Leonardo Padura: “Veo el futuro de Cuba con mucha preocupación, porque no veo las soluciones”
El aplaudido escritor cubano estará en nuestro país en el marco del ciclo La Ciudad y las Palabras, donde presentará el libro La Ciudad de los Escritores, en el que habla tanto de La Habana como de Alejo Carpentier, uno de sus referentes. En la previa, charló con Culto sobre literatura, su relación amor-odio por la capital cubana, y las protestas que han sacudido al país.
Fundada por los españoles en 1519, ocupada brevemente por los ingleses en 1762, gobernada por Estados Unidos a inicios del siglo XX, La Habana tiene una historia muy particular y es quizás el mayor rostro de Cuba hacia el mundo. Es una ciudad que fascina a quienes la visitan. Fue centro de importantes negocios, hoteles, casinos e iluminados clubes nocturnos, cuando los estadunidenses vivían una especie de Belle époque caribeña tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Todo entre guayaberas, copas de ron y habanos (como se ve en El Padrino 2, por ejemplo). Claro que eso duró hasta la revolución de 1959 que puso al castrismo al poder.
Por cierto, La Habana es una ciudad muy literaria, y que aparece en los escritos del notable escritor cubano Alejo Carpentier y su llamado “Real maravilloso” que desarrolló en textos notables como El acoso (1956), ¡Écue-Yamba-O!, Alabado sea el Señor (1933), El reino de este mundo (1949) o Los pasos perdidos (1953). Por supuesto, Carpentier -quien también fue periodista y musicólogo- dejó su larga estela en las bibliotecas de las casas cubanas. Desde ahí accedió a su obra, desde temprana edad, el escritor Leonardo Padura.
Clásico en la literatura policial latinoamericana, conocido sobre todo por la saga de novelas del detective Mario Conde, en su extensa trayectoria también ha publicado otros volúmenes ineludibles como El hombre que amaba a los perros (2009), o el libro de reportajes Los rostros de la salsa (1997). Ello le ha valido recibir galardones como el Premio Nacional de Literatura de Cuba (2012) o el siempre importante Premio Princesa de Asturias de las Letras (2015).
Sobre Carpentier, de hecho, ha firmado un par de libros, y recientemente podemos leer una charla dedicada a él. La encontramos en el volumen La ciudad de los escritores, publicado por Ediciones UC y que reúne una serie de conferencias y entrevistas que dieron diferentes escritores en el marco del ciclo La Ciudad y las Palabras, organizado por el Doctorado en Arquitectura y Estudios Urbanos de la Pontificia Universidad Católica durante 2020 y 2021.
En los días en que el mundo estaba encerrado por la pandemia, La Ciudad y las Palabras organizó el ciclo La ciudad de los escritores, donde un escritor vivo se refería a uno fallecido, y pasaba revista por la ciudad del autor. Así, Alan Pauls habló sobre Ricardo Piglia, Edmundo Paz Soldán sobre Roberto Bolaño, Jorge Herralde sobre Roberto Calasso, Andrés Neuman sobre Federico García Lorca y Leonardo Padura sobre Alejo Carpentier.
Padura vendrá a Chile próximamente a presentar el volumen. Antes de eso, charló con Culto. Por supuesto, le inquirimos sobre su propia visión de La Habana. ¿La encuentra fascinante o le disgusta? Nos dice: “Mi relación con La Habana es muy complicada, muy intensa. Por esa razón acabo de escribir un ensayo de más de cien páginas que será el cuerpo central del libro que mi editorial española publicará en septiembre de este año. No menciono el título porque todavía no lo hemos decidido. De todas formas te adelanto que el texto es el resultado de una relación muy íntima, de posesión personal y literaria de una ciudad, no solo de su espacio físico, de sus lugares, sino también de su espíritu, su historia, incluso sus formas de expresión, su lenguaje. Y, por supuesto, como debe ser, se trata de una relación de amor-odio, como en todos los buenos amores”.
¿Cuáles son los elementos de la ciudad que más le gustan?
