Ni juegos de video, ni maratones de series. Una de las aficiones que ha ocupado el tiempo de Juan Pablo Flores (50) en los últimos años es el diseño de casas. Desde el final del programa El club de la comedia en 2014 y su posterior retiro del humor para iniciar una nueva vida en Villarrica, perfeccionó su habilidad en largas sesiones con un software de diseño. Ello le permitió reinventarse e iniciar una nueva etapa.
“Cuando llegamos con mi señora empezamos a pensar qué emprendimiento podíamos hacer acá en la zona. Y en Santiago ya había diseñado una casa con un programa que tengo y siempre me ha gustado eso. Así que lo empezamos a hacer. Compramos un terreno, yo diseño una casa, la armamos y después se arrienda o se vende. Así que hemos estado en eso acá todos estos años”, cuenta desde Pucón, vía Zoom a Culto.
El diseño absorbió casi por completo el tiempo de Flores. La comedia había quedado atrás y su nueva vida le entusiasmaba. “Estuve casi cinco años metido en el programa casi todos los días. Hacía casas, diseñaba, leía por aquí y por acá, también me fui preparando. No es que uno de la noche a la mañana se pueda hacer un plano, los planos que yo hago se los paso a un arquitecto y él los revisa. Hay todo un trabajo profesional detrás. Yo simplemente hago el diseño de los espacios, las fachadas que es lo que me gusta y me ha funcionado bien”.
Juan Pablo Flores había decidido dejarlo todo. A pesar de una exitosa trayectoria, primero en el SCA de Via X y luego en El Club de la Comedia en CHV, llegó a punto crítico. No solo actuaba y trabajaba sus personajes, sino que además tenía otras labores. “Yo siempre estuve detrás de de todos los proyectos que que yo he hecho en mi vida. Siempre he estado dirigiendo o participando en la parte creativa, entonces hay un desgaste que no se ve en pantalla. Ahí llega un momento que uno se cansa de estar luchando contra los productores, contra gerentes que no entienden las ideas o te piden cosas que no van con tu línea”.
A ello se le sumó el deseo de consolidar una vida familiar más sosegada. “Se dio el tema que tenía mi hija chica y y decidimos con mi señora educarla en un lugar más tranquilo, en contacto con la naturaleza, aire puro, otro ritmo. También para nosotros era necesario ese cambio. No podía tener una pata aquí y la otra acá, no. Esto era me salgo o no me salgo. Por eso es estuve como cinco años sin celular, sin cable, sin tele, nada. Veía tele cuando iba a la revisión técnica. Ahí tenían una tele, veía los matinales...¡y eran lo mismo que antes! Hacían lo mismo, hablaban lo mismo, que la receta, que esto, que lo otro, etc. Entonces estuve bastante desconectado, la verdad”.
El retiro se rompió por primera vez en 2022, con acotadas presentaciones junto al también comediante Pato Pimienta (con quién hacía el recordado sketch de Alex y Coto, en El Club). “Con el Pato siempre hemos tenido muy buena onda, a él se le ocurrió armar un proyecto más o menos interesante que pudiéramos hacer los dos. Era un proyecto que iba a durar, no sé, una temporada de verano y chao. Pero a raíz de eso algunas personas se empezaron a dar cuenta que yo a lo mejor estaba haciendo show y con esto del Instagram es una locura. Por ahí me empezaron a contactar y empecé a darme cuenta de que ahora está plagado de bares de stand up en todas partes. Y sería mal agradecido también porque hay mucha oportunidad de pega, muchos lugares donde trabajar, entonces no he podido parar”.
Por supuesto, todo el asunto lo obligó a repensar su rutina. “Hay que volver a conectarse, pero ahí me surgió la dualidad nuevamente, de que tampoco me quiero ir de acá. Ahí viene un período de acomodo de la logística y ahora ya lo tengo resuelto. Tengo más tiempo como para para salir y hacer hacer shows”.
Así, Juan Pablo Flores se presentará este jueves 21 de marzo en el Club Chocolate y pocos días después, lo hará en Gran Arena Monticello, el 6 de abril, esta vez junto a otro amigo, Rodrigo “Guatón” Salinas. El acotado regreso a los escenarios -solo hará funciones dos fines de semana al mes, precisamente para complementarlo con su vida en el sur- lo ha sorprendido ante el auge de lugares para ver shows de comedia, desde el Club Comedy al Club de San Miguel. Una situación que contrasta con los inicios del stand up en Chile.
“Cuando empezamos a hacer los primeros show de stand up, a lo mejor te conocían 20 personas y el resto no tenía ni idea de qué se trataba esto. La gente te miraba raro, con cara de ¿por qué este tipo está contando sus problemas? A veces te gritaban cosas, no aportaban. En cambio ahora a la gente le gusta, lo espera, participa. Están ahí, atentos y van aportando todo el rato. Así se van generando momentos muy interesantes con el público. La cosa es completamente diferente a cuando empezamos, ahora es muy agradable hacerlo ¿Si me gritan cotito en la calle? Siempre me lo gritan, toda la vida ajajaja”.
