Entre los entusiastas aplausos del público, que aún capeaba el sol que se sentía fuerte en el Parque Cerrillos, salió a escena The Offspring. Uno de los números esperados de la jornada en Lollapalooza, ante una audiencia que fue creciendo durante el transcurso de la tarde.

En el arranque, los californianos le dan al público un clásico, Come out and play, uno de los cortes del álbum Smash que esta temporada cumple 30 años. Una canción que pese a su fibra pop, trata sobre los tiroteos entre pandillas, una realidad del EE.UU. más profundo, del que emergió el grupo. Sin pausas le siguió All I want, momento en que el cantante (y Doctor en Biología Molecular) Dexter Holland se desprende de la guitarra para hacer de frontman. Una faceta que maneja con gracia, aunque sin hacer mucho más que moverse de un lado a otro, con el oficio de los años.

Tal como lo adelantó a este medio el guitarrista Kevin John Wasserman, Noodles, el grupo presentó un set variado, pero cargado a la revisión de los temas más representativos de su carrera. “Hemos estado trabajando en algunas cosas nuevas, algunas cosas divertidas, algunas versiones. También un montón de nuestros viejos éxitos, y espero que algunos cortes menos conocidos de nuestros álbums”.

Y así ocurrió. El show no le da respiro al respetable que llegó en masa a ver al grupo. Siguen temas como el hit del cambio de milenio, Want you bad, además de otros como Staring at the sun y Original Prankster, uno de los cortes clásicos de Conspiricy of One (2000) seguidos por el variado público, de sub 30 a centennials, que coreaban y bailaban buena parte de las canciones más conocidas del grupo. Por supuesto, se armó el habitual mosh entre los más entusiastas. Eso sí, entre la gente se escuchaban algunas quejas por considerar que el sonido no era lo suficientemente potente, pese a que esta temporada se aumentó la cantidad de torres de delay en la explanada del Parque Cerrillos.

Este es el primer show que Offspring ofrece en la edición local de Lollapalooza. Antes se presentaron en 1997, 2013, 2016 y en 2020, marcaron un hito al realizar el último show que se pudo montar en el país antes de que la pandemia obligara al encierro forzoso. En escena el grupo suena con su habitual fiato y despliega un espectáculo con un sobrio apoyo de visuales. El sonido se sostiene no solo en el juego de guitarras distorsionadas, sino en la sólida ejecución del baterista Brandon Pertzborn, quien destaca por su buena ténica para el fraseo y sus sólidos golpes. También ejecuta un solo que saca merecidos aplausos del respetable. Un truco clásico del rock and roll de estadios, que en el Parque Cerrillos no podía faltar.

Tampoco podían faltar los guiños a otras leyendas del punk. Así, los californianos despachan una versión de Blitzkrieg Bop, uno de los clásicos de la discografía de los Ramones. No fue el único saludo de la jornada al legendario grupo de Queens, también hubo una breve referencia durante las presentaciones de Tronic y Los Miserables en esta jornada.

Con su bien trabajado manejo escénico, Holland hace gritar “fuuuuckk” al público, siguiendo el manual del rock de estadios. El respetable rugió y se entregó el juego. No faltó el “ceacheí” de rigor y las referencias al “ole ole ole, Chilee”. Luego vino el tramo final, en que salieron hits como Pretty Fly (for a White Guy), con participación del público incluida, además de The Kids Aren’t Alright, You’re Gonna Go Far, Kid y la clásica Self Esteem, ese himno sobre la superación de una ruptura y su impacto en la autoestima, lanzada en el ya lejano 1994.

En suma, un show de manual, pensado y trabajado para entusiasmar a la gente. El grupo aprovecha el arrastre en el país de su música y la de sus contemporáneos como NOFX, Bad Religion, y Pennywise, una suerte de generación clave para la masificación del punk pop macerado bajo el sol de Califonria, y del que Blink 182, que se presentan también en esta edición, son unos dignos herederos.

Antes de su actual gira latinoamericana (que incluye pasos por el Asunciónico de Paraguay, el Estereo Picnic de Colombia y las ediciones de Lollapalooza en Argentina y Brasil), el grupo estaba trabajando en nuevo material. Así lo confirmó Noodles en una charla con Culto. “Sí, estamos trabajando en ello. Esperamos terminar de grabar a finales de abril, si no, seguramente a finales de mayo. Pero nos hemos puesto manos a la obra y hemos pasado momentos muy creativos en el estudio. Las cosas han funcionado. Muchas veces cambiamos de marcha en el estudio y se nos ocurre algo completamente inesperado. Si no, volveremos a trabajar en canciones en las que sabemos que hay algo. Sólo intentamos dejarlas listas”.