Al final del viaje está La Habana: cómo Manuel García revivió Pánico en el estudio de Silvio Rodríguez en Cuba
En septiembre de 2023, el chileno viajó hasta la isla, donde grabó en los estudios Ojalá del legendario cantautor. Aprovechando que estaba cerca el vigésimo aniversario de su disco debut, lo regrabó, solo con guitarra, cuatro, charango y kultrún. En esta entrevista con Culto, García detalla el proceso, además de hablar de su encuentro con Rodríguez ("el no se comporta como una estrella", dice) y se refiere a las palabras de Quique Neira en torno al estallido social: "Yo no me podría sentir utilizado".
Pie con pie, mano con mano, como decía Victor Jara en su legendaria canción A Cuba, el cantautor chileno Manuel García tomó el vuelo hacia La Habana para cerrar un ciclo. Fue en septiembre de 2023, cuando visitó por primera vez la isla caribeña, para recibir la Medalla Conmemorativa por los 50 años de la Trova Cubana, reconocimiento que otorga el Instituto Cubano de la Música. Pero el viaje tuvo una extensión artística: regrabó, al completo, su disco debut Pánico, el mismo que lanzó en 2005, con singles como Tu ventana, El viejo comunista, entre otras.
“El disco cumple 20 años, ahora pronto en el 2025. Es un álbum que tiene tantas canciones mías de las que yo estoy tan agradecido, porque muchas de ellas han tenido más de alguna historia en torno a la cultura chilena y también, por supuesto, al cariño del público. Entonces, uno siempre quiere, en el fondo, celebrar”, explica García al teléfono con Culto.
En esos días en la isla, entre son cubano, mojitos, poemas de Guillén y trova, García conoció gente. “Llegamos a La Habana primero a conocer estos espacios a través de una invitación que nos hizo cultura, la embajada de Chile en Cuba. Y allá generamos un lazo súper bonito de relación, por supuesto, con la gente del mundo de la cultura, con Casa de las Américas, donde tuvimos la oportunidad de hacer un concierto allá en conmemoración de los 50 años del golpe de Estado. También nos fuimos vinculando al espacio y al espíritu histórico de donde nació algo que para mí ha sido fundamental, que es la Nueva Trova Cubana”.
Fue así que a Manuel García se le abrió una invitación imposible de rechazar; grabar en los estudios Ojalá, de Silvio Rodríguez, un referente absoluto para él. “Es un disco de canciones nuevas, donde va a haber algunos músicos invitados, artistas cubanos”, explica. Pero ante la atención que recibió y la observación atenta de las características del estudio, se le despertó una inquietud ¿y si grababa otra cosa?
“Nos enamoramos del concepto sonoro, del trabajo de la gente del estudio, del cariño con el que ellos hacen las cosas, etcétera -cuenta-. Entonces, quedó la tentación de hacer algo a guitarra limpia en un estudio que básicamente está diseñado para eso. No es solo un capricho, sino que la misma Nueva Trova es parte de una experimentación sonora, acordémonos, en los años 60′ y 70′. Y esa experimentación sonora tiene que ver con recuperar raíces y al mismo tiempo proyectarlas en el tiempo, hacia el futuro o hacia el presente”.
García nunca escondió que en su primera incursión como solista se nutrió del sonido de la Nueva Trova Cubana y en particular de Silvio. Los casetes del trovador, que en Chile salían por el sello Alerce, fueron parte de su infancia y su formación musical. De hecho, el productor de Panico, fue precisamente un cubano, Fidel Oria. “Aproveché este laboratorio y cerramos un proceso, que yo lo empecé cuando hice el primer disco. En el fondo, es cerrar esta especie de saludo, que Pánico siempre hizo a la Trova Cubana; me acuerdo que eso ya lo había destacado Iván Valenzuela en Rock & Pop, cuando escribió acerca del disco. Entonces, claro, volver a grabarlo allá, era como de alguna manera cerrar un proceso”.
