“Déjennos con él...”, dice el maestro Qui-Gon Jinn, al momento en que la apertura de una compuerta gigante en un hangar revela la aterradora presencia del sith Darth Maul. Ya se habían enfrentado por primera vez en una secuencia en el desierto de Tatooine, cuando el sith se presentó ante el jedi. Pero ahora parecía un encuentro decisivo. Uno que marcó un momento de alta tensión en el tramo final de La amenaza fantasma (1999), filme precuela de Star Wars que vuelve a los cines chilenos a 25 años de su estreno original.
Se trata de una escena que está intercalada entre cuatro combates desarrollándose a la vez, pero es probablemente el más recordado al marcar un contraste con la trilogía original. Si en las películas de los setenta y ochenta, se vieron duelos de sables de luz, entre el viejo Obi-Wan Kenobi, contra el cyborg Darth Vader, y luego contra el joven e inexperto Luke Skywalker, para La Amenaza Fantasma, George Lucas presionó a su equipo para obtener algo distinto. Debía verse a los caballeros Jedi en su esplendor, unos guerreros fuertes y bien entrenados. Por ello el combate entre Maul, Qui-Gon y su joven aprendiz Kenobi, debía ser impactante. Feroz. Una lucha a muerte ágil e intensa.
Cómo se hizo el combate entre Obi-Wan Kenobi, Qui-Gon Jinn y Darth Maul
Fue Nick Gillard, un inglés que las hacía de coordinador del equipo de dobles, quien debió coreografiar y diseñar el combate. Lo más obvio era usar las películas anteriores como referencia para crear una forma de combate más intensa y rápida. Sin embargo, Gillard las ignoró por completo y decidió llevar adelante su propia visión. “El mundo había avanzado desde entonces y eso no iba a funcionar”, le contó al portal Vulture. “Simplemente lo abandoné y seguí mi propio camino”.
Lo primero fue montar unas escenas de prueba para obtener la aceptación del siempre exigente George Lucas. Solo tuvo tres días, una cámara y tres dobles de acción. Uno de ellos, Ray Park, quien ya tenía experiencia en rubro al haber trabajado en el equipo de la adaptación cinematográfica de Mortal Kombat. A Gillard le gustó tanto la técnica de Park, que esperó la aprobación de Lucas para incluirlo en el cast. Y así ocurrió, el director quedó fascinado con él y le ofreció el papel de Maul. Eso sí, consideró que su voz era muy estridente y no tenía el manejo de un actor profesional, por lo que fue doblado por Peter Serafinowicz.
Ante una secuencia de acción de esa envergadura, lo lógico era que el peso se lo llevaran los dobles de acción, pero Lucas tenía otros planes. “Creo que no sería una secuencia muy emocionante si todo se hiciera solo con dobles, porque la mayor parte de la emoción de la pelea está en los rostros de las personas”, dijo Lucas. Por ello, ordenó sin más que los actores Ewan McGregor (Obi-Wan) y Liam Neeson (Qui-Gon), fuesen entrenados para participar en la mayor parte de la escena.
Aquello no era fácil: había que trabajar una coreografía de siete minutos, paso a paso, minuto a minuto, golpe a golpe. “Desarrollamos un estilo de escribirlo como un guión”, detalló Gillard a Vulture. “Parece una especie de código. Puedes escribirlo en letras. Podría ser RS, que es el hombro derecho. Luego podrías escribir una pelea en este tipo de código y enviárselo, y ellos podrían leerlo y practicarlo por su cuenta”. Eso les permitía a los actores ensayar sus movimientos en casa, pero la mayor parte se trabajó de forma presencial durante tres largas semanas. Un tiempo inusitado para preparar una sola secuencia.
Cuando comenzaron a trabajar en terreno, Gillard notó otra dificultad: la estatura de Liam Neeson (1,93), quien supera en tamaño a McGregor y a Park, lo que añadió un problema al momento de coreografiar los movimientos de los sables. “Cuando estás blandiendo, estás muy cerca, particularmente cuando son tres los que están peleando, y tienen que cruzar con estas espadas volando en todas direcciones y la espada de doble punta de Ray Park. Eso es muy difícil si eres alto”, explicó el coreógrafo en la citada publicación.
Una tabla de salvación
Tras aprender la coreografía, llegó el momento del rodaje. Se supone que la escena ocurre cuando las fuerzas de la república atacan a las de la Federación de comercio en el plantea Naboo. Por sus respectivos lados combaten la Reina Amidala, el ejército de los torpes Gungans, el joven Anakin Skywalker en una pequeña nave, y los jedi contra el sith.
