Austral, de Carlos Fonseca (Anagrama)
La carta llegó con las primeras nieves. Provenía del desierto, en Humahuaca, al norte de Argentina. El escritor Julio Gamboa, costarricense radicado en Cincinnati, leyó: “Alicia me pidió que le comunicase, cuando fuese necesario, su deseo irrevocable de que fuese usted quien se encargase de editar su último manuscrito, esa novela o libro de memorias (eso lo sabrá distinguir usted, que la conoce mejor que nadie), a la cual dedicó su último esfuerzo”. Alicia es Aliza Abravanel, una escritora británica fallecida a quien Julio conoció 30 años atrás, cuando ella era una fan de los Sex Pistols y los Ramones y leían a William Carlos William, Dylan Thomas, Parra y Cardenal. Aliza vivía en una colonia de artistas en Humahuaca. Julio viaja hasta allá para conocer el manuscrito, en cuyas páginas se cruzan la historia del padre de Aliza con la de Elizabeth Nietzsche, hermana del filósofo, que fundó en Paraguay una colonia antisemita; la del antropólogo Karl-Heinz von Mühlfeld y la del último hablante de una lengua indígena. Esas historias reviven los recuerdos del viaje que hizo con Aliza, y lo conducen también a Guatemala y el Teatro de la Memoria. “De la violencia no se escapa”, dice un personaje en esta novela ambiciosa, culta y sofisticada, que reflexiona en torno al colonialismo y su dolorosa herencia, y donde resuenan la mirada y las lecciones literarias de Borges y Bolaño.
Escritos Repartidos, de Raúl Ruiz (UDP)
Entre los numerosos experimentos fílmicos de los cineastas afines a la UP, hubo uno que “quiso filmar los problemas del campo aplicando algunas técnicas brechtianas”, recordó Raúl Ruiz. De este modo, contó, se filmó la los campesinos en un fundo tomado y sus discusiones reales; luego se recreó lo mismo con actores y con una guía más argumental, y por último se filmó un ballet que representaba “el plano onírico de la realidad”. En el montaje los diferentes planos se intercalaban, “pero cada vez que se proyectaba la película los campesinos abucheaban el plano onírico gritando: ¡maricones!”. Aquel fue uno de los proyectos que terminó en una comedia de equivocaciones, como le pasó al mismo Ruiz con el documental Abastecimiento: no se sabía de qué lado estaba el filme. La historia la narró en un artículo en La Opinión de Buenos Aires, en octubre de 1973. Y es rescatado en esta antología que reúne ensayos, discursos y prólogos, aparecidos en diarios, revistas y libros de diferentes países, entre 1968 y 2014. A cargo de Bruno Cuneo, responsable de la edición de Entrevistas escogidas y del Diario de Ruiz, la selección ofrece una rica aproximación a las reflexiones del director en torno al cine, a las relaciones con la poesía y la narrativa; a la obra de Glauber Rocha, Elías Canetti, y Violeta Parra, así como a su propia obra en el caso del filme Klimt.
La Autobiografía No Autorizada de Tulio Triviño, de Mario Hugo (Planeta Junior)
La estrella de televisión Tulio Triviño emprende aquí su autobiografía. Prematura tal vez, la verdad es que el conductor de 31 Minutos se indignó de “que se hayan demorado tantos años en pedírmelo”. Como toda celebridad, Tulio tiene poco tiempo para poner en palabras su historia, así que el verdadero autor -y aunque Tulio intenta ocultarlo- es Mario Hugo. Con un diseño entretenido, dibujos, fotos y viñetas, el libro es una guía de actividades que invita a los niños a jugar, completar palabras, escribir cartas, recordar sus episodios favoritos del programa, entre muchas otras. Por cierto, también se encontrarán con revelaciones de Tulio: “La primera vez que sentí vergüenza fue cuando era un niño: visité el Show del Tío Horacio y recibí un pastelazo en la cara. (Pero esto no debe salir en la biografía)”. Y confesiones sentimentales: “Mi gran amor, después de mí mismo, claro, y de mi colección de corbatas italianas, y mi coche, y mi mansión, y las ramitas saladas. Y… bueno, como les decía, quiero mucho a Cindy Miraflores”. Desde luego, aparecen acá los personajes más populares del show, como Bodoque, Patana y Juanín, quien recuerda su amistad: “Tulio, Bodoque y yo llevamos muchos años de amistad. Me encontraron en el bosque cuando estaba perdido. Estoy seguro de que fue un momento emotivo para ellos”. Un libro para reírse, jugar y recrear la imaginación.