Los Ojos de Mona, de Thomas Schlesser (Lumen)
Mona, una niña sensible y curiosa de 10 años, hacía sus tareas de matemáticas cuando repentinamente todo se oscureció: su vista se fue a negro. De camino al hospital volvió a distinguir las formas, pero los médicos no lograron dar una respuesta a lo que había sufrido. Eventualmente, Mona podría perder la vista definitivamente. Antes de que eso suceda, su abuelo se propone enseñarle “toda la belleza del mundo”. De este modo, Mona y Dadé, como ella lo llama, un hombre cultivado y gran conocedor del arte, comienzan un tour por los tres grandes museos de París: el Louvre, el Museo d’Orsay, y el Centro Pompidou. Cada miércoles y durante 52 semanas, el abuelo le presenta una obra maestra de la historia del arte, desde Sandro Botticelli, Leonardo y Miguel Ángel a Rembrandt, Vermeer, los impresionistas y el arte contemporáneo. “En su octava visita al Louvre, ante El astrónomo de Vermeer, fue la primera vez que Mona experimentó plena y sinceramente un placer sensorial”, escribe Thomas Schlesser, historiador de arte y autor del último fenómeno de lectores en Francia. “Allí, frente a El astrónomo, contempló en silencio al sabio meditabundo y el torrente de luz suave”. Los ojos de Mona es un viaje narrativo y estético a través de la belleza del arte, incluyendo pinturas de Picasso y Frida Kahlo, así como instalaciones contemporáneas de Marina Abramovic y Christian Boltanski. La novela gira en torno a las observaciones delicadas y elocuentes del autor y la edición incorpora imágenes de cada una de las obras, si bien flota en una frágil línea narrativa. Con todo, el libro entrega un luminoso recorrido estético, así como una reflexión en torno al sentido del arte y al lazo de amor profundo entre nietos y abuelos.
La Hija de Gardel, de Lea Vélez (Contraluz)
La noticia informaba que el periodista Rafael Lazárate fue asesinado por ETA de un disparo en la nuca en un parque público. Nacido en Uruguay como Martín, Lazárate tenía 42 años y en España se había dedicado a escribir reportajes sobre las violaciones a los derechos humanos en las dictaduras de Chile y Argentina. Su muerte abre varios hilos narrativos: uno de ellos es el de Fernando y Alicia, pareja de exiliados argentinos en Madrid; el de Gaona, un ex oficial de la Armada que participó en los llamados vuelos de la muerte y ahora está arrepentido; el de un falsificador apodado Gardel, y el de Ana, una joven periodista que cubre la investigación del juez Garzón sobre los represores argentinos. No es lo único que investiga Ana: ella quiere conocer su verdadera historia familiar como hija de desaparecida. “La única verdad es que yo era la hija de una mujer a la que nadie conocía y que mi padre había sido militar en la Armada Argentina. Comandante destinado en la Escuela de Mecánica de la Armada entre los años 76 y 78″, escribe en sus notas. “Mi padre debió ser uno de los criminales. Mi padre mató a mis padres y ahora quería matarlo a él…, pero ya no estaba a mi lado y por las noches le echaba de menos y le seguía queriendo, tratando de no enloquecer. El llanto y el odio. Qué cosa tan inútil para un periodista. Qué cosa tan imprescindible para un escritor”. La novela transcurre entre fines de los años 90, inicios de los 2000, y la década del 70. Recrea escenas de secuestro y tortura y se asoma a parte de la historia más oscura y dolorosa de la dictadura Argentina: la de los niños raptados y las adopciones ilegales. Alternando tiempos y puntos de vista, la novela narra con agilidad una historia que estremece.
50 Malentendidos de la Ciencia, de Brian Clegg (Gedisa)
Desde Aristóteles se afirma que los seres humanos tenemos cinco sentidos: la vista, el oído, el tacto, el gusto y el olfato. Pero hay percepciones que parecen escapar de su alcance. Por ejemplo, la percepción del calor. “El calor no se puede oír, oler ni saborear. Se puede detectar calor gracias a un sexto sentido: la termorrecepción”, afirma el británico Brian Clegg. Es decir, la detección del calor se realiza gracias a termorreceptores neuronales. Formado en física experimental, Clegg enfrenta aquí 50 creencias populares en torno a la ciencia, desde antiguas supersticiones, lugares comunes o teorías aceptadas por el hábito pero sin fundamento, y las desmitifica. Con conocimiento del tema y sentido didáctico y lúdico, aporta datos, contexto y derriba mitos. En el caso de los sentidos, agrega otro a la lista: la propiocepción, aquella que nos permite tocarnos la nariz a ojos cerrados. O sea, “la conciencia de la ubicación de las partes del cuerpo”, que es “esencial para manejar nuestra interacción con el mundo que nos rodea”. El asteroide que extinguió a los dinosaurios, la idea de que los murciélagos son ciegos, la leyenda de que Newton descubrió la ley de gravedad cuando le cayó una manzana en la cabeza y Galileo subió a la torre de Pisa para lanzar dos objetos de distinto peso, son otras de las historias clarificadas por el autor. Una de las que suele causar escalofríos es aquella que dice que el pelo y las uñas siguen creciendo después de morir. Primero que todo, dice Clegg, el pelo y las uñas están muertos y corresponden a productos desechados por el cuerpo. Y su “crecimiento” después de muerte es solo una cuestión de movimiento relativo: la piel y el tejido blando circundante se encogen a medida que se deshidratan.