Cuando comienzan a estrellar los sables de luz, Maul derriba a Kenobi y lo lanza desde una pasarela en una sala. Desde ahí, Obi-Wan se levanta y se reincorpora al combate. Pero había que conseguir que el jedi saltara en un solo movimiento, limpio y elegante. Por ello, la primera idea fue hacer que McGregor saltara desde un trampolin a ras del piso (todo el vacío y la profundidad del lugar se hizo mediante efectos de computación). Pero a Lucas, no le gustó el resultado. “Se ve que está rebotando en algo”, comentó.
Así se llegó a una solución muy sencilla: una tabla de madera. Simplemente, McGregor se inclinó y el equipo de producción “levantó” la tabla provocando el salto del actor. Nada de efectos, solo una sencilla tabla. A lo vieja escuela.
Una vez que Obi-Wan se reincorpora, viene la sección en que Maul se lleva a Qui-Gon hacia un pasillo de compuertas de rayos de electrones, para así aislarlo de su aprendiz. Una idea que Lucas había pensado para darle más dramatismo. “Una de las partes más difíciles de esta secuencia fue encontrar una manera de separar a Obi-Wan de Qui-Gon”, dijo el director en una entrevista. “Tenía que tener una situación en la que Qui-Gon pudiera quedar atrapado y Obi-Wan tuviera que mirar y ver cómo lo mataban y no poder hacer nada al respecto”.
Y así ocurre. El guión dice: “Las compuertas de los rayos de electrones comienzan a cerrarse. OBI-WAN intenta llegar al pozo de fusión, pero le falta una puerta. Se detiene justo antes”. Impotente, solo alcanza a ver como Darth Maul lanza un feroz ataque contra Qui-Gon, que lo obliga a proteger su cabeza, ahí el sith lo sorprende con un movimiento rápido, lo golpea con la empuñadura y le atraviesa el pecho con su sable color carmesí. Preciso y mortal. Qui-Gon cae de rodillas, con la mueca de la muerte dibujada en el rostro. Kenobi grita, en un gesto sorprendentemente similar al que hace Luke Skywalker cuando presencia la muerte del viejo Ben a manos de Darth Vader en Una nueva esperanza.
Tras abrirse la compuerta que falta, se desarrolla un feroz combate entre el enfurecido Obi-Wan y un orgulloso Darth Maul. “Esta fue una pelea de espadas divertida entre Ewan y Ray porque realmente les gustaba y querían demostrar quién era el mejor espadachín”, dijo Lucas en los comentarios agregados en el Blu Ray de la película. “Se desafiaron mucho entre sí, lo que resultó en un rodaje desafiante pero muy emocionante. Terminaron esto y sus espadas estaban casi dobladas por la mitad de tanto golpearse entre sí”.
El joven jedi carga con todo lo que tiene, el sith lo aguanta, embiste y usa su control sobre la fuerza para lanzarlo hacia un pozo. Kenobi alcanza a colgarse de una estructura saliente. Maul arroja el sable de luz de su rival hacia el vacío y lanza una sonrisa de satisfacción. “[Obi-Wan] cae sobre la cresta [en la batalla], cae aquí. Copiando algo así como lo que sucede en El imperio contraataca con Luke en el mismo tipo de pelea con espadas con un Sith y cayendo por el precipicio”, dice George Lucas. Pero Darth Maul se dejará consumir por la soberbia y cometerá un error.
En ese momento, Obi-Wan hace gala de la astucia que mostrará durante toda la saga. Comprende que su ataque irracional lo llevó hasta ese punto. Maul lo dejó sin el sable, pero notó que el de Qui-Gon aún estaba tirado allí. Así, usando a la fuerza como aliada, el jedi salta, atrae el sable de su agónico maestro hacia sí y en un solo giro corta por la mitad a su rival, que cae hacia lo profundo. ¿Cómo se logró? se usó un ariete de aire. Un artefacto propio de los efectos de explosiones, pero que en esta ocasión simplemente se usó para lanzar una ráfaga de aire. El salto mortal lo hicieron los dobles de McGregor y Park, en una de las acotadas tomas en que no intervienen los actores titulares.
Pese a todas las criticas que se llevó la película por el masivo uso de la animación digital, el ritmo y la introducción del infumable personaje Jar Jar Binks (que en las películas siguientes apenas tiene algunas apariciones), lo más destacado fue aquella magnífica secuencia de combate, musicalizada además, por la brillante partitura de John Williams. “En una pirueta magistral, los Caballeros Jedi luchan a través de la coreografía más intensa, atlética y prolongada de la serie Wars“, escribió Greg Burk de L.A. Weekly. Un momento inolvidable en esa galaxia lejana, muy lejana.