“Era muy quitado de bulla”: los recuerdos de Pablo Giadach, el chileno que conoció a Steve Albini
El músico y productor chileno, propietario de Estudio Lautaro, pudo compartir unas sesiones de grabación con el fallecido productor estadounidense. Pese a su extenso CV, con varias estrellas, recuerda que se trataba de un hombre accesible y de un impresionante bagaje técnico. “Le pregunté: ¿qué pasa si te toca un vocalista extremadamente desafinado? Él me dijo: ‘Bueno, problema de él’”.
“Oye Steve ¿y cuántas horas al día trabajas tú?”, fue la pregunta, casi ancedótica, que el músico y productor chileno Pablo Giadach le planteó a Steve Albini. Corría la medianía de los 2010 y se había abierto una convocatoria para asistir a sesiones de grabación del nuevo disco de Nina Anastasia en Francia. Así, Giadach había conseguido anotarse y conocer de primera mano el método de trabajo de Albini, recientemente fallecido.
Ante la pregunta, el estadounidense miró al chileno y se largó con una extensa explicación en que se explayó con lujo de detalle. “Su respuesta duró una hora y media -recuerda Giadach al teléfono con Culto desde su Estudio Lautaro-. Era toda una explicación como de filosofía de vida. Y bueno, terminó su explicación y el asistente que estaba con él le dice: ‘Podrías haber dicho que trabajabas ocho horas al día’”.
Hoy concentrado en su proyecto The Cruel Visions, con el que el año pasado teloneó a The Cure durante su show en Santiago, Giadach rememora ese encuentro con Albini. Todavía se muestra sorprendido por el extenso bagaje técnico que mostró. “Era extremadamente brillante, tenía un nivel de conocimiento técnico realmente brutal. Y aparte era muy accesible. En un mundo donde todo está demasiado comercializado, es increíble que haya compartido su conocimiento así como si nada. No se guardaba secretos, no se guardaba trucos. Era totalmente para afuera y todo en nombre de hacer perdurar la técnica a la antigua”.
Albini en vida sumó una extensa lista de trabajos como productor, en que figuran producciones junto a Pixies (el clásico Surfer Rosa), The Jesus Lizard, Jon Spencer Blues Explosion, PJ Harvey, entre muchos otros. Al hablar de su ética se tiende a citar una legendaria carta mecanografiada a cuatro carillas, que envió desde Evanston, Illinois, hasta las oficinas de la discográfica DGC en la soleada California, durante noviembre de 1992. Era su respuesta a la solicitud de Nirvana, por entonces en el pináculo de su fama, para hacerse cargo de las sesiones de su inminente nuevo álbum In Utero (1993).
En esa carta que acaba de ser difundida en las redes sociales de Nirvana, Albini dejó en claro que para él lo importante, antes que cualquier cosa era la música. “Muchos ingenieros y productores contemporáneos miran las grabación como un ‘proyecto’ y la banda es solo un elemento del ‘proyecto’ (...) Considero a la banda lo más importante, como la entidad creativa que generó tanto la personalidad y el estilo de la banda como la entidad social que existe las 24 horas de cada día”.
Alí detalló su enfoque: trabajar a la banda, sin artificios. “No considero que sea mi responsabilidad decirte qué hacer o cómo tocar. Estoy bastante dispuesto a dejar que se escuchen mis opiniones (si creo que la banda está haciendo un gran progreso o está cometiendo un gran error, considero que es parte de mi trabajo decírselo), pero si la banda decide seguir algo, ya veré que se haga”.
Giadach recuerda que Albini mantenía su posición de enfocar el trabajo de producción musical solo acotado al registro de la banda. No buscaba intervenir mucho más allá. “Está esa escuela de que el productor hace y deshace, incluso hay algunos que hasta te reemplazan miembros de la banda para grabar...y este tipo era extremadamente crítico de eso. De hecho, le cargaba que le dijeran que era productor. Y en el fondo yo me identifiqué harto con eso; llegué allá buscando un poco eso también, porque yo vengo del mundo de la música, no estudié sonido”.
“Él simplemente se preocupaba de que la banda tuviera todas las condiciones para haga lo que tenía que hacer y se sintiera cómoda -agrega Giadach-. Era muy quitado de bulla, obvio que tenía su nivel de ego, pero en el fondo era bien controlado. No era un tipo que anduviera con la jineta de que yo produje a Nirvana, o a Robert Plant y Jimmy Page, no, era totalmente muy bajo perfil. Llegaba a ser latero de lo bajo perfil que era”.
De alguna forma, a Giadach le hizo sentido la manera en que Albini enfocaba su trabajo, a contrapelo con lo que sucede en la actualidad. “Hoy está toda esa escuela de producción de la híper perfección, que llega a ser aburrido. Como que todo suena igual, uno se mete a YouTube y te dicen cómo tiene que sonar el hi-hat, la caja, no sé qué. Pero él tenía como la impronta de que la banda hiciera lo que tenía que hacer, no cambiarle nada”.
Y lo ilustra con una anécdota. “Yo me acuerdo que le pregunté: ¿Qué pasa si te toca un vocalista extremadamente desafinado? Él me dijo: ‘Bueno, problema de él. O sea, él escuchará lo que grabó y pensará que tiene que mejorar’. En el fondo, te decía que no me voy a meter en su arte”.
¿En su opinión, Steve Albini hizo escuela acá?
No sé si tanto como en el estudio, porque sinceramente yo encuentro que acá pasa mucho de que el nombre del productor es casi más importante que el nombre de la banda y eso yo lo encuentro raro. Obviamente, el tipo produce mucha admiración, por su nivel de conocimiento. Y aparte el sonido, todos sus trabajos tienen una línea súperdefinida, es decir, tampoco es alguien que iba variando tanto. Él dejaba que la banda variara, no él. Sí creo que él hizo mucha escuela acá a nivel musical, sobre todo en los 90, habían hartas bandas que eran como de esa onda punk un poco más cerebral. Yo creo que fue más eso.
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