Eran 17 grandes camiones semirremolque, que cargaban equipo, instrumentos y un ingente equipo de 51 personas, los que arribaron a Montreal, la bella ciudad canadiense en la provincia de Quebec. Era noviembre de 1981, y Queen, por entonces la banda más grande del mundo, llegaba a la ciudad para ofrecer un concierto de gran magnitud, como los que acostumbraban. Pero increíblemente, a Freddie Mercury, Brian May, John Deacon y Roger Taylor, la idea no les entusiasmaba en absoluto.
El grupo llevaba casi un año y medio en la carretera con su gira The Game Tour, para promocionar su exitoso álbum The Game (en el que están canciones como Play the game, Save Me, Another One Bites The Dust, Dragon Attack, entre otros). Habían arrancado en junio de 1980, con los tramos de Canadá y Estados Unidos, para luego seguir a Europa y hacia el invierno boreal del 81′ volar a Japón para hacer 5 fechas en al mítico Budokan. Luego, casi de inmediato, viajaron por primera vez a Sudamérica para tocar en sus históricos 4 shows en Argentina, 2 en São Paulo e incluso tres en Caracas, Venezuela. Tras una pausa, volvieron a los conciertos en México.
A esa altura, el último tercio del 81′, ya estaban agotados. “Habíamos hecho muchísimas giras en ese momento, y era hora de tomar un descanso”, contó el guitarrista Brian May durante una rueda de prensa en Londres hace un tiempo. Fue entonces que se encontraron con que debían cumplir con dos shows en el Foro de Montreal, agendados para el 24 y 25 de noviembre. Y no solo eso, además estos serían grabados para hacer una película del concierto. “Desafortunadamente, nuestro mánager, el ilustre Jim Beach, había llegado a un acuerdo por el cual tocaríamos en Montreal. Eso fue difícil para nosotros”.
Según May, cuando Beach les comentó la idea, no se lo tomaron bien. “Ya estábamos un poco de mal humor por eso, no sólo porque físicamente necesitábamos un descanso, sino también porque hay que reponer fuerzas. Terminaste una gira, tienes a todo tu equipo y todos se fueron a diferentes lugares y, de repente, para estos dos shows tienes que volver a unir todo. Todo el mundo estaba un poco enfadado e hinchado: ‘¿Por qué estamos haciendo esto?’”.
Convenciendo a Freddie Mercury
La verdad, es que a Jim Beach la idea de filmar los shows se la vendió Saul Swimmer, un productor estadounidense que estuvo a cargo de dirigir The Concert for Bangladesh, acaso el primer gran show benéfico de la historia, además de haber participado en la producción de la película Let it Be. Por ello, acumulaba kilometraje cruzando al cine con el rock. Era la época de las bandas de estadios y se estaba probando una nueva tecnología, el formato doble anamórfico de 35 mm, que permitía proyectar la imagen a gran escala. El formato IMAX ya se estaba usando en algunos teatros y la idea era llevar la película en enormes pantallas móviles al aire libre.
“Era una pantalla que se podía colocar al aire libre en algún lugar para hacer estos grandes conciertos en los que no estábamos allí pero la gente aún tendría una experiencia Queen”, detalla May. “Y todo se podría manejar, Saul Swimmer llamó a la visión de sus sueños ‘MobileVision’. ¿Qué podría salir mal?”.
Aún así, el siempre complejo Freddie Mercury tenía reparos. Tecnología más o menos, no estaba de ánimo para hacer dos conciertos, simplemente se sentía agotado y nada más deseaba pasar el tiempo con los suyos y sus gatos. Entonces Swimmer debió extremar sus recursos; aprovechó un viaje a Washingotn DC para llevar a Mercury al Smithsonian. Ahí le mostró una pantalla IMAX de tres pisos, y le sugirió que se imaginara a sí mismo proyectado ahí. Tocado en lo más profundo de su alma de estrella, acabó por convencerlo.
