Fue casi una jugarreta de adolescentes. La primera vez que los Beach Boys ensayaron juntos como banda, con sus melodías delicadas y hermosas, ocurrió cuando los padres de los hermanos Brian, Dennis y Carl Wilson, viajaron por negocios a México durante un fin de semana en septiembre de 1961. Les dejaron US$200 para los gastos de alimentación. Pero ellos tenían otros planes.
Junto a su primo, Mike Love, y su amigo de escuela, Al Jardine, los Wilson gastaron el dinero y decidieron arrendar instrumentos. Y así, en el garage de la casa familiar registraron una grabación casera para su primera canción, Surfin’. “Mi papá se enojó cuando regresaron y se dieron cuenta de lo que habíamos hecho. Me empujó contra la pared. Pero cuando escuchó a lo que habíamos llegado con la canción, se tranquilizó”, recordó Brian en su autobiografía Yo soy Brian Wilson y tú no (Malpaso, 2019).
Tras algunas gestiones de Murry, el padre de los Wilson, se logró que la incipiente banda grabara su canción en un estudio profesional. Lo que vino no se lo esperaban, el tema rápidamente se volvió un éxito local en la soleada california y les dio el aventón decisivo para iniciar una carrera musical que se extendió por décadas y resuena hasta hoy.
De alguna forma la historia de los Beach Boys está cruzada desde el arranque por el vínculo familiar. Los hermanos Wilson y Mike Love gastaban las horas escuchando discos para replicar las trabajadas armonías vocales de los conjuntos doo wop como The Four Freshman o los Everly Brothers. “La música fue una gran parte de mi crecimiento. El pasatiempo familiar era reunirse y cantar armonías”, recordó Mike, el cantante solista del grupo, en una entrevista de 2017. ”Entonces lo que pasó es que este pasatiempo familiar se convirtió en una profesión duradera”.
Jóvenes y henchidos de entusiasmo, el grupo se articuló rápido sobre tres ejes: el talento de Brian Wilson para componer las canciones y arreglos; la mentalidad ganadora de Mike Love, quien además de frontman en el escenario, escribía las letras sobre surf, playas, autos y chicas; la habilidad de Murry, el padre de los Wilson, quien gestionaba los contratos y buscaba las mejores oportunidades para sus chicos. Aunque los conducía con puño de hierro.
Hijo a su vez de un padre alcohólico, Murry era exigente y no trepidaba en golpear a sus críos para hacer sentir su autoridad e imponer sus ideas, aunque fueran erradas. “Cuando era apenas un adolescente, mi papá me daba miedo. Me gritaba todo el tiempo y me ponía nervioso. No era sólo un tipo duro, sino también áspero. Lo era con todos nosotros, conmigo y con mis hermanos: nos tomaba de los brazos y nos empujaba y nos pegaba a veces con mano abierta y a veces con mano cerrada”, recuerda Brian en sus memorias. Aunque con los años, él mismo ha reconocido que su padre fue el gran impulsor de su gusto por la música.
“[Era] muy abusivo, brusco, aterrador, intimidante y negativo”, escribió Mike Love. “Cosas como, ‘Ustedes no saben lo que están haciendo’. Ese tipo de comentarios. Muy poco solidario. Sin embargo, era un aspirante a compositor y sabía que las canciones tenían valor. Ni siquiera sabía qué era la publicación cuando empezamos. No tenía experiencia en el mundo del espectáculo”.
Ya hacia 1964, el grupo comenzó una escalada a la fama, gracias a sencillos como Fun, Fun, Fun y I get around, lo que les permitió hacerse de un nombre en Estados Unidos y así salir de gira fuera del país. Pero algo los remeció. Estaban en Nueva Zelanda cuando se enteraron de la aparición de los ingleses The Beatles en el programa de Ed Sullivan Show, el más popular de su tiempo. Nacía el fenómeno de la Beatlemanía y los Beach Boys fueron remecidos; no podían quedarse atrás.
