Malqueridas: el testimonio de la protagonista del filme chileno sobre madres en la cárcel

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Malqueridas: el testimonio de la protagonista del filme chileno sobre madres en la cárcel. Foto: Mario Téllez/La Tercera

En 2017, cuando cumplía sus primeros años de condena en prisión, Karina Sánchez conoció a la directora Tana Gilbert durante un taller. Le llamó la atención participar en el proyecto que preparaba, un documental sobre cómo viven la maternidad las mujeres privadas de libertad. Con el paso del tiempo se convirtió en la narradora y coguionista de la cinta premiada en el Festival de Venecia. A propósito del estreno de la película en salas del país, aquí comparte su historia.


Varios años antes de que el documental chileno Malqueridas ganara tres premios en la Semana de la Crítica del Festival de Venecia 2023, y que el filme incluso inspirara una feria sobre la reinserción social y laboral de personas que estuvieron en la cárcel (este sábado y domingo en el Centro Cultural La Moneda), la directora Tana Gilbert tuvo su primer encuentro con Karina Sánchez (foto principal) en 2017.

Recluida en el Centro Penitenciario Femenino de Santiago desde 2015, escuchó con atención la idea de la realizadora durante un taller de derecho penitenciario: construir –a largo plazo– un proyecto cinematográfico a partir de sus conversaciones con mujeres privadas de libertad que fueran madres y estuvieran dispuestas a compartir sus testimonios y, eventualmente, las imágenes tomadas por ellas mismas con celulares. Le interesó participar, aunque tuvo que superar algunas dudas.

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Fotograma de Malqueridas.

Como uno está en la cárcel, es difícil que una persona de afuera se comprometa. Al principio yo dije: que dure lo que tenga que durar, lo voy a disfrutar. Igual era una persona que iba a venir a darte aire, que no era tu familia, y a la que le ibas a poder contar algo de tu experiencia. Así me fui entusiasmando”, cuenta Sánchez, quien hoy tiene 37 años y cumplió su condena hace tres. “Empezamos a conversar por WhatsApp, le empecé a mandar imágenes y la contacté con otras amistades. Ella también me empezó a ir a ver y a visitar a mi familia”, recuerda en entrevista con Culto.

Gilbert detalla ese primer encuentro: “Desde el momento en que conocí a la Karina me cautivó, no solamente por su historia y lo que había vivido antes de la cárcel, sino también por cómo llevaba su propia historia dentro de la cárcel. Sentí en ella una fuerza interna muy intensa y también una mirada crítica a la realidad que estaba viviendo. La sentí muy consciente y lúcida respecto a las problemáticas que la habían llevado a delinquir, y también respecto a cómo establecer una relación con sus hijos a la distancia”.

La cineasta destaca otra singularidad que la distinguía: era una de las pocas mujeres que conocieron durante la investigación que mantenía un vínculo permanente con sus hijos, quienes tenían tres y 13 años cuando fue condenada. “Que nos haya abierto las puertas no sólo de ella y su experiencia, sino que también de su familia durante las visitas, fue clave para poder entender mejor la película y sobre todo para poder entender la importancia de la vida a futuro”, asegura.

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Karina Sánchez. Foto: Mario Téllez/La Tercera

Malqueridas, que acaba de llegar a las salas del país, se compone de material registrado clandestinamente por sus protagonistas, imágenes que “estaban en riesgo de ser requisadas o perdidas”, según indica el largometraje en su inicio a través de textos. Esos videos y fotografías –siempre en formato vertical– corresponden a videollamadas con sus hijos, a diferentes instantes de complicidad entre las reclusas, y a episodios que a veces son duros y a veces resultan entrañables. Si bien una sola voz conduce el relato de 74 minutos, fue concebida como una historia colectiva.

Según lo que observó durante sus años en prisión, todas las mujeres que son madres poseen un celular. “Yo creo que no hay mamá que no se movilice por un teléfono”, sostiene. “Es la necesidad de comunicarse con la persona que está afuera, la necesidad de saber cómo está la pequeña familia que dejaste”.

