Columna de Daniela Lagos: Tierra de Mujeres, en medio de la nada

Columna de Daniela Lagos: Tierra de Mujeres, en medio de la nada

Una serie reconfortante, fácil de ver, con algunas actuaciones interesantes pero que a la vez es tan amable como irrelevante, e incluso toma algunas decisiones incomprensibles, como poner en los momentos de tensión una música que parece arrancada de una versión de bajo presupuesto de Mi pobre angelito.



Un chileno, una Desperate Housewive y una Chica Almodóvar se encuentran en un pequeño pueblo catalán… Podría ser el principio de un chiste pero en realidad es lo que ocurre, en términos de elenco, en Tierra de mujeres, el último estreno de Apple TV+.

Basada en una novela de la escritora, actriz y presentadora de televisión española Sandra Barneda, esta mezcla de comedia y drama tiene al centro del relato a Gala (Eva Longoria), una exitosa empresaria del mundo del vino que parece llevar la vida perfecta en Nueva York.

Courtesy of Apple

Eso hasta que, en la apertura de su tercera tienda, se entera que su esposo debe 15 millones de dólares y que hay dos mafiosos detrás de ella listos para exigir ese dinero. Frente a esto, decide recoger a su hija (Victoria Bazúa) y a su madre (nada menos que Carmen Maura) y partir con ellas a La Muga, el pueblo español donde creció su progenitora, y donde supuestamente todavía tiene una casa. Ahí se encuentran, y enemistan, a una pequeña comunidad que gira en torno a los viñedos y que tiene como uno de los pocos hombres que trabajan estas tierras a Amat (el chileno Santiago Cabrera).

Eva Longoria, que saltó a la fama a inicios de la década del 2000 con su rol de Gabrielle en Desperate Housewives, anota algunos puntos buenos para la serie con un personaje atractivo y llamando la atención con su buena actuación en español. Mientras, Carmen Maura es un agrado de ver aunque sea en un rol que en muchos momentos se vuelve absurdo y que tiene una subtrama de paternidades tipo Mamma Mia. Mientras, el chileno Cabrera triunfa en su papel de reticente galán.

Así, en medio de un torbellino de series desafiantes, pesadas, llenas de giros y recovecos y que mantienen al espectador en alerta, esta producción es todo lo contrario; una historia con un par de nudos de tensión pero que, se sabe desde el primer minuto, al final estarán casi totalmente resueltos o al menos no muy mal.

Una serie reconfortante, fácil de ver, con algunas actuaciones interesantes pero que a la vez es tan amable como irrelevante, e incluso toma algunas decisiones incomprensibles, como poner en los momentos de tensión una música que parece arrancada de una versión de bajo presupuesto de Mi pobre angelito.

Es una ficción que no intenta ser más de lo que es; que desde el trailer avisa que será una historia azucarada con momentos hechos para la autoayuda, y en eso es una ficción honesta que entrega lo que promete, pero nada más que eso.

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