Maryse Condé, la escritora guadalupeña que se enfrentó al colonialismo y al Nobel
Fallecida a los 90 años, la oriunda de las Antillas fue autora de una prolífica obra donde -con desparpajo y soltura- hizo hincapié en temas como el racismo o el colonialismo. Por su trabajo le fue adjudicado el Premio Nobel Alternativo. En Culto revisamos su obra y ahondamos cómo encontrar sus libros en nuestro idioma.
El señero New York Times no escatimó en elogios. “La gran dama de la literatura francófona”. No es menor considerando que en esa lengua también escriben autoras como la premio Nobel Annie Ernaux o la belga Amélie Nothomb. Pero no hablamos de una europea, sino de la guadalupeña Maryse Condé, fallecida este 2 de abril en en un hospital en la localidad de Apt, cerca de su casa en el sur de Francia. La información fue confirmada por su marido a la agencia de noticias France Presse. Contaba 90 años.
Condé nació en 1934, en el archipiélago de Guadalupe, un territorio francés de ultramar en la zona de las Antillas. En otras publicaciones se indica que nació en 1937, y que habría muerto a los 87, sin embargo, al parecer eso sería un dato que ella misma se inventó. “Se cree que es parte de su mito como escritora, el personaje”, apunta a Culto la editora María Yaksic, gran lectora de la guadalupeña. Y acaso haber nacido en una colonia determinó buena parte de su literatura, que se incrustó precisamente en esas heridas: las de la esclavitud, el colonialismo y la descolonización.
“Francia era profundamente racista, los niños franceses rechazaban sentarse junto a los negros en el metro -dijo en una entrevista con el matutino El País, en 2021-. Los padres hacían comentarios como ‘qué mona esta negrita’. Allí me di cuenta de que yo no era como los franceses. Antes no sabía quién era. Lo descubrí en París”.
Parte de una familia de 8 hermanos, su familia tenía una situación bastante estable, y pertenecía a lo que podríamos denominar la “burguesía negra” de la ciudad de Pointe-à-Pitre, la ciudad más poblada de Guadalupe. Su padre era banquero y su madre, profesora. Como suele ocurrir, Condé recordaba que sus progenitores aspiraban de alguna manera a igualarse con los franceses blancos. “Mis padres eran víctimas de las ideas coloniales, pero no se daban cuenta. Querían demostrar que los negros como ellos podían comportarse bien y dar ejemplo”.
De a poco, Condé comenzó a mostrar interés por la literatura. De hecho, ha reconocido que eso era algo presente en su familia. “A veces pienso que solo estoy aquí porque he perseguido el sueño de mi hermano. Él quería ser escritor y no pudo. Yo estoy cumpliendo su sueño”, contó a El País en 2019. Ya viviendo en Francia, en 1953, publicó sus primeros relatos.
Desde esos primeros escritos ya se notaba su sello, su marca, su voz indeleble en el papel y que es lo que hace que un escritor quede en la memoria de sus lectores. ¿Cómo se puede definir la voz literaria de Condé? lo comenta María Yaksic: “La literatura de Maryse Condé puede leerse como una singular y poderosa contrahistoria, primero, de los cursos que ha tenido la inscripción de la literatura caribeña, antillana-francófona en el espacio editorial de la literatura francesa. Una contrahistoria, en segundo lugar, porque logró desarrollar un proyecto literario único y de largo aliento, siempre a contracorriente y desde su lugar como escritora. Desde allí se propuso desmantelar héroes y heroínas, el modo en cómo, hasta su literatura, se habían narrado las relaciones de raza, clase y género, quiénes la habían escrito, quiénes habían sido los personajes de esas grandes narrativas que se instalaron en la base del imaginario de la cultura occidental y colonial”.