La certeza del mar es el primero. El color de la ciudad, que es el azul. Su música, que es la de los viejos autos norteamericanos, los perros, la gente que grita y canta. Hay barrios que me deslumbran y otros que me espantan, pero, en general, es una ciudad de la que estoy enamorado…y con la que a veces estoy muy enfadado.
¿Qué cambios ha ido viendo en la ciudad de La Habana que le han llamado la atención?
Como todo espacio urbano La Habana ha evolucionado, quizás muy lentamente, y no creo que para mejorar. Quizás su mayor cambio se manifieste en el deterioro de grandes zonas, de muchos lugares y calles. Con los años se han perdido muchos sitios que fueron referentes, que forman parte de mi memoria urbana. Por fortuna una parte de la ciudad antigua se ha recuperado en las dos últimas décadas y quizás salvado de un lamentable proceso de deterioro, de deconstrucción de una ciudad tan hermosa como llegó a ser La Habana.
¿Cómo ha cambiado La Habana desde la muerte de Fidel Castro y la salida de Raúl Castro?
Muy poco. Si acaso han aparecido tres o cuatro megahoteles, muy lujosos, pero casi vacíos de turistas, unos mausoleos que se engarzan mal en la imagen de la ciudad. Y algunos café, restaurantes, tiendas privadas, de las llamadas mypimes, que son mucho más atractivas y elegantes que los comercios del Estado, que por décadas fueron los únicos existentes en el país. En Cuba, en general, se construye muy poco, porque es un país que por años ha vivido en crisis económica y por eso la fisonomía de las ciudades cambia muy poco. Por ejemplo, cuando voy a Santo Domingo, República Dominicana, siempre veo construcciones nuevas, a un ritmo diría que enloquecido que está convirtiendo esa ciudad en un sitio muy poblado, pero muy mal gestionado urbanísticamente, donde es muy difícil moverse porque no hay una correspondencia entre su crecimiento y su desarrollo vial. En La Habana, por el contrario, si dejas de pasar dos o tres años por un lugar lo que verás será nuevas ruinas, más vacíos de derrumbes, más baches en las calles, más vertederos en las esquinas.
En su conferencia, Padura cita principalmente a Alejo Carpentier, pero también a Lino Novás Calvo, otro narrador cubano que publicó preferentemente entre las décadas de 1930 y 1940. “No concibo que un buen lector cubano no conozca a dos de los grandes autores del país del siglo XX”, nos comenta. Le preguntamos si considera que La Habana es un personaje más en las obras de Carpentier y Novás y nos responde: “No un personaje, pero un espacio con connotaciones muy especiales que determinan en buena medida el argumento de los textos. Carpentier era un enamorado de La Habana, la describió muchas veces con su mirada de conocedor de los estilos arquitectónicos y de los procesos históricos que le dieron forma a la ciudad. Novás, por su lado, también con cultura para encontrar el carácter físico e histórico de la ciudad, tuvo la posibilidad de hacer otro tipo de conocimiento cuando fue chofer de autos de alquiler y seguramente conoció las esencias más profundas y a veces ocultas de la ciudad”.
Otra forma de visitar literariamente La Habana es a través de su personaje Mario Conde. La primera novela con él fue en 1991, y en su última novela, Personas decentes, de 2022, aparece ya retirado de la policía. ¿Cómo ha sido la experiencia de caminar literariamente junto a un personaje por tantos años?
Una experiencia altamente productiva. En el libro que publico este año se introducen muchos fragmentos de novelas de Conde en los que se recorren los sitios que voy mencionando en mi ensayo. Y se puede observar cómo en las novelas hay algo así como un mapa de la ciudad, de toda la ciudad, desde sus barrios emergentes de inmigrantes del interior del país (los llamados asentamientos), barrios populares, históricos, aristocráticos, y sitios muy diversos, desde el Malecón hasta las plazas y parques. Conde es un tipo esencialmente habanero y ha expresado en las novelas muchos de mis sentimientos sobre la ciudad. Así que tal vez podrías haberle hecho esta entrevista también a él.
