“Por favor, rompe el hechizo que me ata”: las dramáticas cartas de amor de Eric Clapton a Pattie Boyd, la mujer de George Harrison
Las misivas originales que el músico le envío a su gran musa fueron subastadas hace unos días. Cerca de 3.500 millones de pesos chilenos alcanzaron las cartas que recibió cuando era la esposa de George Harrison y Clapton pujaba por conquistarla. La rubia -hoy de 80 años- reconoció que subastó ese material porque era una etapa de su vida que ya había pasado.
- ¿Recibiste mi carta?
Pattie Boyd se quedó sorprendida al escuchar la pregunta. Corría la primavera de 1970, y a la entonces esposa de George Harrison, le impresionaron dos cosas: saber que esa carta misteriosa tenía un remitente que ella conocía, y que fuera tan osado para llamarla a su casa. Ansioso, al otro lado del teléfono le hablaba Eric Clapton. Sí, uno de los amigos más cercanos del exbeatle estaba cruzando la frontera y estaba decidido a coquetearle y conquistar el corazón de la rubia.
Horas antes, una misteriosa carta dirigida a Boyd llegó a la enorme mansión de Friar Park y comenzaba llamándola “Queridísima L”. Y luego, unas líneas arrojadas: “¡Parece que ha pasado una eternidad desde la última vez que te vi o hablé contigo!”. A medida que Boyd seguía leyendo, la nota tomaba un tono desesperado: “Si todavía sientes algo por mí… ¡debes hacérmelo saber!”.
“No llames por teléfono...Envía una carta… es mucho más seguro”. Y firmaba solo con una E.
Esa carta, la primera que marcó el triángulo amoroso protagonizado por Clapton, Harrison y Boyd, pronto dejarán de estar acumulando polvo en los anaqueles de la casa de Pattie Boyd. Resulta que la casa de subastas Christie’s remató más de 110 objetos de los archivos de Boyd, incluida la carta (con un precio estimado de hasta 15.000 libras, poco más de 18 millones de pesos chilenos). También salieron a remate fotografías de Clapton y Harrison, además de letras de canciones de ambos músicos escritas a mano.
Boyd dijo que a estas alturas de su vida, donde solo quiere ver pasar las ruedas, aquella etapa quedó atrás, por ello optó por desprenderse de las misivas. “Eric escribió las cartas más divinas y hermosas, y no quiero seguir leyéndolas”, dijo la mujer, y agregó un revelador: “Me duele”. En total, el acervo alcanzó un precio récord de 2.818.184 libras, unos 3.500 millones de pesos chilenos.
En otra de las cartas, de 1971, cuando Clapton ya había iniciado el flirteo con todo y ya apodaba “Layla” a Boyd, le escribió una carta escrita en una página arrancada de la novela de John Steinbeck, De ratones y hombres. Clapton aplacaba su dolor con la heroína y estaba totalmente perdido. Ahí, en la carta sobre todo le rogaba: “Estoy al borde de mi mente... Si no me quieres, por favor, rompe el hechizo que me ata”. Y agregó: “Enjaular a un animal salvaje es un pecado...domesticarlo es divino”. Esta carta se vendió en 19 mil dólares (unos 18 millones 500 mil pesos).
Además, la subasta incluye la venta del famoso cuadro La Jeune Fille au Bouquet, de Emile Théodore Frandsen de Schomberg, que se usó para la portada del álbum Layla and Other Assorted Love Songs, el primer y único disco de Derek & the Dominos, la banda formada por Clapton en 1970 tras sus pasos por Cream y Blind Faith y que incluyó al tecladista Bobby Whitlock, el bajista Carl Radle y el baterista Jim Gordon. Ahí aparece justamente la canción Layla, la que un enamorado al borde de la obsesión le suplica a su amada para que le corresponda.
Clapton la escribió inspirado en el libro La historia de Layla y Majnum, del escritor persa Nizam. Fue un amigo, Ian Dallas, quien le había regalado un ejemplar, y convenientemente, también hizo llegar uno hasta Pattie. Por eso, ella comprendió de inmediato su significado. “Me tienes de rodillas”, decía en el coro suplicante y doloroso. “Como un tonto, me enamoré de ti/Puse todo mi mundo al revés”.
El músico convidó a Boyd a su departamento donde le tocó la canción. Ahí, el magnetismo musical comenzó a erosionar la coraza que hasta el momento llevaba la mujer. Sonó una y otra vez. En principio ella se sintió incómoda. “Me ponía en una dirección a la que no tenía certeza que quería ir”. Pero pronto cedió. “La canción me ganó al darme cuenta que yo había inspirado tanta pasión y tanta creatividad -cuenta en su autobiografía-. No pude resistir más”.
“Tuve sentimientos encontrados porque era precioso, intenso y asombroso. Al mismo tiempo, la vieja Piscis que hay en mí pensó: ‘Dios mío, si George oye esto se va a dar cuenta de que se trata de mí’”. El anzuelo estaba lanzado.
Harrison, por su parte, estaba bastante al tanto de lo que ocurría. “El deseo de Eric para estar con Pattie era enorme, yo diría que era obsesivo, Pattie se sintió halagada y, finalmente, su resistencia se desvaneció y en ese momento ella vaciló. ¿Cómo podría resistir Pattie, esa atención bien elaborada?”, recordó el autor de Taxman en Conversaciones con George Harrison: final de la línea (Edición independiente, 2014), de Ronald Ritter y Susan Evermore.
El esfuerzo de Clapton daría frutos, pero tendría que esperar hasta 1974, cuando Boyd y Harrison firmaron el divorcio. El exbeatle estaba cada vez más sumido en un viaje introspectivo y personal en el que Pattie fue teniendo cada vez menos cabida. Luego, el guitarrista estuvo en pareja con la mexicana Olivia Arias, con quien tuvo a su único hijo, Dhani, en 1978. Tras la separación, Boyd se fue a vivir a Estados Unidos con su hermana Jenny, quien estaba casada con Mick Fleetwood, el baterista y miembro fundador de Fleetwood Mac. El mánager de Eric Clapton se enteró y se lo contó. Y hasta ahí llegó el guitarrista, a jugarse toda su chance. Era ahí y nunca.
Y Clapton no desaprovechó su oportunidad. Finalmente, Boyd aceptó emparejarse con él, y casarse. La boda entre ambos se programó para el 19 de mayo de 1979, en Surrey, Inglaterra. Entre los invitados, por supuesto, estaban varios músicos, incluyendo a George Harrison, Paul McCartney y Ringo Starr. ¿El gran ausente?, John Lennon, quien por entonces residía en Nueva York.
Sin embargo, el matrimonio Boyd-Clapton no duró mucho tiempo. Se divorciaron en 1988 tras infidelidades y los problemas del guitarrista con el alcohol (ya había dejado la heroína). En una entrevista con The Times, Boyd fue enfática al señalar el motivo de por qué creía que la relación no fructificó: “Eric se ama a sí mismo, creo que no tenía mucho espacio para mí”. Y al ser consultada por el amor de su vida, eligió al beatle. “Siempre fue muy cariñoso, incluso después de que nos separamos...Vino a verme antes de morir. Si amas a alguien, haces eso o algo parecido. Creo que él siempre me amó”.
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