De inmediato surgieron las comparaciones. Los de Liverpool eran un grupo de músicos de rock, fogueados en bares, mientras que el fuerte de los Beach Boys eran sus pulidas armonías vocales. “Se dijo que éramos el siguiente mejor grupo después de ellos. Incluso que éramos mejores, que nuestras canciones eran más interesantes o sofisticadas o que creaban más energía positiva”, recuerda Brian en sus memorias. “Era difícil llegar más lejos a causa de los Beatles. Estuvieron en el show de Ed Sullivan en febrero de 1964, y en abril ya ocupaban los cinco primeros lugares del Billboard”.
Desde entonces flotó una suerte de competencia. Brian, que siempre estaba al corriente de las novedades discográficas, reconoció que escuchaba el material facturado por Lennon y McCartney. “Intercambiamos mensajes trasatlánticos. Ellos hacían algo, yo lo escuchaba y quería hacer algo igualmente bueno”. Pasó cuando llegó a sus manos una copia del excelente Rubber Soul (1965), “es probablemente el mejor disco de la historia. Me mandó directo al piano”.
Consumidos por la ambición y las drogas
Pero la presión de la industria, la sombra amenazante de los de Liverpool y la presencia atosigante de las fans durante los shows, fueron un tormento para Brian. “Éramos una banda familiar en todo sentido, pero ese año nos volvimos grandes y las cosas cambiaron. Me dio miedo. Tomamos velocidad muy rápido”, recuerda en su libro. Todo acabó por hacer crisis durante un vuelo a Houston en 1964. El músico sufrió una crisis de pánico que lo llevó a tomar la decisión de abandonar las giras, quedarse en casa y dedicarse solo a componer la música.
El movimiento hizo que el material de los Beach Boys se hiciera más sofisticado, a tono con lo que comenzaba a suceder en la industria. Discos como el legendario Pet Sounds (1966), le dieron a Wilson una labrada reputación como productor y arreglador, pero no consiguieron el mismo impacto comercial de antaño. Peor aún, Capitol, el sello que los trabajaba, decidió que ese giro musical no era rentable. Así se empeñó en lanzar un compilado de hits e insistir en su imagen de banda alegre y de camisas rayadas, cuando el mundo comenzaba a girar más aprisa entre Vietnam, los movimientos de los derechos civiles y la psicodelia.
Toda la exigencia hizo colapsar a Brian. Desde su juventud aseguraba escuchar voces en su cabeza y la suma de dificultades lo llevó a un punto crítico. “La presión comenzó a acumularse de nuevo y volví a sentir pérdidas de conciencia. Las voces en mi cabeza aparecían con mayor frecuencia. Intentaba componer música increíble y el grupo ensayaba todo el tiempo y yo no podía soportar la presión”, escribe en sus memorias.
Con todo, la música que componía tras semanas de trabajo era aún más compleja y de letras más abstractas. Pero el choque con sus hermanos, a quienes no les satisfacía el resultado, fue decisivo para abandonar la grabación de un álbum, Smile (1967), que durante largos años fue algo así como el inédito más famoso de la historia del rock. La ambición musical había resultado demasiado radical.
Jalonado por la tensión, Brian intentó un escape a través de las drogas. “No eran algo que me gustara por sí solas. Eran formas de afrontar el hecho de que mi cabeza no estaba bien. Pero no resolvieron nada”, escribió. Él se había iniciado en la marihuana en 1964, pero hacia fines de los sesenta su consumo se volvió crítico. A la hierba le sumo la cocaína, el LSD y las pastillas tranquilizantes. Todo para al menos funcionar durante el día. Ello lo volvió paranoico e irritable. Al menos, se decía el resto del grupo, aún podía componer.
Pero los sesenta se habían acelerado y les estaban pasando por el lado. Eventos como el Festival de Monterey, Woodstock, la aparición de nuevas figuras como Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jefferson Airplane y muchos otros, denotaban un cambio cultural. Enredados y confundidos, probaron con la meditación e incluso, Dennis, el hermano del medio, escribió canciones junto a una suerte de gurú californiano y aspirante a compositor, que luego se haría tristemente célebre, Charles Manson (de hecho, los Beach Boys lanzaron en 1969 una canción de Manson como lado B, Never learn not to love).
