad. “Éramos los últimos periodistas en Mariupol. Ahora no hay ninguno”. Desde entonces, Chernov se propuso encontrar una forma de mostrar al mundo todos los registros que, por el aislamiento de la ciudad, quedaron fuera de su cobertura. Material que, en total, suma cerca de 30 horas de video.
Así fue como nació la idea de editar el documental, que acompaña los registros con la propia narración del periodista. Lo demás es historia.
La bendición de la crítica
Para Chernov, lograr una nominación en los Oscar significaba contar con una vitrina enorme de difusión. “Lo primero que pensé fue ‘oh, Dios mío, hay mucho más trabajo por hacer, y es una responsabilidad aún mayor’. Y así es exactamente como nos sentimos, porque es un momento agridulce, un momento para reconocer que al mundo le importa. Y al mismo tiempo, el momento de reconocer que todo esto sucedió, y que esta película existe debido a la gran tragedia”, confidenció en una entrevista con Voz de América.
“Ahora tengo la tarea no solo de llevar la memoria de los ciudadanos de Mariupol, sino también de representar al cine ucraniano. Y me gustaría poder representarlo de una manera mucho mejor y más pacífica, pero esto es lo que es ahora. Somos un país en guerra. Somos el país que fue atacado, y nuestro cine inevitablemente contará la historia de esa guerra. Se ha convertido en mucho más que la historia de Mariupol. Se convirtió en la historia de todas las ciudades ucranianas que fueron destruidas por las bombas rusas. Y se convirtió en un símbolo del impacto de la guerra en la población civil, mucho más allá de Ucrania”, complementó.
De todas formas, lo cierto es que el documental de Chernov contó con el beneplácito de la crítica antes de conquistar a la Academia la noche del domingo 10 de marzo.
“En 20 días en Mariupol apenas hay autocensura. Tampoco hay morbo. Sus imágenes son tan explícitas como sobrias. También lo es la narración que nace de la voz de Chernov, a veces en primera persona, mencionando a sus dos hijas. Prácticamente susurra su testimonio, como si estuviera aliviando sobre un oído cercano y amigo la carga de lo vivido. El suyo es el diario de una tragedia sin dramatismos ni artificios”, argumenta una crítica de El País.
“Esta versión extendida de la cobertura galardonada es uno de los títulos que tiene la nominación al Oscar a mejor película documental casi asegurada”, concluye el mismo escrito sobre el largometraje, que ya está disponible en Chile a través de Filmin.
Además de su valor testimonial, la prensa especializada igualmente destaca las características técnicas del largometraje. “El material recopilado durante ese tiempo resulta lo bastante valioso para no cuestionar demasiado una falta de hilo conductor por parte de Chernov, o incluso una idea central que vaya más allá de que señalar los crímenes realizados por las fuerzas rusas. No sólo vemos instantes de auténtica devastación, sino que consigue darle un impactante tono de terror a todo el material”, asegura una reseña de Espinof.
“Resulta impresionante cómo lo logra, especialmente porque a menudo le vemos tomando la decisión de no cortar demasiado secuencias totalmente desoladoras, dejando que el material hable con toda su fuerza y su pureza. No edulcora ni tampoco omite los momentos donde su labor podría estar careciendo de propósito”, suma el texto.
Otra de sus credenciales radica en el éxito que ha tenido en distintas premiaciones internacionales. En el Festival de Sundance ganó el Premio del Público en la categoría de Documental de Cine Mundial, a Mejor documental en los Premios de la Academia Británica de Cine (BAFTA) y a la Mejor dirección documental en el Sindicato de Directores. Hasta ahora, suma un total de 22 galardones a su favor.
Otro factor que fue clave para su victoria en los Oscar es la histórica preferencia que suele tener la Academia norteamericana por las películas que abordan en sus historias temáticas ligadas a la política y la contingencia del momento.
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