Peter Katis, productor de Interpol: “A ellos les molestaba que siempre los compararan con Joy Division”
Desde Connecticut, el productor repasa con Culto los días en que trabajó en Turn on the bright lights y Antics, los discos que la banda va a repasar en su nueva visita a Chile. Rememora el proceso de grabación, su particular sonido y la presión que sintieron para su segundo álbum tras el sorprendente éxito de su debut. “Yo también sentí la presión, pero creo que decidieron confiar en sus instintos”.
Fue casi como un favor a un viejo amigo. Una llamada de Sam Fogarino, el baterista de Interpol, fue la que gestó la participación de Peter Katis (Nueva York, 1966), como productor musical de Turn on the Bright Lights (2002), el celebrado álbum debut del grupo, el que repasarán junto al segundo, Antics (2004) en sus próximos shows en Chile, el 30 de Mayo en el Teatro Municipal de Viña del Mar y el 31 en el Teatro Caupolicán.
“Me hice amigo de Sam -recuerda Katis al teléfono con Culto desde Connecticut-. Nuestras novias tocaban juntas en un grupo llamado Pee Shy en 1998. Acabé grabando a un par de grupos en los que estaba Sam, y luego se unió a Interpol. Me dijo, ¿por qué no nos grabas? Y yo dije, Ok”.
Katis, quien ha trabajado con otras figuras indie como The National y Death Cab for Cutie, ya conocía a Interpol. Estos se habían fogueado en la escena de Nueva York e incluso ya habían llamado la atención del afamado John Peel, quien los grabó para una de sus clásicas sesiones. Por entonces se hacían notar por su particular sonido, frío, glacial, con una poderosa sección rítmica y sus invariables trajes en escenario. “Los vi un par de veces en clubes locales muy pequeños. Pero desde el principio ellos ya tenían muy claro su sonido, más que la mayoría de las bandas”.
Fue así que en el otoño boreal de 2001, la banda llegó hasta Tarquin Studios, en Bridgeport, Connecticut. En rigor, se trata de un estudio establecido en el ático de la casa de Katis; de hecho los músicos alojaron ahí y cada mañana subían para grabar. Ellos mismos se ocupaban de cocinar, hacer las compras y por supuesto, abastecerse de cervezas.
Como eran un grupo nuevo, habían algunos asuntos que estaban en el aire, por ejemplo, el presupuesto. “Sam era mi amigo, me dijeron que iban a conseguir un contrato discográfico con Matador, pero eso es lo que decían todos los grupos. Así que no sabía si eso era realmente cierto. Todo el disco, que llevó bastante tiempo hacerlo, creo que el presupuesto fue de 10.000 dólares. Para un disco, no es mucho dinero”.
¿Cuál era el sonido que ellos querían conseguir para ese primer disco?
Creo que tenían una visión bastante clara. En ese momento, Paul (Banks) era todavía muy joven. Creo que Sam (Fogarino) había hecho un montón de demos que realmente tenían el sonido que buscaban. Pero ellos pensaban que debía ser un poco más conjunto. Recuerdo que a Paul no le gustaba el proceso de grabación. No le gustaba el tiempo que llevaba grabar cada cosa. Pero al final, funcionó. Creo que trabajamos bien juntos. Quiero decir, ese primer disco es mucho mi sonido, mis sonidos de batería, y cosas así. Todo funcionó.
En esos años se comparó mucho al sonido de Interpol con Joy Division. ¿Tenían ellos esa referencia?¿Te mencionaron alguna banda como referencia?
No, creo que en realidad les molestaba que la gente siempre los comparara con Joy Division. Creo que buscaban su propio sonido. Paree una locura decirlo, pero creo que Turn on the bright lights es mejor que cualquier disco de Joy Division, pero entonces no se podía decir eso.
Para grabar Turn on the Bright Lights, el grupo llegó muy ensayado y con sus canciones preparadas. Entre estas, destacaban algunas que se volverían clásicas de su repertorio, como Obstacle 1 y Untitled. “Recuerdo que pensaba que esos eran dos de los temas más fuertes. Cuando estábamos masterizando el disco, en Sterling Sound, y Greg Calvi era el ingeniero principal, él se había ido a casa, y su ayudante se estaba encargando. Estaba a punto de escuchar el disco en tiempo real y se sentó, parecía cabizbajo, triste, no muy amigable. Y entonces sonó la intro de la guitarra (de Untitled, la canción que abre el disco), luego el bajo y la batería. Abrió los ojos, sonrió, se dio la vuelta y dijo: ‘Vaya, qué bien suena la batería’. Sam y yo nos miramos y pensamos, ‘Oh, eso es una buena señal’”.
¿Por qué cree que ese álbum fue exitoso?
Creo que hace falta que todo se alinee. Hace falta mucha suerte, pero no fue sólo suerte. Lo tenían todo. Tenían un sonido, una imagen, un nombre, y estaban centrados en eso. No era un grupo cualquiera tocando canciones. Creo que, además, eso no significa nada sin buenas canciones, pero las canciones eran realmente buenas. Las canciones del segundo disco también me parecieron muy buenas. Me sorprendieron las canciones del segundo disco. Creo que saben muy bien lo que se proponen, pienso que parte del atractivo de la banda era que eran un poco distantes, pero en la vida real siempre son muy agradables y divertidos.
Tras la publicación de Turn on the bright lights, el grupo consiguió el ansiado reconocimiento, con buenas críticas y un creciente interés de los medios, lo que les permitió dar el salto. Era un momento particular, con la aparición de los primeros discos de The Strokes y Yeah Yeah Yeahs, a los que se sumarán nombres como The Killers. Los 2000 tenían sus primeros héroes rockeros. Por ello, Interpol no dudaron en volver a contar con Katis en las perillas para grabar su segundo disco, Antics (2004).
Para el segundo disco, ¿sintió Interpol alguna presión por repetir el éxito de Turn on the bright lights?
Sí, absolutamente. Mucha presión. Yo también sentí la presión. Pero creo que decidieron confiar en sus instintos. Fue entonces cuando volvieron a mí. No compartieron la música con nadie hasta que estuvo lista. No dejaron que la compañía discográfica la escuchara, nadie. Hasta que estuvo terminado, sólo querían hacer el disco que querían hacer, y lo hicieron.
Tal como en ese disco debut, Antics también contenía algunos temas que se volvieron clásicos de Interpol, como Slow Hands. Katis recuerda algunas cosas sobre esa canción. “Por alguna razón, el título provisional de esa canción era Rod Lever. Ese es el nombre de un viejo jugador de tenis. No sé por qué. Era un buen tema de rock, pensé de inmediato que podría ser un single”.
En tus dos experiencias con Interpol, ¿cuál es la principal diferencia de hacer discos ahora que en esos años?
Creo que la diferencia entre ahora y Antics no es mucha porque se hizo más a la manera moderna, mientras que Turn on the Bright Lights se hizo más a la antigua usanza, grabando en cinta, pinchando, borrando cosas y llegando realmente ensayados y clavando muy rápido las actuaciones. En la mayor parte de Turn on the Bright Lights, ninguna de las baterías está corregida. Es toda la cinta, es toda la actuación real. Ni siquiera hay edición. El bajo que se tocó en directo con la batería, es el bajo del disco en la mayoría de las canciones, o en muchas de ellas al menos. Incluso algunas de las guitarras tocadas en directo, varias de ellas llegaron al corte final. Hoy en día, eso sería bastante inusual.
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