Como muchos de su generación, Marcelo Alonso (55) recibió una imagen de Gabriela Mistral acotada a su faceta de poeta de rondas infantiles y maestra de escuela. Es decir, la que se presentó por años en el sistema escolar chileno. Y por eso no le tenía especial estima. “Uno se encontraba con esta profesora básica, un poco severa, que era como dulce y rimada. Entonces, muy ignorante, le agarré mono. Pero unos amigos míos me dijeron: No, no, lee la poesía y lee la prosa”, cuenta al teléfono con Culto.

Y así lo hizo. Alonso adquirió algunos ejemplares de la literatura de Mistral. Fue entonces que su impresión sobre la premio Nobel cambió. “Empecé a leer prosa, empecé a leer poesía de ella. Y es fenomenal, es de una inteligencia descomunal. Además, una mujer diaguita. Su poesía era tomada de la tierra, del paisaje, etc. Quedé encantado con ella”.

Ese redescubrimiento tardío de Mistral, fue el que le dio el empujón al actor para aceptar la invitación del director Cristián Plana. El año pasado, este lo llamó para sumarlo a su nuevo proyecto, el monólogo ¿Estás ahí, Yin?, una adaptación del cuento homónimo escrito por Cristián Geisse, que tras su estreno este sábado 11, continuará en funciones de jueves a domingo hasta el 2 de junio en el Centro GAM.

Marcelo Alonso

Se trata de un monólogo en que Marcelo Alonso interpreta a un cincuentón profesor de Vicuña quien se obsesiona con la trágica figura de Juan Miguel Godoy, “Yin Yin”, el considerado hijo adoptivo de la poeta quien se suicidó en 1943 mientras vivía en Petrópolis, Brasil. Una obra en que el protagonista poco a poco se va sumergiendo en la paranoia y es consumido por un brote de locura, en su empeño por invocar al chico y rescatarlo del infierno.

Alonso tenía un vínculo con Plana, ya que trabajaron en montajes como La señorita Julia, Yo soy el cartón que hace que la mesa no cojee, entre otras. “Él leyó el cuento y encontró que yo tenía que hacer ese rol. Entonces, me llamó y me dijo: hagámoslo, es precioso. Me lo mandó, lo leí y lo encontré increíble. Una gran manera creativa, sensible de hablar de un momento tan central en la vida de Gabriel Mistral, de algo que marcó su vida hacia adelante. Su poesía se cuestionó, imagínate, la revisión que se produce cuando su hijo de 18 años se muere en sus brazos. Es una historia preciosa, un profesor que empieza a obsesionarse con esto porque quiere de alguna forma sacar a Yin Yin del infierno en el que puede estar, aliviar a Gabriela, aliviarse él mismo”.

¿Qué le llamó la atención del texto?

El humor que tiene. Porque sí, es una cosa tremenda, pero él al entrar en este delirio, en este brote psicótico, finalmente, crea situaciones súper equivocas, súper locas y muy graciosas a ratos. Bueno, ahí hay que verla, pero es una cosa dolorosa, muy loca, disparatada y muy graciosa.

¿Y se puede trabajar algo tan terrible con esos registros tan diferentes...?

Sí, porque imagínate alguien conversando con un fantasma. Imagina esa conversación. También le hace clases, le explica cómo funciona el mundo, de dónde viene el alcohol, de dónde viene la tristeza, el amor. Habla de todo con él. Me refiero al talento de Cristián Geisse, el autor del cuento, de lograr un formato narrativo que se llenara de mucha ternura, amor y fragilidad. Habla acerca de la fragilidad de las personas, habla de la maternidad, de los que no pueden tener hijos. El protagonista no tiene hijos y de alguna forma, transforma a Yin Yin en su hijo, al encarnarse en Gabriela durante un delirio, un brote. También uno puede decir que la obra es el registro o la anatomía de un brote psicótico, cómo se llega, cómo se arma, en los lugares en que puede caer la mente.

¿Son temas que le interesan en particular?¿Hay temas que busca cuando elige una obra?

Sí, el sentido de la humanidad, la fragilidad de las personas a mí me abruma mucho. Cada vez que me dan algún personaje en el formato que sea, en cine, en la tele, en una serie, en teatro, lo que más busco es su fragilidad, la que todos tenemos. Es la única cosa que uno puede dar cuenta arriba de un escenario. Es la única cosa que todos compartimos. Realmente no compartimos el sentido de humor, de repente no compartimos las razones de nuestra rabia, pero todos compartimos la fragilidad; el no quererse tanto, el dudar de uno mismo, el sentirse solo. Todos vivimos en ese lugar y a partir de eso, yo trato de hacer todo mi trabajo. Desde chico, cuando no tenía tanta experiencia, hasta ahora, en que me he dado cuenta que realmente es el plato del que todos comemos.

