Cuando le comentaron la noticia, no lo pudo creer. En la apacible primavera de 1812, el general José Miguel Carrera, el enérgico y entusiasta líder del gobierno patriota se preparaba para viajar al sur del país, a emprender una campaña militar para asegurar el control de la capital ante la amenaza de una invasión realista. Pero su hermano mayor, Juan José, le avisó de un complot que se estaba gestando en su contra. Y en este, estaba involucrado nada menos que uno de sus cercanos, Manuel Rodríguez, el futuro guerrillero.
Eran días convulsos para la naciente república. El mismo José Miguel Carrera había debido sortear varias dificultades para hacerse del poder. A la cabeza de la república desde que el año anterior liderarse sendos golpes de estado, descontento con el rumbo de los acontecimientos, había cerrado sin más el Congreso. Ello le granjeó la franca oposición de los patriotas de Concepción y varias familias ilustres de Santiago, como los Larraín. Incluso en septiembre de ese año debió postergar las celebraciones del “18″ debido al rumor de un levantamiento contra él, liderado nada menos que por su hermano Juan José.
Entre las tertulias regadas de mistela, dulces caseros y vinos, las facciones se mantenían en actividad para generar conexiones. Por ello en la capital eran comunes los rumores de revueltas y conspiraciones. Así Carrera se enteró de lo que se estaba gestando en su contra. Con su habitual interés por registrar todo lo que hacía, lo anotó en su Diario Militar. “Al verificar mi viaje para emprender una campaña que era toda mi ambición, se descubrió otra conspiración contra nuestras personas. El 28 de enero de 1813 fueron sorprendidos en sus casas y presos los individuos que tenían meditada y acordada la horrorosa revolución. La denunciaron a mi hermano Juan José el Alférez de Granaderos don Toribio Torres y don Ramón Guzmán”.
Carrera, hombre de acción, hizo arrestar a los conjurados. Pero lo que más le sorprendió fue ver a Manuel Rodríguez y a su hermano entre los detenidos. De hecho lo consigna en un aparte en su Diario Militar. “Don Manuel Rodríguez fue mi Secretario en el Gobierno hasta julio de 1812. Don Carlos Rodríguez, hermano del anterior, y don Ambrosio, Capitán de la Guardia Nacional. No sé por qué se declararon mis enemigos; pero eran los más generosos. Querían mandarme en comisión al extranjero y separarme del mando (...) Después volvieron a ser mis amigos”.
Por qué José Miguel Carrera arrestó y condenó a Manuel Rodríguez: las diferencias que los separaron
Manuel Rodríguez y José Miguel Carrera tenían una historia común. Forjaron una entrañable amistad desde que se conocieran en la niñez, como estudiantes del Covictorio Carolino. Con los años se hicieron inseparables compañeros de correrías, de hecho el futuro Húsar de la muerte ayudó al “príncipe de los caminos”, cuando este debió esconderse ante un marido furioso por los amoríos que mantenía en secreto con su esposa. Y por supuesto, lo acompañó en sus primeras aventuras en la arena política. O como se estilaba por entonces, con complots.
De hecho, Rodríguez secundó a Carrera en su primer golpe, efectuado en septiembre de 1811. “La razón de Rodríguez para apoyar al Húsar de Galicia se debe precisamente a lo moderado de los congresales en la determinación del destino de la patria y a un interés de hacer reformas que aceleraran la independencia”, apunta Juan Pablo Buono-Cuore en su artículo Manuel Rodríguez Erdoyza: forjador de la República de Chile, mártir de la democracia.
Pero una vez en el poder surgen las primeras diferencias. Rodríguez fue uno de los redactores del Reglamento Constitucional de 1812, y tras aprobarse en el primer plebiscito realizado en el país, presionó a Carrera para implementarlo sin más y así darle una normalidad institucional al proceso. Pero José Miguel tenía otros planes. “Carrera cree que -de acuerdo al estado de cosas- no es aún momento para su entrada en vigencia y difiere temporalmente su comienzo en vigor, la que se aplica incluso provisoriamente en octubre de 1812″, detalla Buono-Cuore en su mencionado artículo.
El mismo autor detalla que surgieron diferencias sobre otros temas. Por ejemplo, la negativa de Carrera a aplicar expropiaciones efectivas contra las familias realistas de altos ingresos, a los que solo les aplicó contribuciones forzosas. También sobre la situación de la esclavitud, la que había sido abolida parcialmente con el decreto de Libertad de vientes (octubre de 1811), mientras que Rodríguez era partidario de la abolición total.
Mientras, Rodríguez, tal como dice Carrera en su diario, se había alejado del gobierno en el invierno de 1812. Al parecer por problemas de salud; este sufría un mal que las fuentes históricas no terminan por definir de forma clara: unas dicen que era una úlcera; otras hablan de una enfermedad venérea. Como sea, por indicación médica el prócer debía darse largos baños a orillas del Mapocho, en la llamada Quinta del Carmen Bajo. Pero afín a su carácter sociable, dichos baños se convirtieron en animadas tertulias. Y aunque al parecer, nada planeaba contra Carrera, no tardó en correr el chisme de que en esas reuniones se fraguaba una conspiración. Ahí detonó todo.
Así las cosas, Rodríguez fue detenido y procesado en enero de 1813, momento en que, haciendo gala de sus estudios de leyes, se defendió personalmente. Allí, dice Buono-Cuore, hizo ver que todo había ocurrido nada más que por diferencias sobre cómo llevar adelante el proceso revolucionario. “(La detención) se explica únicamente por dos visiones distintas de lo que se entiende por sistema político y revolución”.
Tras un breve proceso, Manuel Rodríguez y sus hermanos fueron condenados al destierro en la isla Juan Fernández. Fue entonces que el mismo padre del prócer, Don Carlos, decidió hacer una última gestión ante José Miguel Carrera. Allí se decidió su liberación, tal como lo cuenta en su Diario Militar. “Don Carlos Rodríguez, padre de los tres que se ven en la causa, intercedió porque sus hijos no fuesen a Juan Fernández. Encargándole sigilo, le dije: ‘No disto de querer a los hijos de usted; es aparente su destierro, no pasarán de Valparaíso y volverán a su casa cuando yo vuelva de Concepción’”.
Fue así que Carrera indultó a Rodríguez. El vínculo se retomó y el futuro guerrillero incluso se le unió en el golpe que se ejecutó en julio de 1814, el que depuso al gobierno del Director Supremo, Francisco de la Lastra. De hecho, en el nuevo gobierno, Rodríguez participó como Secretario de Gobierno y Hacienda. Serían los últimos movimientos en conjunto antes de que la derrota en Rancagua los llevara al exilio en Mendoza, y sus caminos se separaran para siempre. Pero esa es otra historia.