Yaksic -una de las editoras de la casa independiente Banda Propia- destaca que la escritura de Condé, a pesar de la complejidad de sus temática, en absoluto caía en la seriedad o la gravedad. “Su literatura es un torrente de movimiento y cambio, escenarios y personajes movidos por el deseo y lo inesperado, incluso en los episodios de brutal violencia. Con mucho talento y humor se convirtió en una especie de punto de fuga, en una creadora única de mundos posibles: desde sus personajes y protagonistas escribió novelas en las que se rió del dogmatismo identitario y político, de los estereotipos, sin dejar de pensarse como una escritora independentista, sin dejar de pensar una comunidad”.
Condé firmó una obra extensa, una cuarentena de libros, entre los cuales destacamos Segú y Yo, Tituba, la bruja negra de Salem, acaso sus libros mayores, junto con otros títulos como Corazon que rie Corazon que Llora, La deseada o La vida sin maquillaje. “También fue dramaturga, crítica literaria, y una ficcionadora de su propia trayectoria como escritora -agrega Yaksic-. Como investigadora fue una suerte de arqueóloga de la escritura de mujeres afrocaribeña siguiendo la máxima de que ‘todo lo que toca a la mujer negra es objeto de controversia’. Construyó su obra a pesar de las polémicas y de ser poco comprendida en los primeros años de su carrera literaria. Es la primera en dedicarle un libro crítico a Suzanne Lacascade, Mayotte Capécia, Marie Vieux-Chauvet, Michèle Lacrosil, Simone Schwarz-Bart, entre otras; también en entregarnos una lectura lúcida y poco conformista con los años de la descolonización africana y la institucionalización de la negritud”.
Tras la suspensión de la entrega del Premio Nobel de Literatura, en 2018, producto de los escándalos sexuales en la Academia, Maryse Condé fue la primera ganadora del llamado Premio Nobel Alternativo, que le fue entregado por la asociación The New Academy, conformada por libreros suecos. Se impuso al inglés Neil Gaiman y a la vietnamita Kim Thúy, y fue respaldada en una votación de 32 mil usuarios por Internet. Al conocer la noticia señaló estar “muy feliz y orgullosa, pero permítanme compartir este premio con mi familia, mis amigos y sobre todo con la gente de Guadalupe”.
Luego, en El País, tuvo palabras para su galardón: “El Nobel suprimido era machista, elitista y blanco. Era una recompensa para el hombre blanco. Que haya sido suprimido por un escándalo sexual demuestra que estamos en otros tiempos, en los que se está pensando la voz y la presencia, el cuerpo femenino, de otra manera. Que se haya puesto en marcha un Nobel alternativo es una buena noticia, significa que las cosas pueden cambiar”.
Mapa para seguir una obra
¿Por dónde ingresar a la obra de Maryse Cónde? Yaksic nos propone una hoja de ruta dentro de un corpus muy extenso. “Tiene novelas que fueron verdaderos bestseller, como Segú que vendió más de 200.000 copias, y otras obras muchísimo más desconocidas, muchos de sus libros aún no están traducidos”. Sin embargo, la casa española Impedimenta -cuyos libros llegan a nuestro país- ha venido traduciendo algunos de sus libros al idioma castellano, por lo que un lector de Chile puede acceder a parte de su obra.
“De los libros a los que tenemos acceso, recomiendo Yo, Tituba, la bruja negra de Salem, una novela que se sitúa en la época de la caza de brujas, de modo directo dialoga con Las brujas de Salem, de Miller, y La letra escarlata, de Hawthorne, y de modo tangencial con Cándido de Voltaire -dice Yaksic-. Condé crea con Tituba una protagonista compleja, una personaje con una vitalidad e ingenio asombroso, conectando la historia de la caza de brujas con la esclavitud y el cimarronaje en el Caribe”.
“No puedo dejar de nombrar también La vida sin maquillaje, un punto alto de su autoficción como escritora, un libro que lee el siglo XX de la descolonización, entre París, Ghana, Guinea, Costa de Marfil y Senegal, sorteado las épicas, desbordando vitalidad, narrando figuras icónicas que dejan de serlo, un libro que de cierto modo desordena géneros, las máscaras, el relato de la escritora que se hace sí misma”.
Los mencionados libros de Maryse Condé, y otros, pueden ser encargados desde Chile a través de la plataforma Buscalibre.
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