Marcelo Alonso protagoniza la obra ¿Estás ahí, Yin?

¿Y no es algo que también se vio potenciado por la pandemia? con la cercanía de la muerte de forma tan presente

Yo también creo que cambió la agenda hacia allá. Uno ve la sensibilidad de las personas ante la muerte o la tragedia. Una híper-gran sensibilidad ante eso, por todo lo que ha pasado en la pandemia, los levantamientos sociales, incluso la muerte de Piñera también está muy amarrada a todo eso. Son cosas que nos hablan de la muerte, nos ponen en ese lugar. Y lo que hace esta obra es, como dice el texto así literalmente, descender al mundo de los muertos, hablar y sacarlo de ahí de alguna manera.

¿Cuál es el principal desafío a la hora de sacar adelante un monólogo como este?

La claridad. El manejo del relato con una enorme claridad para que el público siga la línea de pensamiento profunda del rol. Y en este caso, así puntual, es manejar un cierto estado de delirio, pero hay que hermanarlo y abrazarlo con la claridad. Que nadie se caiga de la micro y que todos puedan disfrutar de eso. Uno disfruta y va viendo por qué la gente habla sola, por qué uno ve a alguien de repente en calzoncillos en el Mapocho cagado la risa conversando con alguien que uno no sabe si está conversando con alguien, qué le pasa. En el fondo, la impudicia del brote, de la locura.

¿Entonces va sacando ideas desde la observación de lo cotidiano?

No me pasa antes de empezar a trabajar. Pasa que cuando empiezo a trabajar, a meterme el texto, como que mis ojos se abren y empiezo a ver la cantidad de personas en situación de calle, la cantidad de personas afuera de la botillería delirando. La obra es la historia de cómo termina alguien en situación de calle, loco. En la medida en que ya empiezo a trabajar, la mirada se va a esos lugares y uno empieza a limpiar, a hacerlo de manera más respetuosa.

Marcelo Alonso

Se tiende a decir que de repente en la locura hay alguna cuota de cordura, de verdad...

Mira, con Cristian hemos hablado mucho de la palabra brote, el brote psicótico. Cuando brota el agua desde el piso...el agua siempre estaba. Lo que pasa es que algo pasó, se quebró la corteza de la tierra y salió el agua, brotó. Entonces, uno dice el brote de la locura, la locura siempre está en uno, lo que pasa es que a veces algo hace que se quiebre y brote. Es algo que nos pertenece. Yo creo que por eso es tan atractiva para los creadores y para todos.

Con su trayectoria en teleseries, en unitarios, en cine ¿qué le da el teatro de distinto?

Un subidón de adrenalina que es hacer una función, es tremendo. Hacer esta obra frente a 500 personas sin repetir ni equivocarse, es bravo. Es una hora y cinco de texto complejo, con una dimensión física que es súper fuerte. El contacto con la gente en vivo es hermoso. Una de las cosas que más me daba miedo de la pandemia era eso, perder ese contacto en vivo. Sentir que la gente la está entendiendo, que les da pena, van contigo, se compadecen de la obra. Eso es impagable, es lo que hace que el teatro siempre siga existiendo.

De Los Colonos a Bebé Reno

Este año pudimos verlo en varias producciones audiovisuales. Estuvo en Los Colonos, por ejemplo, ¿qué le dejó esa experiencia?

Mira, siempre hay una experiencia artística, que es la maravilla de viajar. A mí me encanta viajar, filmar en Ushuaia, filmar en Buenos Aires, trabajar en un guion tan políticamente acertado que habla del genocidio Selknam a través de un formato western, es genial, es inteligentísimo. Y también está la experiencia humana, que es conocer a Felipe (Gálvez, el director), trabajar con el Alfredo (Castro), los colegas como el Benja (Westfal), los argentinos. Todos los cruces que produce la maravilla de trabajar en el cine, la experiencia artística y la humana siempre es muy bonito. Uno muchas veces se queda más con la humana que con la artística. Lo mismo con el Baby Bandito (Netflix), hacer una serie tan joven, que haya tenido nueve millones de reproducciones, sentir la excitación de que se vea un producto chileno, porque nuestra industria es precaria y es chiquitita porque somos pocos...¡y estuvo cuarta en Brasil, donde no consumen nada que no sea producto brasileño! Porque finalmente el cine, el teatro, el trabajo de los creadores es dar cuenta de cómo somos los chilenos.