También hubo otros aspectos más mundanos. Según May, el hecho de que los conciertos se agendaran en Montreal fue clave para acabar por aceptarlos. “Es una de nuestras ciudades favoritas, allí hay un gran público, muy lleno de energía”, dice Brian May. “Habíamos tocado en este lugar en particular, The Forum, varias veces antes, y siempre estaba lleno de gente realmente entusiasta que nos devolvía mucha energía”.
Pero montar el show no fue fácil. No solo porque hubo que volver a reunir a todo el equipo de gira, coordinar además a todo el personal a cargo de la grabación y preparar el rodaje. Swimmer le pidió a los músicos que vistieran la misma ropa en los dos días, cosa de poder seleccionar el mejor material y tener continuidad. Aquella idea no le gustó nada a Freddie Mercury. No había movido su guardarropa de gira para nada y estaba decidido a usarlo.
“Freddie se vuelve completamente loco y dice: ‘No estoy limitado en mi guardarropa. ¡Me pondré lo me dé la maldita gana!’”, recuerda May. “Se convierte en una gran pelea. Jim Beach entró y trató de hacer las paces: ‘Mira, Freddie...’ Y a Jim le prohíben entrar detrás del escenario. Bendito sea, le pido disculpas por eso ahora”.
Toda la tensión acumulada le dio al grupo una particular garra. Así se notó cuando arrancaron con una poderosa versión más acelerada de We will Rock You, seguida de Let me Entertain You y hasta la beatlera Play the Game les salió algo más afilada de que costumbre. “Estamos muy, muy entusiasmados, algunos de los tempos son realmente rápidos, hay muchas interpretaciones realmente incisivas y enojadas. Creo que puedes verlo en Freddie”, dice May.
El registro del show tuvo 25 canciones, en que recogió momentos memorables, como la conmovedora interpretación de Love of my life, solo por Mercury y May con la guitarra acústica, en que el público se suma como un masivo karaoke; la cruda versión de Somebody to Love, que funcionó aún sin las capas de arreglos de estudio y se asentó en la poderosa interpretación de Mercury, quien, con su clásica sudadera de Superman, dejó en claro que era un frontman de otra órbita. Y por cierto, esa fue la primera vez que tocaron Under Pressure en vivo, aunque sin la presencia de David Bowie.
Esa noche solo bastó con Mercury, May, Taylor y Deacon en escena, nada más (y fue la última vez, porque desde 1982 en adelante sumarían un músico de apoyo para teclados). Rock crudo y directo, al viejo estilo, antes de que el rock de estadios se hiciera todavía más grandilocuente.
Finalmente, la idea del MobileVision de Simon Swimmer nunca se realizó. Por ello el registro del show fue lanzado en VHS y Betamax en 1982 con el nombre We Will Rock You. Y aunque se veía bien, en el traspaso a cinta de video quedó con evidentes errores de sincronización. A la banda no le gustó el resultado, pero como la productora de Swimmer se quedó con los derechos, no pudieron hacer mucho.
“Durante la mayor parte de nuestra carrera, fue una espina clavada en nuestro costado”, dice May. “Fue algo que nunca estuvo bien. Estaba mal mezclado, un sonido horrible y seco, sin público, por lo que no se captaba la atmósfera. Estaba mal editado, mal armado y la sincronización original se hizo a ojo, por lo que cada vez que hacían una edición la sincronización se movía. Así que siempre fue algo que nos avergonzó”.
La deuda se corrigió con la nueva restauración de la película, retitulada como Queen Rock Montreal, y que se estrenó en formato Imax, acaso cumpliendo con el plan original. El resultado es notable, con una imagen de colores vividos y una sorprendente nitidez, pese a los fuera de focos originales. El sonido es también de alta factura, con cada instrumento bien separado y equilibrado; el bajo cargado de John Deacon, muy engarzado con la batería de Taylor, a quien se le escuchan los parches en todo espesor, además de la guitarra balanceada a los medios y agudos de May.
La película pasó durante enero pasado por los cines chilenos y desde este 15 de mayo está disponible en sonido IMAX Enhanced en la plataforma Disney+. Además ya está disponible en Blu-Ray doble 4K Ultra High Definición, además de doble CD y triple vinilo.