Un juicio con fisuras y el shock de las denunciantes: el vuelco en la condena de Harvey Weinstein
Tras una reñida discusión entre sus siete miembros, el Tribunal de Apelaciones de Nueva York –la máxima instancia de la justicia de ese estado– concluyó que se cometieron una serie de irregularidades durante el proceso en que el exproductor fue condenado a 23 años de prisión. La principal fue permitir que declararan en calidad de testigos mujeres que relataron situaciones ajenas a los cargos de los que se le acusaba. En Los Angeles suma una sentencia de 16 años, por lo que no saldrá de prisión.
El surgimiento de los testimonios de abuso y acoso sexual en contra de Harvey Weinstein impulsó el inicio del movimiento MeToo en 2017. Según detallaron en ese momento los reportajes publicados por The New York Times y The New Yorker, el cofundador de Miramax atacaba a actrices, asistentes y diversas profesionales de la industria, estableciendo un modus operandi para cometer cada agresión.
El productor de Shakespeare enamorado (1998) no sólo era un hombre de carácter iracundo –como se le conocía en el medio–, sino que un depredador sexual. Y si se considera la proliferación de otros casos similares, no era el único en Hollywood.
La investigación llegó a la justicia de Nueva York, donde a inicios de 2020 se desarrolló un juicio que atrajo las miradas del mundo. El jurado lo declaró inocente de tres cargos y culpable de dos: de agresión sexual criminal en primer grado en contra de Miriam Haley, exasistente de producción del programa Project Runway, y de violación en tercer grado en contra de la aspirante a actriz Jessica Mann. El juez James M. Burke lo condenó a 23 años de prisión.
Sin embargo, este jueves se produjo un duro revés para sus denunciantes y para el MeToo en general. Tras una reñida votación, de cuatro a tres, el Tribunal de Apelaciones de Nueva York concluyó que se cometieron una serie de irregularidades durante el proceso. De acuerdo con sus argumentos, la principal fue que Burke se equivocó al permitir que declararan en calidad de testigos mujeres que relataron situaciones que no eran parte de los cargos que se le acusaban.
“El tribunal agravó ese error cuando dictaminó que el acusado, que no tenía antecedentes penales, podía ser interrogado sobre esas acusaciones, así como sobre numerosas acusaciones de mala conducta que lo retrataban bajo una luz altamente perjudicial. El efecto sinérgico de estos errores no fue inofensivo”, especificó la entidad.
“Ninguna persona acusada de falta a las leyes podrá ser juzgada sobre la base de pruebas de delitos no imputados, que solo sirven para establecer la propensión del acusado a una conducta delictiva”, agregó el dictamen. Además, la máxima instancia de la justicia de Nueva York ordenó la realización de un nuevo juicio.
Por cierto, esto no significa que Weinstein salga en libertad. De manera adicional, el exproductor cumple otra condena (de 16 años) tras ser declarado culpable de violación en Los Angeles en 2022. Ahora se espera que sea trasladado a California para que siga cumpliendo esa sentencia.
Una estrategia con debilidades
La periodista Jodi Kantor fue autora junto a Megan Twohey de los reportajes de The New York Times que expusieron las primeras denuncias en contra de Harvey Weinstein y con los que ganaron el Pulitzer. Juntas escribieron She said: Breaking the sexual harassment story that helped ignite a movement (2019), el libro que profundizó en su investigación periodística.
En un artículo titulado “La condena de Harvey Weinstein fue frágil desde el principio”, publicado hoy tras conocerse la determinación del Tribunal de Apelaciones de Nueva York, detalló las falencias del juicio. Según su análisis, “los fiscales de Manhattan, presionados por no haber presentado cargos antes, hicieron una serie de apuestas”.
El juicio se basó en los relatos de dos víctimas que admitieron haber tenido relaciones sexuales consensuadas en momentos diferentes a los que habían sido abusadas. En ese contexto, y a modo de persuadir al jurado, los abogados recurrieron a otras mujeres que aseguraban haber sido atacadas por Weinstein, a modo de establecer un patrón de conducta.
El juez James M. Burke aceptó que ellas se presentaran como testigos, aunque describieran situaciones que compartían particularidades con las que sufrieron Miriam Haley y Jessica Mann, pero no estaban directamente relacionadas. “La medida también corría el riesgo de violar una regla fundamental de los juicios penales: los acusados deben ser juzgados sólo por los actos de los que se les acusa”, enfatizó Kantor.
Esa decisión se transformó en la base de las apelaciones de los abogados de Weinstein. Un tribunal desestimó su recurso en 2022, pero este año el asunto fue diferente: el tribunal más alto de Nueva York aceptó la solicitud, como se informó esta mañana. Antes de que se concretara ese paso existió un acalorado debate entre los siete miembros de esa instancia. Como prueba de ello, la jueza Madeline Singas compartió una declaración en que alertó sobre el impacto de la medida y el trauma asociado a que las víctimas tengan que volver a testificar en un nuevo juicio.
“Con la decisión de hoy, este tribunal continúa frustrando los constantes logros por los que han luchado los sobrevivientes de violencia sexual en nuestro sistema de justicia penal”, expresó, junto con criticar “la negativa a aceptar que los delitos de violencia sexual son mucho más matizados y complejos que otros delitos”.
Las reacciones se produjeron de inmediato. La actriz Ashley Judd, una de las principales denunciantes de Weinstein, señaló a The New York Times que “es injusto para los sobrevivientes. Todavía mantenemos nuestra verdad. Y sabemos lo que pasó”.
“Harvey fue condenado legítimamente. Es lamentable que el tribunal haya anulado su condena. Como sobreviviente, estoy más que decepcionada”, comentó Rosanna Arquette a The Hollywood Reporter.
Katherine Kendall, también actriz, planteó que es “un terrible recordatorio sobre que las víctimas de agresión sexual simplemente no obtienen justicia. Estoy completamente decepcionada del sistema de justicia en este momento. Estoy un poco estupefacta”.
Elizabeth Wagmeister, periodista de CNN que ha cubierto el caso durante años, detalló que el sentimiento entre otras denunciantes es similar: “Decir que están en shock es quedarse corto”.
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