-¿Lo tomas como partir desde cero?
Hay mucha gente haciendo esto, uno tiene que ser realista. No todos los shows se han llenado completamente. Entonces uno tiene que ir entendiendo que hay otro público y hay gente que no lo conoce a uno. Así que hay que ir volviendo a llenar esos espacios y en la medida que la gente lo vaya pidiendo, vamos a ir aumentando la dosis. No hay que lanzarse con todo, hay que ir paso a paso y eso se va logrando con mucho escenario. Así que es como partir de cero. Hay gente que lleva tres años y cobra el doble que yo, que todavía me mantengo en precio de todo a luca ajaja.
Entonces quieres ir a tu tiempo...
Exactamente. Justamente lo que me llevó a retirarme fue eso, que fuera todo tan vertiginoso sin un día de descanso, porque hasta en el fin de semana uno está pensando en el próximo monólogo y eso no funciona así, oye, si a nadie le funciona estresarse. Ahora las cosas yo las voy haciendo a mi ritmo y en la medida que pueda. Yo tengo una vida acá en el sur que quiero mantener igual, tengo que llevar a mi hija al colegio, a los talleres, entonces no quiero que se me desarme, vamos de a poco. Esto se puede hacer bien pensado, se puede hacer a otro ritmo.
¿Y es distinto hacer humor ahora que hace 10 o 15 años?¿hay temas que ya no se pueden tocar?
De hecho yo hablo de eso en mi rutina, hablo de que está complicado, pero yo creo que en el fondo está complicado, porque está instalado de que está complicado. Pero cuando tú hablas con la gente y se hace un tipo de humor diferente, con ironía, con sarcasmo, con humor negro, si está bien hecho, la gente lo sigue agradeciendo. La gente se sigue riendo sobre el sexo, se sigue riendo de cosas que son más fuertes. Pero hay que separar lo que es el mal gusto, la falta de respeto, la ordinariez, del humor sarcástico, humor crítico o humor negro. Oye, si hay cosas que funcionan también.
¿Y con este retorno no se abre el apetito por ir a Olmué o a Viña? es sabido que los productores van a mirar comediantes...
La verdad yo no tengo idea quién que me va a ver a los shows. Yo trabajo con unos productores y ellos son muy mesurados, me están siempre diciendo mira, si tú vas a seguir en esto, vamos a hacer un camino como partir de cero y ir pavimentando un camino hasta ver lo que podemos hacer. Pero no, no hasta el momento, no me proyecto a ese tipo de cosas todavía.
Un reencuentro junto al Monstruo de Viña
Pese al tiempo de retiro, Juan Pablo Flores se animó a reinterpretar un papel que ya había hecho durante sus días en el Club de la Comedia, el de los distraídos ricachones del sketch Los millonarios también lloran. Una ocasión que permitió el reencuentro junto a Rodrigo Salinas, quien también era parte de ese elenco. Y todo gracias a un llamado de Sergio Freire, quien los invitó a participar en su rutina del Festival de Viña.
“Me cuenta que va a ir al Festival de Viña y me dice tengo una idea: quiero meter a un sketch que lo hagan el Rodrigo y tú, con estos personajes. Y fue como ya, bacán. O sea, no le voy a decir que no a un amigo. Después entendí que no me lo pidió para hacerlo en un bar, ni una cosa piola, sino que quiere que lo hagamos en Viña. Lo que me dio confianza, fue que todo partió con un audio en TikTok, después nosotros rescatamos el video, lo pusimos en Instagram y tuvo muchos millones de visitas. Entonces con el Rodrigo teníamos la confianza de que la gente al menos iba a conocer estos personajes. Fue muy interesante, muy entretenido.
¿Y cómo se vive esa sensación de entrar al escenario de Viña, con el público muy encima?¿es tan intimidante como se ve?
Con el Rodrigo habíamos estado en el camarín un momento antes y de repente fue como “ya, ahora”. Y ahí recién lo ves. Es como una ola de gente, un tsunami de gente, es súper impactante. Pero lo más impactante es cuando se manifiestan, cuando gritan, cuando se ríen, porque se escucha súper fuerte. O sea, no necesitas retorno porque es muy fuerte, se escucha súper bien y es impactante, obviamente. Lo bueno fue que estaba muy bien guioneado por Sergio y habían buenas imágenes. Funcionó bien, la gente se rió y eso fue lo importante.
Pero Sergio en su conferencia de prensa señaló que se había complicado un poco al meter la parte de baile, que no estaba acostumbrado a trabajar con fono...
