Una muchacha de 28 años mata el tiempo dibujando a los despistados clientes que entran a la tienda de mascotas donde ella atiende. Se ve que no le interesa demasiado el trabajo y en las noches se viste de aventurada mujer dispuesta a ir sola por la vida, seducir a alguien en un club oneroso y pensar que su existencia podría tener ese ritmo en vez de su ocupación para jubilados.
La chica se llama Mina (Dakota Fanning), su hermana es Lucy y a ambas las separa el Atlántico, pues Mina decidió abandonar Estados Unidos, traumada por la muerte de su madre en un accidente automovilístico que ella ayudó a provocar. Con esos nombres sacados de las mujeres vampirizadas de Drácula, se entiende que el debut de la directora Ishana Shyamalan va hacia lo sobrenatural, lo fantástico o lo, en el peor de los casos, tirado de las mechas.
Que la protagonista de un filme se llame Mina no es prueba de sutileza, pero Ishana Shyamalan (hija de 24 años de M. Nigh Shyamalan, el realizador de El Sexto Sentido, entre muchas películas) se las arregla para manejar con pulso al menos hasta la mitad de la carretera. Luego la historia comienza a perder el control, derrapa, se sale del camino y choca con un árbol voluminoso. Por suerte no hay heridos, pues la niña Shyamalan alcanza a meter pisar el freno, pero hay que llamar a alguien para que traiga una grúa. De ahí en adelante Observados pierde fluidez e inevitablemente se piensa que lo que podría haber sido bueno, es solamente correcto.
Hablando de árboles y volviendo a la historia, Observados tiene que ver además con los verdes territorios de la mitología irlandesa y con lo que se oculta en ellos. Cuando a Mina le ordenan llevar a la ciudad de Galway un loro que sólo sabe decir “espero que no mueras”, cruza media Irlanda, se interna en un bosque y comienza a darse cuenta que el plumífero tal vez tiene algo de razón. Súbitamente su auto no arranca más, el crepúsculo empieza a acechar y mientras camina hacia ninguna parte, Mina cae en tanto que está perdida.
Para su sorpresa, una mujer (Olwen Fouéré) aparece de la nada y la encara en la mitad del frondoso entorno. Le dice que es mejor que vaya con ella a un refugio con otras dos personas más, tan extraviadas como ella y temerosas de ser engullidas, sacrificadas o destrozadas en mil pedazos por unos fantásticos seres irlandeses de tiempos inmemoriales llamados “los observadores”.
Hasta ahí todo bien. La película engancha, seduce y se perdonan los parecidos a las tramas de La Aldea (2004) o La Dama en el Agua (2006), dos de los primeros filmes de M. Night Shyamalan. Luego, al parecer se llegó a un callejón sin salida y se optó por un vuelco que parece sacado de otra historia.
Lo único que cabe pensar es que a los 24 años aún se busca el destino y el ensayo y el error es la rutina de los principiantes. Incluso entre los hijos de famosos, los llamados “nepo babies”, en alusión a esta suerte de nepotismo familiar con privilegios que otros soñarían tener. La película la produce M. Night Shyamalan y es, podríamos decir, parte de un nuevo género: el “nepo cine”.