El aterrador vínculo entre los Beach Boys y Charles Manson: locura, orgías sexuales y rock and roll
A fines de los sesenta, cuando el grupo de los hermanos Wilson pasaba por el peor momento de su carrera, se cruzaron con un misterioso "gurú", Charles Manson. Ahí comenzó un vínculo que es retratado en el nuevo documental sobre los Beach Boys disponible en la plataforma Disney+. Increíblemente, Manson se instaló en la mansión de Dennis Wilson, comenzó a escribir canciones con él e incluso uno de sus temas acabó en un single del grupo. Pero una traición lo terminó todo y fue clave para el crimen contra Sharon Tate poco después. Esta es la historia.
A ojos del presente, parecía una alianza imposible. De un lado, los Beach Boys, el impoluto grupo pop de armonías vocales perfectas que representó el sueño de la América feliz; del otro, Charles Manson, un criminal que acumulaba robos, estadías en prisión y se había transformado en una suerte de gurú con su propia secta, la “Familia” Manson. Así puestos, la luz abrazó la oscuridad en un episodio tan siniestro como improbable.
Los sesenta se acababan y los Beach Boys estaban pasando por la peor racha de su carrera. El éxito del single Good Vibrations (1966) había permitido capear por un tiempo la fuerte crisis interna que había detonado la caída de su motor creativo, Brian Wilson. Con su líder menoscabado, consumido por sus demonios y la adicción a la cocaína (y a los helados), fueron sus hermanos Carl y Dennis los que comenzaron a hacerse cargo de empujar al grupo. Como el primero solía acompañar a Brian en el estudio, asumió como productor, mientras que el segundo, comenzó a mostrar su capacidad para escribir canciones.
Pero los años finales de los sesenta mostraban un giro musical; el optimismo de los hippies comenzaba a apagarse entre las muertes de Brian Jones y Janis Joplin, además de marcar el surgimiento de bandas con un sonido mucho más distorsionado y directo, como Led Zeppelin, King Crimson, Jefferson Airplane, Traffic y hasta la eficiente nostalgia con olor a carretera y tabaco de Creedence Clearwater Revival.
Por ello, entre 1968 y 1969, el grupo de los hermanos Wilson fue eclipsado ante la arremetida de nuevas figuras y el escaso interés que despertaba la música que componían por entonces. El álbum Friends, apenas llegó hasta el nº 126 en las listas de Billboard y el siguiente, 20/20, le fue algo mejor escalando con esfuerzo al puesto 68, pero de todas formas, muy lejos de sus días de gloria.
“El único éxito de 20/20, sin embargo, fue Do it again, un reconocimiento expreso de la nostalgia, la consumación de que los tiempos no eran dados a otra cosa. Ya que nadie parecía considerar a Los Beach Boys capaces de algo más que recrear un pasado demodé, el grupo afirmaba que explotaría los recuerdos, las evocaciones, por siempre jamás. Era tan condenadamente melancólica como un epitafio”, apunta José Ángel González Balsa en su libro Bendita locura, la tormentosa epopeya de Brian Wilson y los Beach Boys (Milenio, 2006). De esta época también son temas como I can hear music, un tema de Phil Spector que Carl produjo casi emulando el estilo ampuloso y lleno de arreglos de Brian. Es decir, mirando al pasado. Lo único que les quedaba por hacer.
Uno de los Beach Boys le abre la puerta a Charles Manson
Si el dulce y amable Carl se ocupaba de la producción musical, Dennis cultivó su perfil más desatado. Alto y atlético, era el deportista del grupo, el único que de verdad sabía surfear y podía con toda propiedad aspirar a ser un ícono sexual. Comenzó a vincularse con la movida del Sunset Strip y le atraía más pasar el tiempo en la playa que encerrado en el estudio. Parecía como un atormentado personaje de Busco mi destino, la icónica película de Dennis Hopper que a bordo de motocicleta llevó la contracultura a Hollywood en 1969.