Distintas formas de maternidad

El documental de Tana Gilbert indaga en la maternidad a través de la relación de mujeres con sus hijos, pero también a través de los vínculos que se generan entre internas. En esa exploración aparece la figura de “mamá canera”, un término que alude a una mujer que brinda cobijo a otras menores en edad. Karina Sánchez vivió eso tras ser condenada por tráfico de drogas en 2015, “en una época muy oscura de mi vida, de mucha pobreza”.

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Fotograma de Malqueridas.

“Llegué como una persona común y corriente, sin familia dentro de la cárcel, y con los meses conocí a la Peluca, que es mi mamá canera. Ella era más adulta que yo y me daba mucha contención. Yo sufría de pesadillas estando allá, no podía dormir, me daban crisis de pánico. Cuando la Peluca me empezó a tratar como hija, generé un vínculo especial con ella. Si estábamos contentas, celebrábamos juntas. Si tenía pena, la abrazaba. Ayer nos juntamos a tomarnos un café, todavía le digo mamá”, señala. Y agrega: “Yo sin quererlo también me convertí en una mamá canera”.

Ella reconoce que su red de apoyo era más sólida que la de otras compañeras. Tenía a su madre, a su padrastro, a sus sobrinas, a sus tíos paternos y a su hermana, quien se preocupó de que sus hijos fueran a visitarla frecuentemente. Muchas veces eran tantos que superaban el número de visitas permitidas. Mientras recuerda esos momentos, dice ser consciente de su caso no es la norma.

“El lazo con ellos siempre estuvo, siempre tuvieron la instancia para poder contarme las cosas, aunque les hacía falta. Pero hay mujeres que están ahí cinco, ocho o diez años, que no tienen quién les lleve a sus hijos. Nadie se hace cargo de eso”.

Durante ese tiempo se volvió cada más cercana a la directora, llegando a un punto en que las conversaciones personales y las charlas sobre el filme convergían en lo mismo. Hoy ambas se consideran amigas. “Ella hizo por mí lo que muchas amistades no hicieron”, afirma Sánchez.

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Karina Sánchez. Foto: Mario Téllez/La Tercera

A medida que el proyecto avanzó, Gilbert se convenció de que era necesaria la presencia de una narradora, una voz que aglutinara en un solo personaje las experiencias de las mujeres que participaron a través de sus testimonios e imágenes, con el fin de que establecer “una relación más íntima con los espectadores”. De inmediato pensó en que esa voz la hiciera Karina Sánchez. “Fue y siempre va a ser una gran representante para la película”, plantea.

Ella aceptó la propuesta y, conforme esa labor progresó, cree que pudo “darle un poquito de realidad al texto con mi experiencia”. “Yo era materia dispuesta. Quise participar y mostrar lo que hacían las mujeres. Que no todas las mujeres éramos violentas o personas que no podíamos comunicarnos. Quería mostrar que muchas estudiaban, se habían ganado becas y hacían talleres”, explica. “Hay muchas mujeres que son muy inteligentes, que logran muchas cosas. Quería que se mostrara que había muchas que habían luchado por sus hijos”.

Sánchez además se convirtió en una de las guionistas del documental –junto a Paola Castillo, Javiera Velozo y Gilbert– e incluso viajó al Festival de Venecia al estreno mundial de la cinta. Fuera de la buena acogida del largometraje, tuvo que retomar los desafíos diarios de su vida. El principal, admite, es la reinserción laboral.

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Fotograma de Malqueridas.

“Yo pagué por lo que hice. Nueve años después no puedo seguir con el estigma de que soy una persona que estuvo en la cárcel y no puede encontrar trabajo o que la echen porque no se habían dado cuenta que tenía antecedentes. Si, por ejemplo, un carabinero me detuviera para hacerme un control de identidad y anduviera en auto, él me va a bajar y me va a revisar todo, sólo porque tengo antecedentes. Eso es discriminación. La sociedad me sigue condenando. No es sólo la condena de ocho años y la multa que me dio el juez”.

Aunque ya ha visto Malqueridas cinco veces –incluyendo una proyección en la avant premiere–, tiene el plan de ir al cine con sus familiares este fin de semana. Le gustaría que también tuvieran acceso sus amigas que aún están en prisión. “Que todas vieran que se hizo algo bonito y se hizo visible lo que ellas están pasando”.

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