Era probablemente uno de los retornos más esperados de la temporada. El nuevo álbum de Dua Lipa, Radical Optimism, no solo cargaba con el éxito de su antecesor, Future Nostalgia, sino que además debía mostrar suficiente fibra para consolidar el siguiente paso de la británica.
Ya en las entrevistas previas la cantante había anticipado sus ganas de avanzar hacia una nueva era. Probablemente su participación en la película Barbie, con la canción Dance the night, de decidida vocación pistera, sirvió de simbólico cierre para esa etapa que la volvió una estrella global y la hizo salir del circuito de giras acotado a Europa y EE.UU. Incluso, la trajo por primera vez a Chile con un recordado show en el Bicentenario de La Florida.
En su estilo, Dua Lipa regresó hacia la música que sonaba en su niñez. Sin amagues, señaló que este nuevo disco, el tercero de su carrera, es “un tributo con pop psicodélico a la cultura rave del Reino Unido”. Además ha mencionado a íconos noventeros, como Blur, Primal Scream, Massive Attack, entre otros. En otras palabras, pop sin concesiones, pero con arreglos de capas de efectos y diálogos entre máquinas e instrumentos análogos. De allí la inclusión de Kevin Parker, mente creadora de Tame Impala, uno de los músicos más talentosos de su generación.
Pero, ¿de verdad marca una diferencia?¿hay algo de esa fibra del pop psicodélico en los 11 cortes de Radical Optimism? El crítico musical de The Guardian, Alexis Petridis, quien le dio tres estrellas al disco, de cinco posibles, fue tajante. “A la luz de su avanzada facturación, es difícil escuchar Radical Optimism sin preguntarse de qué diablos está hablando su autora. No se parece en nada a ninguno de los artistas mencionados, y menos aún a un ‘tributo con pop psicodélico a la cultura rave del Reino Unido’. En cambio, suena exactamente como un álbum de Dua Lipa”.
Tal parece que la mención a la psicodelia se concentra en la figura de Kevin Parker, quien, efectivamente en los esenciales Innerspeaker (2010) y Lonerism (2012), los dos primeros discos de Tame Impala, se presentó como una suerte de nuevo referente del estilo, a punta de riffs y capas de efectos bien pensadas. Pero desde ahí, no ha ocultado su ambición pop. De hecho, su firma figura en los créditos de algunas de las canciones, como These walls, Illusion, o los sencillos Training season y Houdini.
“(Kevin Parker) aparece aquí con su apariencia de creador de éxitos pop que le resulta familiar por su trabajo con Lady Gaga y The Weeknd”, apunta Petridis.
Desde el otro lado del Atlántico, el crítico del New York Times, Jon Parales, prefiere concentrarse en el hecho de que Dua Lipa no ha renunciado a ser una estrella global. Por el contrario, ha lanzado un disco ambicioso. “Se ha propuesto ser a la vez técnica y física, coreografiada y carnal. Incluso en un panorama pop mucho más fragmentado, sus canciones están diseñadas para una audiencia masiva. Los temas de Radical Optimism son lujosamente maximalistas”, apunta.
Incluso, Parales traza ciertos paralelos con su trabajo anterior. “Los ritmos de cuatro en la pista y las ágiles líneas de bajo funk continúan impulsando las pistas de Lipa en Radical Optimism, que comienza con End of an Era, una canción sobre una reunión en un club que podría ser la correcta. ‘¿Es este mi final feliz?’ Lipa se pregunta entre arrullos de coros, y continúa rapeando: ‘Otra chica se enamora/Otra chica deja el club’”.
El crítico destaca además la manera en que se cuelan las referencias a quiebres amorosos. De hecho, en Happy for you, la que cierra el álbum, Lipa asume la voz de alguien que asume una ruptura en buenos términos. Incluso le desea bien a la nueva pareja. “You were so happy, I could just tell/She’s really pretty, I think she’s a model”, canta.
“Hay una inmensa disciplina y esfuerzo detrás de las canciones de Radical Optimism, y Lipa hace alarde de su trabajo en el estudio y en sus esforzadas rutinas de baile en el escenario -apunta Parales-. Pero también aporta una decidida alegría a sus nuevas canciones, logrando de alguna manera no tomarlas demasiado en serio. El romance puede abarcarlo todo y ser muy importante en este momento. Pero si no funciona, sabe que puede seguir adelante”.
¿Un disco sin hits?
Eso sí, en general la crítica apuntó con rapidez el hecho de que ninguna canción tenga la misma efectividad que Don’t start now o Love again; es decir, hits. “Desafortunadamente, Lipa a veces suena tan tranquilo que la música pierde energía y comienza a desdibujarse en un brillo de felicidad -señala Angie Martoccio en la señera Rolling Stone-. Varias de las canciones de la segunda mitad del disco suenan como música de fondo, especialmente en comparación con potentes momentos destacados del pasado como Physical. En última instancia, lo que a veces obtienes es una versión diluida de Future Nostalgia, un disco que se siente a la deriva, incluso de la propia Lipa”.
El mismo punto fue abordado por Petridis, pero él apunta hacia el enfoque en la construcción de las canciones. “Que carezca de un himno pop inmediatamente atrapante como Physical o New Rules no significa que carezca de ganchos: son del tipo que se esconden bajo tu piel sin que te des cuenta, como en los singles Houdini e Illusion. De manera similar, la producción tiende a la sutileza: la mayor parte de la emoción sonora ocurre en el extremo inferior, en las ocupadas líneas ácidas que sustentan a Maria, la atronadora batería en vivo de Falling Forever y la combinación de bajo slap y electrónica profunda en expansión detrás de Watcha Doing”.