Pero además, era inquieto. Como los Beatles, se había interesado en la meditación y las enseñanzas del Maharishi Mahesh Yogi, a modo de guía para sobrellevar aquellos años aciagos. Así, alternaba la vida de un músico playboy, con el de un tipo interesado en los asuntos metafísicos. Como si en algún lugar estuviera la respuesta a la crisis existencial que golpeaba a la banda.
“Era un salvaje -lo recuerda Mike Love en un pasaje del recién estrenado documental de Disney+ dedicado a los Beach Boys-. Pero fue bastante interesante que gracias a él nos interesara la meditación. Si estaba ebrio, igual quería meditar”.
Pero en ese momento, Dennis, al igual que sus hermanos, estaba vulnerable. Y el salvaje Charles Manson lo quiso aprovechar a su modo. “Una tarde, Dennis recogió a dos mochileras en Sunset Boulevard y las llevó a su casa -recuerda Mike Love en el documental-. Les dijo que tenía un gurú, que era el Maharishi quien nos había enseñado a meditar y dijeron: nosotras tenemos uno, se llama Charlie Manson”.
“Solo lo vi una vez -apunta Mike Love en el mismo documental-. Y fue suficiente para mí”.
Esa tarde, Dennis se había llevado a las chicas con la excusa de que fueran a admirar sus discos de oro. “Eran guapas y de aspecto inocente, justo como le gustaban al crónico playboy Dennis. Se llamaban Patricia Katie Krenwinkle y Ella Jo Bailey”, apunta José Ángel González en su libro. Horas más tarde, salió de juerga y cuando volvió, se topó de frente con Charlie. En principio se asustó, pero este se lo ganó cuando se arrodilló ante él y le besó los pies. De inmediato, Manson lo invitó a su casa. Ahí vio a las dos chicas que había recogido en la carretera.
“Dennis comprobó que su casa estaba ocupada por quince chicas, algunas con los pechos descubiertos, todas bastante ciegas por la hierba que fumaban y el alcohol que habían encontrado en las siempre bien repletas despensas. Escuchaban y bailaban canciones de Los Beatles. Viajaban con Manson en un viejo autobús escolar pintado de negro e identificado con un rótulo dibujado a mano en caracteres turgentes: Hollywood Productions”, añade el mismo autor.
Las chicas introdujeron formalmente a Dennis con Charlie y el resto de “la familia”. Así lo detalla González Balsa: “De acuerdo con la Familia Manson, como ellos mismos solían presentarse, Charlie era algo más que un líder: componía canciones, tenía poder y estaba preparado para actuar como paladín en el apocalipsis racial que estaba a punto de estallar entre blancos, por un lado, y ‘negros, amarillos e indios’ por el otro”.
Así comenzó un vínculo. “Durante los próximos meses, la Familia Manson se estableció permanentemente en la mansión de Dennis, que nunca puso peros a la compañía. Al contrario: sufragó el vestuario y la alimentación, tanto la tradicional como la química, de aquella tropa de desarrapados. Les dejaba el Rolls o el Ferrari para que bajasen a la ciudad a excarvar entre las sobras de los cubos de basura en busca de comida, una actividad que Charlie promovía para ‘aprovechar el desperdicio capitalista’” ¿que Charlie tuviera antecedentes penales por robos de autos, fraudes y explotación sexual? poco importaba.
Y por cierto, Manson proveía a Dennis de compañeras sexuales, tomadas la “Familia” y palabrería barata. “El priapismo proverbial de Dennis lo enganchó a las orgías colectivas que dirigía Manson como si se tratase de una coreografía. Proponía parejas, posturas y actitudes y los demás obedecían. Nadie se atrevía a llevar la contraria”, apunta José Ángel González.
La venganza de Charles Manson
Pero Charlie tenía un deseo, ser una estrella de rock como lo era Dennis (en decadencia, pero lo era). “Manson era aspirante a compositor -apunta Mike Love en el documental-. Así que Dennis y Charlie empezaron a escribir juntos”.
Además de escribir canciones de dudosa calidad, pronto Charlie le pidió a Dennis mover sus contactos en la industria para grabar un disco “entre ellos el agente y promotor Rudi Altobelli, un millonario que vivía en la casa de invitados de su gigantesca propiedad de Beverly Hills, en el número 10.050 de la calle Cielo Drive. Había alquilado la vivienda principal, una formidable mansión, al productor y colega de Dennis, Terry Melcher y su pareja, la joven actriz Candice Bergen”. Esa misma casa sería la que tiempo después sería el escenario del crimen más macabro de la “Familia”.