¿Qué le pareció la crítica de Juan de Dios Larraín a la Academia de Cine de Chile por elegir a Los Colonos para representar a Chile en los Oscar?

No caché nada de eso. Algo supe como por ahí, pero esas cosas no tienen ni una importancia. Yo lo admiro mucho a Juan, lo quiero mucho, es un productor impresionante, Todo Fábula es Pablo y es Juan, que es una máquina, produciendo, viendo por dónde está la cosa y yo lo admiro mucho por eso. Entonces, no sé, habrá tenido ganas que su película fuera elegida. Da lo mismo. Está bien, reaccionó y ya.

Marcelo Alonso en Los Colonos

¿Ha visto Bebé Reno? la serie del momento...

¡Casi me muero! es la serie que me habría fascinado hacer en la vida ¡qué joya! porque los ingleses son carerraja para trabajar, porque los guiones son frontales, porque la idea es buenísima y ellos la hacen de una forma increíble. La protagonista tiene sobrepeso, eso se usa, y él es flaco. Me gusta todo de los ingleses, desde sus dientes sin tratamiento de ortodoncia ni blanqueamiento, son así. Esos son sus dientes. Esas caras raras, todo raro, todo como para el otro lado, me encantan. Además la historia es fabulosa, escrita, dirigida y actuada por el mismo tipo (Richard Gadd). Una joya.

Usted no hace teleseries desde Hijos del Desierto (2022), ¿tiene ganas de volver a ese formato?¿le han llegado ofertas?

Sí, siempre me dan ganas. Las teleseries son un formato que me gusta mucho. Me encanta porque es popular, uno se mete en las casas de las personas. Por supuesto, ojalá, hacer la mejor historia posible, que deje algo, que un niño que la vea. En el caso de Hijos del Desierto, que se ambientaba en 1930 y tantos ¿cómo voy a hablar? ¿cuáles eran los temas? ¿cuál era el lugar que ocupaba el amor? todas esas cosas para que la gente se entretenga, es muy bonito también. Tenemos grandes actores que hacen tele y la gente se mata de la risa o se emociona hasta las lágrimas. Hacer que alguien se emocione es lo que deja el oficio siempre, esa es la función política del trabajo; si a mí pasara lo del personaje, ¿qué haría yo? En el caso de esta obra: si a mí se me muriera un hijo de esa forma ¿qué haría yo? ¿qué me pasaría? “ay, no, que nunca me pase”, podría reflexionar el público. Yo creo que me volvería loco, igual que el protagonista.

En otros temas, en el último tiempo varios actores han manifestado su desilusión con el manejo cultural del gobierno del presidente Boric, de hecho esta semana se sumó María Elena Duvauchelle. Le quedan dos años, pero ¿qué piensa usted?

Lo único que yo puedo decir hoy, lo único que realmente quiero decir es que esperamos con los brazos abiertos los dos años que vienen. Nunca es tarde. Vamos que se puede, podemos abrir la cultura a todas las personas. Sobre todo dar acceso, más que producir más, por supuesto también, pero lo importante es que la gente tenga acceso y se interese por la cultura.

Hace algún tiempo se dio a conocer la denuncia contra el actor Cristián Campos por parte de Raffaella Di Girólamo ¿cómo ha visto usted esa situación desde el mundo actoral?

Mira, es un tema delicado porque son personas que yo quiero tanto. Imagínate, yo he trabajado con la Claudia (Di Girólamo) y admiro profundamente a Cristián, hemos trabajado mucho en teatro. A la María José (Prieto), su mujer, la he dirigido. Ella también es hermana de la exmujer de mi mejor amigo. Son personas que están tan cerca, que es difícil opinar acerca de cosas tan complejas. No voy a dar una respuesta como políticamente correcta, del tipo de “ese tema no hablo”. De verdad, es un tema que yo no hablo con nadie, porque dar una opinión de algo tan complejo, después de todo lo que hemos pasado, de las funas, después de lo de Johnny Depp, después de todo lo que hemos visto, yo creo que lo que uno debe hacer es mirar, querer a la gente que uno quiere y esperar a la justicia. Y los comentarios uno se los deja para uno. Toda esa chimuchina de que “a mí tinca”, no. Deja que la justicia haga su trabajo, porque si hay algo, va a ocurrir, y si no hay algo, no va a ocurrir, punto. Hay que ser respetuoso, dar una opinión es superfácil, pero hacerte cargo la opinión, no.

¿Estás ahí, Yin?, se puede ver en el Centro GAM (Alameda 227),hasta el 2 de junio. Funciones de jueves a sábado a las 20.30 horas y los domingos a las 18.30. Entradas en boleterías del centro o en el sitio web https://gam.ticketplus.cl/

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