A nosotros nos comentó que se cansó un poco con el baile, pero yo creo que él está pendiente de tantas cosas que... o sea, a mí me pasa todos los shows. Yo doy vuelta el show todas las veces, porque voy a hablar de los barcos en el minuto 40 y resulta que justo cuando hablo con el público hay un ingeniero naval, y tuviste que dar vuelta la rutina. Además tienes que coordinarte con los bailarines, tienes que coordinarte con la pantalla, con la música, entonces a uno se le dan vuelta las cosas, pero eso obviamente que no se notó para nada en la rutina de Sergio. O sea, él puede pensar eso, pero nosotros estábamos atrás con Guatón y se escuchaba la risa muy fuerte. La gente aplaudía cada tres chistes. Aunque él haya dado vuelta algunas cosas funcionó igual, porque estaba muy bien preparado, muy bien ensayado. El trabajo cuando está bien hecho, no puede fallar.
¿Cómo ves lo que ha ocurrido con las pifias a los humoristas? fue un tema que estuvo flotando antes del Festival y también se escuchó en la rutina de Javiera Contador...
Es complicado porque en el fondo se instaló eso también. Es raro porque la gente que se para ahí obviamente llega porque tiene una carrera, un trabajo que la respalda. Entonces yo creo que lamentablemente no se puede explicar a toda la gente que tenga la paciencia, porque solamente lo hacen con los humoristas. O sea, viene un compadre, canta desafinado, nadie le va a decir oye, ese no era un do y no lo pifian. Los humoristas se la llevan toda, pero es complicado. Es casi inmanejable en realidad, porque la gente puede reaccionar. Pero yo creo que eso se soluciona con buen trabajo, una buena rutina y que la producción del Festival proteja un poco los espacios, que tengan algo preparado, que le den una docena de gaviotas, una jaba con gaviotas, no sé, porque si la gente no está tranquila, obviamente que al que venga lo van a cortar. Creo que eso se puede manejar para el futuro.
¿Tus tres hijos te han visto actuar en vivo?
Nunca me han podido ver porque las temáticas son de adultos. Lo más cercano que actúo acá es en el casino de Pucón y en los casinos no aceptan niños. Lo que sí han visto es por YouTube algunos monólogos antiguos y ahí la pasan muy bien. Ellos se ríen de otras cosas, eso sí, eso es lo divertido. Se ríen de verme a mí, que me agacho, que me paro, cosas que son ridículas, pero la pasan súper bien.
¿Y lo de Viña?
Eso sí. Bueno, no es un programa para niños tampoco, pero esa sí lo vieron. Aparte, yo sabía que lo que íbamos hacer no era nada extraño, era algo muy familiar. Se rieron, lo pasaron bien.
Entre el SCA y el Club de la Comedia salieron varios comediantes, el mismo Sergio Freire, Pedro Ruminot, el Pato Pimienta, la Alison Mandel, Natalia Valdebenito, el Guatón Salinas, varios que ya han pasado por Viña también, algo así como una generación dorada del humor ¿lo ves así?¿es un grupo que logró una consolidación?
Yo creo que tiene que ver con los años de experiencia. La gente que con la que empezamos han hecho una carrera larguísima en el stand up, han escrito miles de guiones, han hecho muchos espectáculos, entonces se han ganado el espacio que tienen. Y también se nota el profesionalismo, en cómo enfrentar la rutina, cómo enfrentan al público. El espacio que cada uno tiene es porque se lo ha ganado. Lo bueno de esto es que cada uno tiene su público, pero hay público compartido también y está muy bien que sea así, porque hay que premiar el esfuerzo, premiar la trayectoria. Es lo que decías de las pifias en Viña, yo creo que también se puede generar esa cultura de respetar el trabajo. Cuando la gente ve a una persona que se ha esforzado, que ha trabajado, que lo ha hecho reír durante años, que ha sacado personajes, la gente te premia, te lo manifiestan con una risa más fuerte, qué se yo. Así que muy bien ganado el espacio por los muchachos.
Te habías retirado porque estabas incómodo ¿qué es lo que te ha dejado más satisfecho del regreso a la comedia?
Yo creo que la reacción de la gente, porque por sobre todo estas son cosas hechas para la gente. Entonces uno está pensando en qué cosa le va a parecer gracioso, de qué podemos hablar. La reacción de la gente siempre es la que a uno lo sorprende. Cuando les gusta lo que uno hace, te dan más ganas de hacerlo, porque si te dijeran no, sal de acá, no me interesa, uno tendría que ser astuto y decir bueno, me dedico a otra cosa. Pero cuando la gente te pide cosas, te dicen, haga esto, vaya a tal lugar, venga a tal ciudad, tú vas avanzando con la gente. Lo que te decía al principio, yo voy avanzando con la gente. Si va funcionando, bien, si no, bueno, me retiro.
Juan Pablo Flores se presentará en el Club Chocolate (Ernesto Pinto Lagarrigue 192, Recoleta) este jueves 21 de marzo a las 21:00 hrs. Las entradas se pueden adquirir acá. Luego, el sábado 6 de abril se presentará con Rodrigo Salinas, con su show “Salvaje” en el Gran Arena Monticello, cuyas entradas están a la venta vía Toptiket.