Disoluto, superficial y en principio abierto a nuevas experiencias, Terry Melcher pidió una maqueta para conocer a Manson, lo que este interpretó a su manera como un Ok para grabar un disco. Tras idas y venidas por algunos estudios (a donde siempre iba acompañado por las chicas de la “Familia”), Charlie terminó grabando algunos demos en el estudio montado en la casa de Brian Wilson, aprovechando que este apenas se levantaba para esnifar coca o comer helados a destajo. Ahí los Beach Boys escucharon algo de sus composiciones.
Fue entonces que ocurrió algo impensado. Mientras buscaban material para su disco 20/20 tomaron una de las canciones de Charlie, Cease to exit, le cambiaron la apocalíptica letra (el título significa “deja de existir”) y la transformaron en otra titulada Never learn not to love (Nunca aprendas a no amar). Una canción floja, de apenas un par de motivos melódicos, muy lejos del estándar de las mejores composiciones del grupo. En la producción le sumaron un tétrico ruido inicial, guitarras distorsionadas de fondo y algunos efectos paneados.
Así llegó a la cara B del sencillo Bluebirds over the mountain, lanzado en diciembre de 1968. El excéntrico y violento Charlie gritó de gozo al enterarse que una canción suya estaba en un disco de los Beach Boys...pero se sorprendió cuando tomó el simple de 45′, miró los créditos y notó que estaba acreditada en letra y música a Dennis Wilson. Lo habían engañado.
Así, las relaciones entre Dennis y Charles Manson se enfriaron. El Beach Boy, harto de que los chicos y chicas de la “Familia” le robaran ropa y vaciaran su despensa, decidió abandonar la mansión en Sunset Boulevard y mudarse a un departamento. Así, el oscuro gurú se apoderó de la casa, aunque no por mucho tiempo. “A comienzos del otoño, el clan fue expulsado de la vivienda por impago del alquiler, lo que irritó profundamente a Charlie, a quien Dennis había asegurado que se trataba de una casa en propiedad. Para mayor furia del Mago, del desahucio se habían encargado dos detectives privados, contratados por el agente de Los Beach Boys”, detalla José Ángel González en su libro. La humillación le dolió.
Ya que no tenía cerca a Dennis, Manson llegó hasta la mansión de Terry Melcher para hacerle cumplir lo que él entendía como la promesa de apoyarlo en la grabación de su disco. Estaba irritado con él. “En marzo, fue a visitarlo a la casa del 10.050 de Cielo Drive para pedirle explicaciones, pero le dijeron que se había mudado (era cierto, vivía en Malibú, en el domicilio de su madre, Doris Day). Manson logró enterarse de la identidad de los nuevos residentes de la vivienda: el director de cine Roman Polanski (1933) y su esposa, la actriz Sharon Tate (1943), embarazada de varios meses”, señala José Ángel González.
Luego vino un período confuso. Según José Ángel González, Manson se puso cada vez más lóbrego y más paranoico. Incluso se habría gestionado, por mediación de Dennis un encuentro con Melcher, pero este notó de qué venía el asunto y simplemente se desentendió. Así, ya cerca del verano boreal, cuando miles de jóvenes se preparaban para asistir a Woodstock, finalmente Manson reunió a su “Familia” y les señaló que debían ejecutar la “obra del diablo”. El lugar elegido era la antigua casa de Melcher, donde ahora vivían Polanski (quien en ese momento no estaba al encontrarse rodando El bebé de Rosmary) y la embarazada Sharon Tate. Lo que vino es conocido, uno de los crímenes más atroces de la historia.
Así, firmado con sangre, terminaba ese período oscuro de la historia de los Beach Boys. “Creo que afectó mucho a Dennis -recuerda Mike Love-, porque él tuvo que ver con presentarlo al mundo”. Hasta su muerte, en 1983, el músico se negó a hablar del tema.
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