Eso sí, García remarca que la idea no fue forzada. “Por el cariño natural entre trovadores, teníamos la oportunidad de que alguien nos abrió las puertas del estudio Ojalá como quien abre las puertas de su casa, no un negocio. Y luego, no hubiésemos vuelto a grabar Pánico si no hubiese habido este cariño, este enamoramiento entre personas que deciden trabajar juntas. Es decir, cuando ya fui a grabar Pánico era porque había voluntad de hacer algo más”.
A diferencia del disco original, en que participaron músicos invitados como sus excompañeros en Mecánica Popular, Diego Álvarez y Cristián Bravo (quien además hizo la foto de la portada en blanco y negro en que García evita a la cámara con la mirada serena y los rizos indómitos casi en primer plano), en esta regrabación de Pánico, que tomó solo dos semanas, el músico tocó todos los instrumentos; dos guitarras que llevó desde Chile (una del luthier Abel García López y otra de Antonio Majón), un charango, un cuatro y un kultrún mapuche.
“Para los temas que eran solo la guitarra y voz, si los tenía que vestir con algo, que tuvieran ese sentido de insistir en aquellas cosas que nuestra Violeta Parra nos enseñaba, cuando nos decía: hay otra música en otra frontera y podemos hacer folclore chileno también con un charango. Cuando ella canta Gracias a la vida, lo hace con un charango -apunta Manuel-. Cuando graba, Volver a los 17 es un cuatro, que en esos años eran instrumentos que no estaban acá. Y lo mismo incorporar a la cultura mapuche a través de un kultrún; cuando ella toca, Qué sacaba con quererte y lo percute con la mano, una cosa muy indígena. Es un poquito tratando de asirme de esa luz, no con la vanidad de decir: voy a hacerlo igual que Violeta Parra, no. Le voy a agradecer a Violeta Parra, que tan inteligente ella nos da la oportunidad como chilenos también que cuando vamos a otras fronteras, podemos mostrar cosas nuevas, porque en Cuba es muy raro que alguien grabe con un cuatro o un charango o un kultrún”. Eso sí, no usó las guitarras del legendario Silvio, pudiendo quizás haberlo hecho. “No, por suerte, porque me moriría en miedo jajaja (ríe)”.
Desde las perillas de las consolas, esta nueva grabación de Pánico fue supervisada por la ingeniera de sonido Merlín Lorenzo, quien además se empleó en la producción musical. Como George Martin con los Beatles, la profesional fue clave en el proceso al hacer sugerencias artísticas y dirigir a García. “Merlin sacó muchas cosas mías que yo no había hecho antes en otros discos, confiando en lo que pudiera pasar, como doblar mis voces, tocar todos los instrumentos -cuenta-. Ella me había encargado que hiciera algunos arreglos, algunas cosas, que fuera pensando en dos, tres guitarras, etcétera. Pero ella tomó muchas decisiones artísticas como productora musical, como dónde grabar tres guitarras o doblar la voz. Y luego, en la misma edición del disco, cuando ella hizo su proceso Beatle, ahí a lo George Martin, de ir cortando cosas, tuvo muy buenas ideas. Entonces, yo siento que el disco le pertenece mucho también”.
Aprovechando que estabas en su estudio, ¿pudiste compartir con Silvio Rodríguez en esos días?
Silvio Rodríguez en su tierra y en su estudio, es el casero que te recibe. Él es una persona muy, muy gentil, muy sensible y como cubano no va a dejar pasar la oportunidad recibir bien a la gente que cruza la puerta. Es una persona que te recibe con amor, con amabilidad. Él ya nos había encargado, digamos, a su equipo, a su gente, a todo el mundo, los había prevenido que veníamos. Él quiere mucho a Chile también. Recordemos que tiene una relación súper bonita con Isabel Parra y la música chilena, etcétera. Entonces, apareció en algún minuto cuando estábamos grabando. Vino a saludar, a recibirnos y todo eso. Y ya después nos juntamos ahí en el estudio un día, especialmente a conversar naturalmente de la vida. Tuvimos una tarde de conversación muy bonita, hablamos de lo humano y lo divino. Desde cositas que yo quería saber, le pregunté por un disco que a mí me interesa mucho, que es Al final de este viaje (1978), cómo habían sido las sesiones, con qué guitarra grabó, etcétera. También contarse un poco de la familia, uno siempre habla acerca de cómo están los países, la situación política, en fin. Y yo destacaría que el entorno de Silvio Rodríguez es muy natural. Él no se comporta como una estrella, lo sabemos, no para nada. Pero es muy trabajador.
