Solo habían pasado dos días desde que el mundo se informara de la muerte, a los 50 años, de Michael Jackson, acaso la mayor estrella del pop entre los ochenta y al menos el primer tercio de los noventa. El jueves 27 de junio de 2009, una multitud se formó de manera espontánea en Union Square, Manhattan, para rendir tributo al fallecido ídolo. “Unos cientos de espectadores formaron un círculo, dejando suficiente espacio en el medio para que los espectadores y los valientes bailaran como el Rey del Pop”, contó el reportero David Segal del New York Times.
A la vista de los fans reunidos, con más de uno que intentó -con más o menos éxito- emular el legendario Moonwalking de “Jacko”, Segal se preguntaba si alguna vez se repetiría un fenómeno similar en torno a un solo artista. Él mismo se respondió en su nota para el afamado medio neoyorquino. “La fama al nivel que alcanzó Jackson es casi imposible para los héroes de la cultura pop hoy en día, y muy probablemente nunca volverá a ser posible”.
En su nota, Segal tomaba en cuenta dos factores; la enorme cantidad de discos vendidos de Jackson, muy lejos a lo que sucede hoy tras la irrupción de la piratería y el streaming (Thriller hasta hoy tiene la marca del disco más vendido de la historia). Y por sobre todo, el impacto cultural, muy distinto al que ya se hacía notar a comienzos de los dos mil. “El campo de los ídolos del pop, como todos los campos que pueden conducir a la súper fama, está más concurrido que nunca y la variedad de rutas hacia el estrellato sigue creciendo”, decía el periodista.
Desde la muerte de Jackson, han proliferado los solistas, a diferencia de fines de los setenta y los primeros años ochenta en que las bandas lo eran todo. Allí han surgido variadas figuras que se han consolidado como estrellas del pop por derecho propio, como Lady Gaga, a más recientes como Dua Lipa, e incluso la irrupción de las estrellas latinas como Karol G, Rosalía o Bad Bunny. En 2023, el álbum más vendido en EE.UU., según los datos de Billboard, fue 1989 (Taylor’s Version), el cuarto álbum regrabado de Taylor Swift, quien, a su vez, con su The Eras Tour, tuvo el tour más lucrativo de la temporada con ganancias estimadas en US$900 millones, según los medios.
¿Un nuevo Rey del Pop en la actualidad?
Pero, ¿es suficiente con ventas millonarias y giras de alta convocatoria y éxito comercial para reclamar el cetro que dejó Jackson a su muerte? Los especialistas aquilatan varios factores a la hora de ensayar una respuesta. Ya en su nota de 2009, el mismo David Segal sumaba otro factor, la irrupción de plataformas como YouTube, lo que cambiaba el consumo musical. “Hoy en día ves vídeos musicales en YouTube, pero como no hay programadores que seleccionen lo que ves, cada artista tiene que competir con miles de otros. Y ahora que cualquiera con una computadora tiene un estudio en miniatura y cualquiera con conexión a Internet puede publicar una canción, hay más géneros, subgéneros y artistas que nunca. Es por eso que incluso a Michael Jackson le resultaría difícil convertirse en Michael Jackson en estos días”.
Hace un tiempo, Neil Tennant, el cantante de Pet Shop Boys, comentó a The Guardian que le fascinaba el fenómeno de Taylor Swift. Pero se hizo una pregunta. “Para un fenómeno tan grande... ¿Dónde están las canciones famosas? ¿Cuál es el Billie Jean de Taylor Swift?”. La periodista Bárbara Alcántara se cuelga de ese cuestionamiento para hacer un paralelo de la situación de la cantante con lo que ocurrió con Michael Jackson. “No creo que Taylor Swift tenga un Billie Jean, menos un disco que se pueda comparar con Thriller. Pero sí creo que la podemos ubicar dentro de las reinas del pop actuales por la forma en que domina a la industria y a las masas, una característica que hoy la tiene donde está”.
La misma periodista también es más cautelosa al momento de mencionar a Swift como una reina del pop en la actualidad. “A mí me parece más rey o reina del pop Harry Styles o Dua Lipa. Más que todo por sus conceptos o constante búsqueda de uno y por su transversalidad. A eso se le suma que crean canciones mucho más pegajosas, junto con incluir elementos como la moda en su propuesta, en el caso de Styles. En el caso de Dua Lipa ella hace guiños a antiguas divas del pop y su timbre vocal y estética es similar a la de cantantes negras. Eso ya la ubica en otro pedestal”.
Y al momento de hablar de discos pop importantes en la actualidad, ni siquiera Taylor Swift puede jactarse de tener el más célebre del momento, ahí Dua Lipa y Harry Styles también tienen algo que decir. “Ambos tienen discos completamente digeribles de principio a fin: Fine line de Harry Styles y Future Nostalgia de Dua Lipa podrían ser álbumes que se acercan, a lo que un rey o una reina del pop debería entregar -apunta Bárbara Alcántara-. Nunca con el impacto de Thriller pero también hay que considerar que Michael Jackson irrumpía en un mundo completamente distinto al actual y lo que él hizo con ese disco, me refiero a los video clips, coreografías y moda no se había visto nunca. Hoy es más difícil destacar por la cantidad de oferta e información que manejamos y en eso Taylor Swift es maestra”.
De la misma opinión es el crítico de Culto, Marcelo Contreras. “En primera instancia, y debido a la fragmentación de las audiencias, hoy es mucho más complejo establecer monarcas absolutos del pop, como sucedía previo a la era digital. Aún así, hay figuras que obviamente destacan. Taylor Swift, independiente de los juicios sobre si tiene singles instalados en la memoria colectiva -un elemento insoslayable en materia pop-, es un referente en la medida que suma varios años encabezando titulares, rankings y ganancias en el género. Creo también que Bad Bunny es una genuina estrella pop sobre todo en Hispanoamérica, no así en otras latitudes más lejanas”.
“Pero si la comparativa es Michael Jackson u otras figuras contemporáneas -Madonna, Prince-, hoy no existe una estrella que logre concitar unanimidad en la medida que dicta la cultura pop, más allá de las propias canciones. Las estrellas clásicas del género no solo instalan hits, sino modas y referentes en materia audiovisual. Eso hoy no existe. En mi opinión, el puesto está vacante”, apunta Contreras.
Desde su vereda, Sergio Cancino, periodista especializado en música popular y exdirector de las radios Concierto, UNO y Rock & Pop, también descarta la presencia de una nueva estrella que concite la posición hegemónica del pop a nivel global. “No hay nuevos reyes ni reinas porque vivimos en una época de múltiples repúblicas pop. La lógica de una monarquía pop es muy de los ochenta, cuando la industria discográfica era otra: análoga, centralizada, hegemónica”, apunta.
“El mundo era más pequeño en el apogeo de Jackson, Madonna y Prince -sigue Cancino-. En nuestra fragmentada era digital, las formas de escuchar y consumir música son muy distintas; incluso el concepto de hit suena obsoleto. Las métricas no cuentan toda la historia. Por eso, a menudo se confunde celebridad con relevancia cultural. Los Billie Jean de Taylor existen dentro de un universo Swiftie más hermético y menos transversal, y cada cual puede elegir los suyos sin un consenso mundial. Drake superó el récord de The Beatles, pero su legado e influencia son menores en comparación”.