Parecía un programa como cualquier otro, pero pasó al recuerdo. La noche del 31 de agosto de 1988, Juan Gabriel llegó a los estudios de Televisa para participar como invitado en Mala noche… ¡no!, el estelar que conducía Verónica Castro. Y en su estilo, el programa se alargó, entre una amena entrevista, las cartas de la audiencia y por supuesto, las sentidas interpretaciones del Divo de Juárez, quien echó mano a su extenso repertorio. Se le conoce hasta hoy como “la noche en que México no durmió”.
En el programa solía invitarse a una estrella, a quien involucraban en varias dinámicas, como los sketches, además de otros momentos, algo así como lo que hace SNL con sus host. Juan Gabriel ya había rechazado ir a cantar al programa Siempre en domingo, pero fue convencido de participar gracias a su amistad con Verónica Castro. Así, entró al set poco antes de las 22.30 horas, en el horario prime, y terminó yéndose al día siguiente, a las 7.20 de la mañana. Una maratón televisiva llena de música y momentos para el recuerdo que han sido reflotados en los breves virales de TikTok, disponibles hoy en día.
En la red social X, una usuaria identificada como Claudia Pérez Atamoros, asegura haber trabajado en el programa y desclasificó algunos recuerdos e incluso algunas fotografías. “¡Comenzó 22:30 y terminó 7:20 a.m.! ¡En mi juventud lo diseñé, escribí y dirigí! Fue una producción inolvidable que duró seis meses. Benjamín Hidalgo fue el productor”.
Todo arrancó con Juan Gabriel en el set, cantando solo con el acompañamiento del afamado pianista y arreglador Eduardo Magallanes, quien a la vez era uno de los que trabajaba el repertorio del Divo de Juárez. “Es muy fácil y es muy difícil trabajar con Juan Gabriel”, aseguró ante la pregunta de Verónica Castro. “Hay una gran exigencia, en todos los órdenes del quehacer profesional. Es un gran artista, exige mucha disciplina, es muy disciplinado y los que trabajamos con él tenemos que exigirnos”.
Luego siguió una sección, como no, en que Juan Gabriel cantó acompañado por los infaltables mariachis. A continuación pasaron a sentarse codo a codo en un sillón, y Castro fue leyendo cartas de los admiradores del cantante (entonó las mañanitas a una fan que estaba de cumpleaños). Incluso, la madre de la conductora apareció en el set, solo para que el artista le cantara una canción. Él diligente y con un afinado sentido del espectáculo, le interpretó Querida.
Y así comenzó a pasar la hora. Nadie advertía que el programa se iba alargando, porque el rating se mantenía estable y aquel era el único criterio a la hora de tomar decisiones. De hecho, ese era el diseño del programa. “Los programas se acababan cuando se sentía que el “timing” se estaba bajando”, explica la misma Claudia Pérez en X.
Años después, la misma Verónica Castro recordó esa noche. “Cuando estábamos a la mitad, por ahí de las tres de la mañana, nos dimos cuenta que los mariachis y los músicos se fueron, pregunté ‘¿pues cuántas horas llevamos?, tantas… ¿y ahora qué hacemos?’, se tuvieron que ir a brincar la barda de la compañía de discos a las 3:30 de la mañana, porque no había nadie que les entregara el material para sacar pistas. Cosas maravillosas que sólo pasan en un programa en vivo y solamente le pasaron él, yo tuve la fortuna de que me pasaran”.
Y así, con pistas que se consiguieron a la carrera, Juan Gabriel siguió cantando como si nada. Finalmente se detuvo pasadas las 7 de la mañana, debido a que el personal de producción tenían que irse a descansar a su casa. El noticiario matutino debía entrar al aire a las 7 en punto, pero ese día comenzó con media hora de retraso. En el cierre del programa, acaso para coronar una noche inolvidable, Juan Gabriel y Verónica Castro se dieron un “piquito” recreando una escena de la película Nobleza ranchera, en que habían trabajado juntos en 1977.