Conociste la isla por primera vez. ¿Qué fue lo que más te llamó la atención de Cuba?
El alma del pueblo cubano, de la gente. Mujeres, hombres, niños, niñas tienen una disposición muy amorosa hacia la vida y yo creo que tienen algo que han logrado acuñar con su historia a través del tiempo, que es el sentido de la solidaridad humana. Son realmente solidarios, hasta en los aspectos más mínimos. Yo creo que esa es una palabra, un verbo que todavía el mundo tiene que aprender de Cuba. Pero la solidaridad no institucionalizada, sino que en el alma de las personas, en el día a día, es algo que se representa en su forma de enfrentar la vida. Y eso es lo que les da una sonrisa, una alegría. Siempre la posibilidad de remontar la historia, digamos. Por difícil que a veces se les pongan las encrucijadas que a ellos les toca. A nosotros nos toca históricamente, en otro sentido, enfrentar encrucijadas, como ahora que renunciamos a una constitución posible y que tenemos que caminar la historia con lo que nos toca ahora. Bueno, el pueblo cubano lo hace con el corazón arriba, alegre y con una óptica amorosa del mundo, porque entre ellos han forjado ese sentido de comunidad muy potente.
No puedo dejar de preguntarte, ya que algo lo mencionaste, ¿cómo has visto estos dos años del gobierno del presidente Boric? recientemente Mauricio Redolés fue muy crítico y hay gente del mundo de la cultura que ha expresado incluso sentirse decepcionada de lo que se ha hecho, al menos en la gestión cultural
Pero ojo, yo al presidente lo apoyé cuando era estudiante y todas esas cosas, pero yo no estuve en sus campañas cuando se postuló como presidente; sí llamé a votar uno, pero es distinto eso a ir a estar en el comité de avanzada artístico dentro de lo que significaba la puesta en escena. Yo como vecino, más que como artista, incluso, soy muy autocrítico de lo que somos nosotros Chile como pueblo. Yo hago una especie de petición, de llamado, que hago de manera muy humilde: el faltante en este gobierno, es el llamado al encuentro de la gente y las comunidades en sus barrios, en sus espacios y en los lugares donde ocurrieron los cabildos. Yo creo que el cabildo es uno de los hechos más interesantes a nivel mundial, que se ha producido en torno a tres cosas que son sociedad, política y cultura. Porque el cabildo no fue solamente una cosa que se inventó porque hubiese una reacción de la izquierda en una situación política coyuntural, sino que en los muchos cabildos que se hicieron en todo Chile, sí convivieron personas de distintos pensamientos, yo lo vi. Yo vi a la comunidad discutir en paz y tener diferencias, porque la gente sintió que todos teníamos que aportar con algo a la posibilidad de una nueva constitución.
Y en esos encuentros había cine popular para niños, ferias de comida, distintas expresiones culturales, gente que recitaba, gente que hacía cueca y gente mayor que cantaba tango, jóvenes que hacían rap. Me parecía que era un lugar de encuentro súper importante y yo pensé que eso este gobierno lo iba a mantener. Me acuerdo que en la calle Nueva Bueras, por ejemplo, los vecinos cerraban el sector y hacían comida, fiesta, se conocieron los vecinos, cantaban artistas, se generaban unas mesas hermosas ¿cuándo se ha visto eso en Chile de nuevo? El cabildo, dicho sea de paso, no le cuesta un peso al Estado. No le cuesta un peso. La misma gente ponía un pan, un micrófono. Ahora se supone que hablamos solo de temas que tienen que ver con que nos sentimos violentados, nos sentimos inseguros. Y está bien, son cosas que tenemos que afrontar, pero las vamos a afrontar así tan institucionalmente, en vez de mostrar a los niños que las comunidades sí podemos ser amorosas, que en los barrios la gente sí se puede juntar a cantar, a recitar, a discutir, insisto, también a discutir, a disentir, por qué no. Pero ese encuentro ciudadano no lo veo. No creo que todo tenga que articularse con dinero, yo creo que eso es parte más bien de un discurso. No es que no tenemos recursos para hacer los cabildos.