Los años más duros de los Beach Boys
Los setenta fueron una época difícil para los Beach Boys. El optimismo del sueño americano se había esfumado y el rock comenzó a discurrir hacia otros rincones musicales. Mientras, golpeado por sus problemas mentales, la decepción con su padre (quien vendió el catálogo del grupo sin avisarles) y el consumo de drogas, Brian comenzó a quedarse por largos días en cama. Se negaba a acudir al estudio. La música ya no lo conmovía. “Los tiempos de tener todo bajo control y sentirme seguro en el estudio habían quedado atrás y no sabía lo que depararía el futuro. No sabía cómo recuperar el control y la confianza”, recuerda.
Eso permitió que los otros hermanos tomaran más protagonismo. Carl asumió la producción musical y Dennis sorprendió a todos al florecer como un dotado compositor, pero la popularidad del grupo ya no era la misma. Cuando el álbum Sunflower (1970) salió a las tiendas, apenas llegó hasta el lugar 151 de las listas en EE.UU. Solo duró cuatro semanas en venta. Fue su mayor fracaso comercial hasta ese momento y un duro golpetazo de realidad. La nueva década les estaba dando la espalda. En tanto, Brian seguía inmerso en un estado crítico, se encerró en su mansión de Bel Air y se aisló de todo. “Mi cuerpo estaba lleno de drogas y de alcohol, mi cerebro lleno de malas ideas. Las malas ideas provenían en parte de las drogas y del alcohol y a su vez provocaban que los consumiera”.
Los años venideros fueron de inestabilidad. El conjunto trató de reinventarse, sumó nuevos integrantes y tuvo un relumbrón de popularidad con la edición de un disco compilatorio Endless Summer (1974), que en un ejercicio de nostalgia retro los puso en la órbita de una nueva audiencia. Brian poco a poco se fue recuperando, se concentraron en las actuaciones en vivo y poco a poco se animaban a volver a grabar. Pero nada fue fácil.
Desde entonces la historia tuvo varias idas y venidas. Dennis y Carl apostaron por sus carreras en solitario, además de vivir sus propios infiernos personales con el alcohol y las drogas, de hecho eso le costó al vida al primero en 1983. Por su lado, Mike Love presentó una demanda para recuperar los derechos de autor que Murry, el padre de los Wilson, no le acreditó al vender el catálogo de la banda y con eso, se tuvo que enfrentar a Brian. A su vez, este se vio sometido por el control de su psiquiatra, el doctor Eugene Landy, quien llegó a manejar cada aspecto de su vida y no escatimaba en cobrar un dineral por sus servicios. Solo con los años, se logró escapar de esa situación.
Los Beach Boys se reencontraron entre los noventa y los 2000, entre giras de reunión y lanzamientos esporádicos. Pero la distancia se ha mantenido. Hace pocas semanas, Brian Wilson quedó bajo tutela de sus representantes, algo así como le ocurrió a Britney Spears durante años. El músico además debió soportar la reciente muerte de su segunda esposa, Melinda, y fue diagnosticado de demencia, acaso como corolario de sus años más difíciles. Su aparición pública más reciente y la primera tras conocerse el diagnóstico de demencia, fue en abril de este año, en que se le vio arribar en silla de ruedas a un partido de Los Angeles Lakers.
Pero la leyenda del grupo, a tono con lo que ha pasado con otros grandes nombres del pasado como Queen y The Beatles, también llegará al streaming; la película documental The Beach Boys estará disponible desde el 24 de mayo en Disney+ y contará la historia de la banda con testimonios de sus protagonistas, Brian, Mike Love, Al Jardine y material de archivo de Carl y Dennis. Un registro emotivo que recorre momentos de gloria, tensiones y aquilata su búsqueda eterna como una banda familiar unida por la pasión por la música.