¿Pensó en algún momento en no publicar más historias con Mario Conde?
No, para nada. Al contrario, pretendo seguir con él. Ahora escribo una novela en la que él no aparece, pero seguro que volverá. Todavía tenemos muchas cosas que decir.
De protestas a la IA
A contar del pasado 17 de marzo, la atención del mundo se volvió hacia Cuba debido a una serie de masivas protestas ciudadanas. Comenzaron en Santiago de Cuba y se extendieron al resto de la isla. Los cubanos y cubanas reclaman por la escasez de alimentos; los problemas en el suministro eléctrico -que les significan apagones de casi 18 horas diarias- que se originaron por problemas en la Central Termoeléctrica Antonio Guiteras; además de la escasez de combustible. Entre medio también se cuela otra demanda, la de mayor libertad política.
El gobierno de Miguel Díaz Canel ha hecho frente a las manifestaciones desplegando fuerzas policiales y militares, pero también distribuyendo arroz y azúcar a la población. Díaz Canel culpa a los Estados Unidos por las protestas y acusa a los cubanos en Florida de “calentar las calles de Cuba”. Por supuesto, Padura tiene una visión de estos hechos.
“Los he vivido con mucho dolor. Veo que la gente está sufriendo de muchas carencias, falta de alimentos, de electricidad, incluso de medicamentos y también mucha falta de esperanzas, y se sienten desesperados, defraudados. Es una situación económica bastante extrema, en la que a muchísima gente no le alcanza el dinero para vivir dignamente, y se sienten muy cansados. Me preocupa que la solución del gobierno para el reclamo de ‘corriente y comida’ haya sido distribuir un poco de arroz y de azúcar. Pero mucha gente también gritó pidiendo libertad, y eso no se resuelve con un poco de arroz y azúcar”.
“De cualquier forma también debemos recordar que por cuestiones más o menos similares y a veces menos apremiante, mucha gente sale a la calle y protesta en casi todo el mundo. El problema de Cuba está en las consecuencias que te puede traer salir a la calle a protestar, en las distintas formas de represión a las que te expones por expresar un descontento”.
¿Cómo ve usted el panorama a futuro?
Veo el futuro con mucha preocupación, porque no veo las soluciones. El mismo tema de la escasez ahora tiene otro carácter, porque en las tiendas de los privados puedes encontrar artículos de primera, segunda y hasta tercera necesidad. En un pequeño puesto de mi barrio periférico ahora mismo puedes comprar panetone italiano. El problema entonces es tener el dinero para satisfacer esas diversas necesidades. Y el gran problema es que la mayoría de la población no lo tiene. Ese panetone costaba 2.500 pesos…y eso es más que muchas de las pensiones que hoy tienen muchos cubanos después de haber trabajado durante cuarenta años.
¿Qué lee por estos días?
Uf, muchas cosas diferentes. Cuando estoy escribiendo una novela busco libros y autores que me den una “respiración” que me ayude a escribir. Me he leído a Kundera, Vázquez Montalbán, Vargas Llosa…y los libros que he ido comentando cada mes en Babelia. A ellos te remito.
En otro ámbito, ¿qué piensa de la Inteligencia Artificial?
Pienso mucho, pero como no entiendo demasiado el tema, seré muy preciso, aunque elemental. Un cuchillo es un instrumento utilísimo. Pero puede ser también un arma asesina. Todo depende del fin con que se le utilice. Pues lo mismo ocurre con la IA. Creo que su avance va más rápido que la posibilidad de regular su uso, y que en determinadas manos se cometerán muchos crímenes con ese cuchillo. Por cierto, el de la literatura podría ser uno de ellos.
Leonardo Padura se presentará en La Ciudad y las Palabras el próximo lunes 29 de abril en el auditorio de la Facultad de Arquitectura y Estudios Urbanos de la Pontificia Universidad Católica, ubicado en el Campus Lo Contador (El Comendador 1936, 4to piso, Providencia, Región Metropolitana). La entrada es gratuita con cupos limitados. Inscripciones al correo lvillarr@uc.cl.
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