A propósito de esos cabildos, muchos aparecieron en los días del estallido. Precisamente hace poco surgió un debate porque Quique Neira detalló sentirse “utilizado” como artista en esa coyuntura, aunque otros han declarado que no. En tu caso, ¿te sentiste utilizado en esos días?
Lo que pasa es que son dos cosas distintas. Cuando yo comencé cantando como adolescente, a los 13 años, en el liceo formamos un conjunto llamado Pachahuayna, éramos andinos y hacíamos música social. Yo aprendiéndome las canciones de la Nueva Canción Chilena, la Nueva Trova Cubana, que era lo que nos nutría, y tenía que ver también, por supuesto, con las raíces andinas porque yo soy del norte. Entonces, desde ya veníamos entregando nuestra música en actos políticos, en actos de colegio, en actos de campaña. En el fondo, uno la lleva a donde sea bienvenida y donde alguien la requiera. Yo estoy acostumbrado a hacerlo, entonces no me podría sentir utilizado. De pronto uno está en el lugar en que la cultura conjugue de mejor manera el sentimiento de reflexión a través de la canción, puede ser que ese día tú, a través de tu canción, estés en un acto en contra de una situación o porque estás apoyando una situación X. Entonces, en el caso mío, es un devenir el hacerlo, pero sí entiendo que el Quique tiene derecho a hablar, tiene derecho a decir lo que a él siente y le parece Y si Chile quiere llegar a ser un país democrático y abierto, entonces, si alguien tiene una diferencia con él, se la tiene que plantear de manera amorosa, porque ya la descalificación y la rabia o la mala onda le quitan validez a cualquier discurso, eso es justo lo que no necesitamos. Eso pasa a ser una chimuchina que se transforma como en rabieta más que en razonamiento.
La nueva versión de Pánico (con nuevo arte diseñado por el mismo músico) también saldrá a la carretera. Manuel García tiene en agenda una gira de teatros por ciudades de Chile ademas de varios países tanto de Europa como de Latinoamérica. La idea es acompañar el disco desde los 19 años hasta que cumpla los 20. Es decir, desde diciembre de 2024 hasta diciembre de 2025. Todo arranca en Punta Arenas el próximo 5 de diciembre de 2024. Seguirá en Chiloé, Coyhaique, Antofagasta, La Serena, Lota, Chillán, Temuco, Viña del Mar, Curicó, Valdivia, Calama, Frutillar. En Santiago, ya se han anunciado fechas en Providencia y en Estación Central. Todos los shows serán al viejo estilo, es decir, solo García y la guitarra.
”La idea es recorrer por Chile la mayor cantidad de teatros que ojalá estén en pueblitos retirados, que no estén tan dentro de esa carretera que conocemos que va uniendo los teatros más importantes -explica Manuel García-. Son teatros los que hemos tocado de todas maneras ya, por supuesto, y si se dan y aparecen dentro de la gira, los vamos a hacer igual. Pero hemos estado priorizando el cerrar conciertos en lugares más retirados de Chile para poder hacer cultura y llevar el disco a otros lugares. Y la otra es que se están sumando muchas fechas a través del mundo. Vamos a hacer ciudades que no hicimos antes, vamos a estar en Guatemala, en Bolivia, en países donde no hemos tocado antes y lo mismo en Europa”.
La nueva versión de Pánico estará disponible en las plataformas digitales, y podrá adquirirse en formato de vinilo y CD. Ya se adelantó como primer sencillo la canción que da nombre al disco. Las entradas para los shows de la gira están disponibles a la venta en www.manugarpez.com.
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