Reseña de libros: de Fernando Savater a María Lavezzi

Savater
El filósofo español Fernando Savater.

Carne Gobernada, el polémico ensayo del filósofo español que le costó su salida del diario El País, y Un Abuelo con Sonrisa, el colorido y entrañable libro álbum de la escritora argentina, en las lecturas de la semana.


Carne

Carne Gobernada, de Fernando Savater (Ariel)

Probablemente, las mejores páginas de este ensayo autobiográfico son aquellas donde Fernando Savater habla del amor y la pérdida. Pero las que más han resonado son aquellas donde describe su tránsito político y su renuncia a la izquierda. “Siempre me he tenido por una persona de izquierdas”, escribe, si bien se mantuvo alejado del comunismo. Algún tiempo se identificó con el anarquismo y sobre todo se sintió parte del proyecto del diario El País, cercano al socialismo de Felipe González, en el que oficiaba de columnista. Sucintamente, dice, su utopía política se resume en la fórmula “libres e iguales”. Pero con un requisito indispensable: la unidad del país.

“La democracia contemporánea exige libertad para crear y expresarse, o sea liberalismo, e igualdad de leyes, derechos y deberes, o sea socialdemocracia: pero ninguna de las dos patas del invento -liberalismo y socialdemocracia- es posible si el Estado se fragmenta y despedaza”, escribe Savater.

El separatismo “es el peor enemigo de un estado democrático”, dice, y agrega: “No hay movimiento políticos más intrínsecamente reaccionarios que los separatismos”. Por eso, puede hablarse de “una izquierda reaccionaria”.

Según relata, se dio cuenta de ello en el País Vasco, “donde el separatismo radical extorsionaba y asesinaba a los demócratas vascoespañoles mientras sus compatriotas más menos tenían a las víctimas por derechistas irredentos”. Entonces “abandoné el redil cenutrio de la izquierda”.

Férreo detractor de Podemos, Savater comenzó a sentirse incómodo como columnista de El País: “De ser un diario progresista, de centro izquierda, con las virtudes y defectos propios del caso, pasó a convertirse en un portavoz gubernamental y del peor Gobierno que ha tenido la democracia española desde la muerte del dictador”. Finalmente, sus opiniones sobre el diario le costaron su salida de El País.

Polemista avezado y de pluma ágil, curiosamente Savater se muestra menos convincente al momento de argumentar políticamente: sus opiniones parecen más delineadas por la pasión, la provocación y el arrebato que por el ejercicio reflexivo.

En cambio, cuando habla desde la intimidad, de su historia de amor con Sara Torres, a quien llamaba Pelo Cohete; de su muerte y el dolor, logra momentos de auténtica profundidad y delicadeza.

Un libro ligero y combativo, donde se extraña la agudeza y densidad reflexiva de sus mejores ensayos.

abuelo

Un Abuelo con Sonrisa, de María Lavezzi (FCE)

El abuelo tenía antojo de algo dulce y partió a la panadería con su perro. De pronto, al regreso, escuchó un fuerte maullido. Se detuvo y en el árbol vio a un gato que no podía bajar de una rama.  “Al abuelo los gatos no le gustaban, prefería los perros y las medialunas. Pero no podía ver sufrir a ningún animal”. De modo que escaló por el tronco y bajó al gatito. Retomó el camino a casa pero a poco andar se dio cuenta de que el gato lo seguía. Trató de disuadirlo, se escondió tras un árbol, pero el gato no le perdía pisada. Al llegar a casa, cerró de un portazo, deseando disfrutar tranquilamente del café con leche y la medialuna. Pero los maullidos del gato no se detuvieron. Es más: se acrecentaron.

El abuelo no tuvo más remedio que abrir la puerta. Agradecido y feliz, el gatito entró corriendo a la casa. Esa noche durmió en la cama del abuelo y ya nunca más se fue. Rápidamente el abuelo fue descubriendo la infinita capacidad de hacer travesuras de los gatos, y también el placer de sentirlo ronronear sobre sus piernas o entre sus brazos. El abuelo lo bautizó Sonrisa, porque parecía siempre sonriente, y solía alimentarlo con su propia comida, pero el gato comenzó a engordar. Entonces decidió suspender las medialunas y los trocitos de queso que le compartía, pero la barriga de Sonrisa no paró de crecer. Y tanto así, que lo llevó al veterinario. Y este acabó por felicitarlo: Sonrisa resultó ser gatita y en su panza crecía ¡una pandilla de gatitos!

María Lavezzi escribe e ilustra, con dulces dibujos y colores cálidos y alegres, un libro álbum entrañable y divertido, encantador, que dibuja sonrisas en el rostro de los lectores.

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